Thursday, December 31, 2009

¡¡¡…Y COMENZAMOS 2010!!!

Numerológicamente es un año interesante. Tiene un múltiplo de su segundo guarismo, en el primero de ellos.

Suma 3, número divino, número del Ser en Sí. Número básico. Número de la perfección.

Tal vez esto nos haga pensar en expectativas muy grandes, y nos dé desde el inicio la seguridad de que las cosas serán mejores que en 2009.

Comparto con ustedes que comienzo este año con confianza, con esperanza.

Es un año en que cifro muchas expectativas, y en que ambiciono poder lograr cosas inimaginables, y hacer realidad aparentes imposibles.

Asumo el año tal cual venga.

No me he hecho proyectos, planes ni promesas.

Voy a dejar que el año transcurra.

Lo diferente de otras ocasiones, es cómo lo percibo desde el arranque. Es cómo me sitúo ante estos 365 días que tengo por delante.

La marca del 2010 viene en mi con una apertura hacia lo que acontezca, pero con una seguridad interior de que –pase lo que pase—estaré preparado, y al final, todo obrará para bien.

Lo comienzo con una confianza y una entrega al Ser en Sí, a Su poder invencible, a Su amor infinito, a Su perdón amoroso, a Su capacidad de transformarnos.

Y no puedo evitar poner como reflejo, en medio de ello, una nota esencial de servicio, de servicio a causas nobles, de ánimo solidario, y de testimonio de la verdad, así como de una búsqueda incansable de la armonía y la paz interior.

Aguardo pues, ser en 2010, util para los mejores propósitos, causas y finalidades.

Y en 2010, reafirmo una vez más, que la fuerza más grande, la motivacion más sublime y hermosa, y la realización plena de lo humano que tenemos, se fundamenta y encuentra su cauce en el Amor.



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Sunday, December 27, 2009

LA INCÓGNITA QUE ABRE UN NUEVO AÑO








Tal vez, la primera incógnita, muy pragmática y realista es ésta: ¿será mejor o peor que el que acabamos de vivir?.

Y luego, podemos agregar una cantidad de otras interrogantes: ¿qué sorpresas gratas o ingratas nos tendrá deparadas?, ¿progresaremos o retrocederemos como especie?, ¿cuántos descubrimientos científicos nos aguardan?, ¿aumentaremos o disminuiremos la medida de maldad de campea en el mundo?

Un nuevo año es una página en blanco, que podemos escribir con lo mejor o lo peor de nosotros.

Claro que hay cosas que se arrastran del año anterior, que se pasan, como quien pasa una factura, y a esas cosas no se les puede esquivar, están ahí, vienen de atrás, y hay que hacerse cargo de ellas.

¿Qué pensamos hacer de nosotros y con nosotros en el 2010?, ¿qué anhelos, esperanzas, sueños tenemos cobijados muy dentro nuestro, que quisiéramos poder concretar en los 365 días que tendremos a nuestra disposición?

¿Qué capacidades y talentos dormidos, seremos capaces de despertar en 2010, o los despertarán otros en nosotros? Propuestas de actividades, contactos nuevos, negocios, oportunidades, viajes….

¡Un año entero, cero kilómetro, por vivir! ¿lo cuidaremos tanto como cuidamos nuestro vehículo recién adquirido?

¿Cómo estará nuestro cuerpo, ese medio por el cual interectuamos con la biósfera que nos rodea?, ¿nos acechará alguna enfermedad grave o podremos disfrutar plenamente de salud?, ¿cuidaremos nuestra línea y cambiaremos ciertos hábitos de vida diaria, evitaremos ciertas comidas, y buscaremos no sólo lucir mejor, sino estar mejor?

Todo pues ahora es expectativa, buenos deseos, buenas intenciones.
Pluga al Ser en Sí, que el cúmulo de esos buenos deseos se plasmen en realidad, en nosotros, en nuestras familias, con nuestros seres queridos, en la sociedad y el país que nos toca habitar, y en nuestro planeta, que es nuestra gran y única casa….por ahora.

Hay tres grandes desafíos mundiales: 1) la paz; 2) el equilibrio ecológico y 3) la eliminacion de la pobreza endémica.

Consagremos a ellos nuestros mejores desvelos, nuestra modesta tal vez, pequeña posiblemente, pero tenaz e incansable acción de cada día. Porque la merecen y es necesaria.

Con ese espíritu en nosotros, deseémonos en sinceridad un ¡FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2010!

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Friday, December 25, 2009

LOS SILENCIOS FECUNDOS


Yo, hablador incansable, comunicador de profesión, escritor de alma, reconozco sin embargo, que hay momentos en que las palabras se tornan inútiles para expresar sentimientos profundos, o que, hay muchas cosas a lo largo de nuestra existencia, que elegimos no comunicar, no relatar, no contar, que las guardamos en nuestra intimidad más recóndita.

Cosas que sólo pueden –a veces, y muy pocas veces—compartirse con almas gemelas, con personas que sintonizan, con espiritualidades superiores.

Y otras, nos acompañan hasta la muerte.

También hay veces en que por diferentes circunstancias, debemos o preferimos elegir evitar decir ciertas cosas, usar ciertas palabras.

Es el tiempo de las lecturas entrelíneas, de los sobrentendidos, de las cosas que están más allá del interlocutor común.

Bien lo sabemos, los que hemos tenido que vivir bajo tiempos de dictadura.
Callar, no decir, sugerir, expresarse hiperbólicamente, vencer la censura, o ponerla de manifiesto, como hacían los diarios cuando publicaban espacios en blanco, que en su vacío, denunciaban con fuerza que había un contenido que no se pudo publicar, o las autoridades determinaron que no se podía publicar.

Entonces se aprende también a valorar los silencios.

Y esos silencios llegan a decir más que las palabras mismas.

Se tornan en silencios fecundos.

Es aquello de Emmanuel, que se expresaba por parábolas, y luego decía:
“El que tenga oídos para oir, oiga”. O sea, el que quiera y pueda entender, que entienda.

Porque a veces también, hay mensajes que no están destinados a todos/as, sino a determinadas personas. Y es a esas personas a quienes les corresponde entender, comprender, descifrar.

Por eso, hay silencios que son fecundos.



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Tuesday, December 22, 2009

ESENCIA DE LA NAVIDAD


Cuando se apagaron todos los rumores de la cohetería, los fuegos de artificio, los gritos fruto de la embriaguez, las ordinarieces de los incultos, los bailes de los sin cerebro, y las cajas registradoras hicieron silencio luego que los cerdos engulleron su meznada de dinero…..entonces, entonces podemos discurrir sobre la esencia de la Navidad.

Apócope de Natividad, --que muchos ni siquiera saben--, la celebración se centra en el nacimiento de un niño en condiciones de marginalidad, hijo de madre soltera y de padre adoptivo, para los cuales no había lugar en un mesón y ¡los mandaron al pesebre!

Pero, descubrirá su pueblo en el andar del tiempo, que él es Emmanuel, o sea “Dios con nosotros”.

Él encarna a la divinidad que está “con nosotros”, no fuera de nosotros, sino que anda entre nosotros, dialoga con nosotros, obra milagros con nosotros, despierta en nosotros la fé, que es la conexión divina con un yo superior al que todos tenemos la posibilidad gratuita de acceder.

Él nos va a enseñar que Dios está “en medio nuestro”.

Él pisa este suelo terráqueo, anda por caminos polvorientos, tiene sed, se alegra en las fiestas, llora hasta lágrimas de sangre cuando los poderes malignos se complotan contra él, y se regocija en la resurrección desde la muerte.

Contar su historia, es anticipar nuestra posible historia.

Contar su historia es sentirle más nuestro.

Y así como aquella familia marginada, recibe la caridad de los regalos llevados por los astrólogos llegados del Oriente –aquellos sabios llamados “magii”, mal traducido como “magos”—hoy son millones los niños que nacen en el mundo en condiciones de marginalidad y que necesitan y precisan de nuestra caridad, de nuestros presentes.

Por eso la historia del nacimiento de Emmanuel se nos hace muy nuestra.

Y tal vez, en la calma y paz del hogar, ajenos al estereotipo comercial y a todo lo que desfigura el hecho central de la Navidad, ¡qué hermoso es ver cómo un padre, sentado a la cabecera de la mesa, puede abrir su Nuevo Testamento y leer el pasaje de las Sagradas Escrituras donde se relata el nacimiento en Nazareth..

Y la madre y los niños rodeando la mesa, escuchan atentos el relato, y luego de dar gracias por ese nacimiento del que quiere nacer en nuestros corazones, se comparten los alimentos, con sencillez y felicidad de corazón.

Tal vez la mesa esté ampliada, tal vez haya más niños, y más padres, y madres, y abuelos, y tíos y tías, y primos y algún invitado que no es de la familia.

Porque celebrar este nacimiento, significa también celebrar el amor dadivoso, el sentido solidario, y el tener una mesa abierta para compartirla con quienes por ejemplo, están solos.

Una forma concreta de expresar que Dios está con nosotros y en medio nuestro.

Y también es bueno que los niños de la casa revisen sus juguetes, y decidan cuáles estarían dispuestos a regalar a un niño que no los tiene.

Otra expresión de amor. Del amor que trajo al mundo Aquel, cuyo nacimiento celebramos.

Es que si no fuese así, si no fuese por ese Amor sublime, grandioso, superior, dadivoso, sacrificial, ¿qué sentido tendría celebrar su venida al mundo?

Procuremos pues, mantener la esencia de la Navidad.

Dejemos que otros se distraigan con el mundanal ruido.

No permitamos que San Nicolás, Papá Nöel, el Viejito Pacuero, o Santa Claus, se roben al niño, razón de ser de la fecha.

Con ese espíritu, y en el Espíritu del que llega: a todos/as: ¡Feliz Navidad!



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Sunday, December 20, 2009

EL MENSAJE DEL TEMPORAL DE NIEVE

La nieve comenzó a caer el vierner 18, sobre las 9pm, primero mansa, luego más agresiva, impulsada por el viento, y siguió cayendo y cayendo.

Ayer sábado 19, salí de mañana con mi máquina sopladora de nieve, a hacer un camino desde mi casa hasta la vereda, y de ahí hasta mi auto, que queda desfasado el equivalente a dos autos, respecto de la puerta de mi casa.

Hice un canal en medio de la nieve, y luego eché la mezcla de sal y arena para que no se formara hielo. Horas después, todo eso estaba nuevamente vestido de blanco. La nieve seguía cayendo implacable.

Luego de tarde, volví a salir, y con una pala, repasé todo el camino desde casa hasta el auto, paleando la nieve hacia un costado.

Pero un temporal de nieve signfica que la acumulación es muy grande, y que el blanco producto sigue derramándose desde las nubes.

Así fue que siguió cayendo anoche, cuando ya llevaba 24 horas sin parar.

Hoy el panorama no podría describirse como techos y calles con merengue. Eso sería demasiado liviano.

Más bien era como si les hubieran arrojado toneladas de puré de papa.

Había casi medio metro de espesor de nieve. Me llegaba hasta las rodillas.

Con una escoba, comencé a quitar la nieve de encima de mi auto, totalmente cubierto.

Luego con una pala, a quitarla de los costados y de atrás, hasta poder mover el auto, y eso facilitó seguir limpiando el área.

Un buen vecino, más joven que yo, sin que le pidiera nada, en gesto solidario, vino con su pala y comenzó por las suyas a ayudarme. Eso es lo que tiene de bueno un buen barrio.

Entre los dos, a la par, trabajamos por casi dos horas, para despejar todo.

El resultado lo pueden comparar Uds. en las fotos adjuntas.

Esta tormenta de nieve –no son usuales, la última antes de esta ocurrió en 1996-- me dejó un mensaje muy claro: a cierta altura de la vida, es mejor mudarse para un lugar donde nunca cae nieve.

Pude hacer toda la tarea, y luego en casa me esperaba más tarea y más esfuerzo físico, porque esperamos familiares para las fiestas, y había que armarles un dormitorio, mover camas, etc.

Afortunadamente pude hacer todo eso, pero está muy claro que en cuanto a lidiar con nieve y semejante tormenta, yo ya no quiero tener nada más que ver con ello.

¡Felices los que no conocen la nieve!

Sólo luce linda en las postales, pero no es buena para conducir un vehículo, puede provocar cortes de energía eléctrica y dejar a la gente sin calefacción en pleno invierno, y demanda un esfuerzo físico muy grande la limpieza de las áreas que uno tiene que utilizar, porque es obvio que no basta con que calles interiores, avenidas o rutas estén despejadas, que de eso se encarga el gobierno local.




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Monday, December 14, 2009

LA FÉ, UN MOTOR DE LA CONCIENCIA

“Yo tengo fé”, es una frase que casi todos los habitantes del planeta pueden pronunciar.

En cierta medida, decir “tener fé” puede traducirse como una expresión de confianza. Equivaldría a un “Yo confío”.

Y en muy buena medida, la fé es confianza. Y es confianza más allá de toda certidumbre o verificación previa.

Cuando tomamos un autobús, no sabemos quién es el conductor. No conocemos siquiera su nombre, su edad, su ficha médica, sus hábitos.

Conduciendo, podría sufrir un colapso por múltiples razones. O podría conducir bajo los efectos del alcohol, y provocar un accidente.

Pero nada nos detiene para ascender al vehículo. Confiamos, sin saber. Confiamos en que todo irá bien, en que vamos a llegar a destino, en que nada malo le va a ocurrir al principal responsable de todas las vidas que lleva abordo.

Lo mismo podría decirse cuando subimos a un avión. Las variables aún son mayores, pero confiamos. Es cierto que durante el vuelo nos son presentados el Capitán y su copiloto, y llegamos a saber sus nombres. Y también es cierto que a veces el Capitán habla con el pasaje, y anuncia, recomienda o comenta cosas.

Pero más allá de eso, confiamos simplemente, y estamos jugándonos la vida.

La fé tiene una muy buena dosis de confiar, y de confiar más allá de lo que sabemos, conocemos, podemos intuir.

La fé pues, espera, espera resultados, espera que algo pase, algo por lo cual tal vez, hemos pedido en oración, si nuestra fé está dirigida al Ser en Sí.

Pero cuando alguien dice “Yo tengo fé”, no necesariamente implica que tiene fe en el Ser en Sí, en la Divinidad, en un orden superior de ser de todo cuanto existe, dentro del cual estamos involucrados, abarcados, y superados, querámoslo o no, tomemos o no conciencia de ello.

Entonces hay gente que tiene fe en el político que le promete cosas de manera muy elocuente, o en el agua de tal pozo, o en el tecito cual, o en el brujo de la otra cuadra, el curandero, o en el cuadro de fútbol, o –como dicen algunos más elegantemente—en el ser humano.

Ahí es cuando estamos errados por completo. Un ser humano nunca puede ser objeto de fé. Es sujeto de fé, pero no objeto de fé, de creencia total, de confianza más allá de todo cuestionamiento, y poco menos que de adoración.

Jamás. Los humanos somos como un carbón en bruto, que tiene la experiencia de la existencia, para llegar a ser un diamante.

Pero la fé puede mover montañas. La fé puede alterar la naturaleza misma de las cosas, la fé puede lograr milagros.

La fé puede transformar lo que parecía imposible, en posible.

Porque la clave, amigos/as, está en nosotros mismos. Cuando tenemos fé, ponemos en marcha un mecanismo poderosísimo que está en nuestro inconciente y que actúa sobre otros y sobre cosas materiales, al punto de cambiar parámetros y alterar físicamente realidades.

La fé hace que ocurran muchas cosas que de otra manera no pasarían.

Pero una fé tiene que estar –como un antena—adecudamente orientada.

Si orientamos mal una antena, no captamos nada, o captamos imágenes distorsionadas en sonido y luz, pero no podemos disfrutar del progama de TV.

Si nuestra fé está despositada en un ser humano, o en cosas de los humanos, hemos orientado mal nuestra antena.

Si en cambio orientamos nuestra antena hacia el Ser en Sí, entonces establecemos la relación poderosa y dinámica que hace que las cosas cambien, que abre perspectivas, que nos alienta, que no nos deja caer derrotados.

A lo largo de nuestra existencia podremos tener muchos reveses, que fundamentalmente son lecciones de las que hay que extraer un rico aprendizaje.

Pero justamente es en medio de esos reveses cuando se pone a prueba nuestra fé. Es fácil creer que se tiene fé cuando todo es color de rosa, cuando todo es felicidad y va bien.

Cuando las dificultades comienzan, cuando el drama golpea a nuestra puerta y a nuestro corazón, cuando nos llegamos a cuestionar nuestra cotidianidad, entonces la fe en el Ser en Sí, cobra su total vigencia.

La fé entonces, se transforma en un motor de la conciencia.

Por la fé pedimos, por la fé oramos, por la fé esperamos, por la fe nos activamos, por la fe marchamos, por la fé nos transformamos.

Esto que escribo es experiencia de vida.



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Sunday, December 13, 2009

LA COTIDIANIDAD COMPLICADA

Amigos lectores, cuando les escribo esto, son las 11 de noche, hora estándar del Este de Estados Unidos, es domingo, y estoy cansado.

Hoy fue un día lluvioso, de un cielo gris plomizo, y muy frío.
No invitaba a salir, y no sali. Aproveché a hacerlo ayer que estaba soleado.

Pero la razón fundamental de no salir, fue mi esposa, a quien la debo auxiliar en sus cuidados por su cáncer en la piel. Gasas, vendajes, cintas especiales para pegar, la bolsa de hielo, los calmantes…. integran una cotidianidad que a fuerza se me ha hecho familiar, y en la que nunca pensé me iba a ver envuelto, tanto como ella, que la sufre, nunca pensó que tendría que pasar por ello.

La enfermedad nos ha tomado por sorpresa, más diría, por asalto, y se ha peleado cuanto ha sido posible, pero sólo se ha conseguido prolongar la existencia, pero ir perdiendo cada vez más, calidad de vida.

Cuando en una familia hay alguien con una enfermedad demadante, eso en cierta medida trastorna todo.

No hay salidas, no hay paseos, no hay distracción, y el ánimo francamente, no está para fiestas.

Con todo, sigo con mis tareas profesionales, y en cierta medida, eso me ayuda a cobrar ánimo, y a distraerme un poco, por unas horas no más, de la realidad de cada día.

Es duro para quien está enfermo, pero es dificil para quien está a su lado. Y en esta pelea estoy solo físicamente hablando.

El resto de la familia está lejos. ¡cuánto quisiera tenerles cerca! Simplemente porque les necesito anímicamente.

Pero las circunstancias son tal cual se dan y con ellas hay que seguir adelante.

Si elogiase a mi esposa por su temple, por su fuerza para resistir el mal, por nunca entregarse, me quedaría corto, muy corto, frente al tamaño de su hazaña.

Yo estoy aprendiendo de ella, estoy viendo hasta dónde llega la dimensión humana.

Y estoy aprendiendo también que en medio de estas circunstancias, es cuando más se valora la vida y cuando nos damos cuenta de cuánto valemos, o no, como individuos.

Son horas aciagas, tal vez, para apreciar mejor las horas felices.

Tendrán que disculparme los amigos/as si a veces dejo una carta sin contestar, o no me siento con ánimo de escribirles, pero esto no es facil.

El Ser en Sí tiene caminos inescrutables, a través de los cuales nos habla, nos busca, nos corrige, nos alienta, y espera de nosotros.

Lo importante es poder estar espiritualmente despierto, y darse cuenta de hacia dónde apunta su mensaje. Qué es lo que el Ser en Si espera de nosotros, y cómo podemos vehicular su presencia entre los demás seres humanos.

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Saturday, December 12, 2009

EL VALOR DE LAS PALABRAS

No planteo aquí una disquisición académica o lingüística. No es mi tema, y no viene al caso.

No estoy manejándome en el área de la semántica, sino en la de la ética.

A veces, por demasiado usarlas, las palabras pierden su valor, casi su significado original, y su fuerza.

De tanto gastar insultos, las palabas antes usadas para insultar gravemente, las que podían llevar hasta el duelo entre caballeros honorables, hoy día se dicen como quien anuncia la venta de algo en una feria. A voz en cuello, en cualquier lado, a cualquier nivel social, y no causan siquiera molestia.

Al parecer se ha creado una especie de callosidad del alma, por la cual esas gruesas palabras, resbalan.

Eso mismo, al parecer, ocurre con conceptos y palabras más importantes que les expresan, especialmente cuando éstas quieren significar y trasuntar un sentimiento muy profundo. Para el caso: amor, odio.

Usarlas livianamente, por pasatiempo, o como un estilo de decir, resulta finalmente algo inapropiado, pues amar u odiar son sentimientos muy intensos como para minimizarlos, quitarles importancia, hacerles cuasi sin sentido, y pensar que o bien se confunden con otras cosas, o no son lo que en realidad se espera signifiquen.

Es que la palabra, escrita o salida de nuestra boca, tiene una fuerza por sí misma y por tanto una repercusión social, que tal vez algunas personas no atinan a colegir, a darse cuenta.

Pero la palabra está atada a la persona. No es un ente abstracto quien la emite, es cada uno de nosotros, y por tanto, la palabra pronunciada, dice de nosotros mismos, dice quiénes somos, y cómo somos. Y el uso que hagamos de la palabra será un claro índice de nuestra responsabilidad.

Las palabras nunca pasan al olvido, ni pueden tergiversarse. Es aquello de que no se borra con el codo lo que se escribió con la mano.

Las palabras, querámoslo o no – y si no entendemos esto no sabemos dónde estamos parados—nos comprometen, y ¡mucho!

Las palabras terminan por definirnos a nosotros mismos, por decir a los demás, quiénes somos y cómo somos y actuamos. Qué grado de confianza se nos puede tener, hasta cuánto somos válidos, en tanto respaldamos con actos aquello que decimos.

En Japón, el código de ética que rige al samurai – el Bushido— establece ciertas pautas muy claras, como la honestidad, --que de eso se trata—y la sinceridad absoluta.

Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada le detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de “dar su palabra” o“prometer”. El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma cosa.

Las palabras que decimos, nos comprometen.

Las palabras que decimos no pueden ser pronunciadas ni tomadas en vano.

Las palabras que decimos, nos definen.

Y nadie puede evitar las consecuencias sociales de lo dicho, porque ya fue dicho, y eso tiene repercusiones incalculables.

De modo pues que, a cuidar qué decimos, cuándo y cómo lo decimos, y fundamentalmente, a hacernos responsables de lo dicho.

Tal vez, este “spot” publicitario del diario ABC ilustre adecuadamente lo que intento compartir con ustedes.



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Tuesday, December 8, 2009

VIVIR AUTÉNTICAMENTE

Hay gente que vive de fachada.

Así como una mujer se maquilla para disimular imperfecciones en el rostro, o parecer más joven de lo que es, o simplemente para acentuar su belleza y gustar más, hay gente que maquilla su vida toda.

Aparenta ser lo que no es. Pretende llevar un estilo de vida que en el fondo, es falso, porque no responde a una situación verdadera,sino a una ficticia, creada artificialmente para impresionar a los demás.

Y también hay gente dispuesta a impresionarse con la fachada o a adjudicarle un valor que realmente no tiene.

Una vez –haciendo poco tiempo que vivía en Estados Unidos—conversaba con una persona acerca de que se acercaba el momento de hacer declaración de impuestos, y entonces me sorprendió con su pregunta: ¿y Ud. itemiza?

Itemizar, es ir punto por punto detallando todo lo que se posee en bienes, claro, cuando éstos se poseen.

Yo, que en ese momento alquilaba un modesto apartamento de un ambiente con baño y cocina (lo que aqui le llaman un “efficiency”) contesté que no.

Años más tarde, cuando tuve que hacer mi declaración de impuestos itemizando, comprendí el alcance de la pregunta. La misma significó averiguar de manera indirecta, si yo era propietario de un bien inmueble, o no.

Otra vez, me tocó ir a una oficina de una empresa privada. Francamente no recuerdo el motivo por el cual fui. Ciertamente no era una entrevista por un posible empleo.

Yo tenia un modesto automóvil que había adquirido usado. Aún no podia darme el lujo de un cero kilómetro.

Y curiosamente el jerarca con quien me tocó hablar de pronto miró por la ventana del edificio hacia el estacionamiento y me preguntó: ¿cuál es su auto?

La pregunta me sorprendió, pero por otra parte me molestó sobremanera.

¿Acaso yo personalmete era distinto, o valía más o menos, según qué automóvil tuviera? ¿acaso el vehículo iba a agregar o quitar neuronas de mi cerebro?

Afortunadamente el estacionamiento era grande y había una parte –justamente en la cual estaba mi automóvil—que no se podía ver desde la ventana por la cual el individuo miraba.

Simplemente me limité a responderle que desde ahí no lo iba a ver porque estaba del otro lado del estacionamiento.

Tal vez esa circunstancia me explicó algo que hasta entonces no había podido entender. ¿cómo era posible que gente que vivía en barrios muy modestos, de ambiente poco recomendable, paraba frente a sus casas vehículos caros?

Otra vez, la fachada.

Salir bien vestido, ponerse varios anillos en las manos, y conducir un vehículo caro, dan “status”, y lleva a pensar a los superficiales, que están tratando con alguien, que realmente no es quien representa ser.

En el fondo es una especie de parodia de vida. Es una hipocresía planificada, sistematizada, una especia de estafa de vida. Una farsa.

Lamentablemente hay más gente de la que uno supone, que busca y deliberadamente vive de esa manera.

Están los que se adjudican títulos universitarios que nunca obtuvieron, y se hacen llamar "doctor" o "profesor" sin serlo.

Están los que aspiran a un cargo político, o a un empleo, y se presentan como "inteligente, sagaz, con gran experiencia, tengo las mejores condiciones y manejo tres idiomas"....

He conocido personalmente estadounidenses que dicen "sí, you manejou español perfectou, istuve tres meses vivendo en Colombia!" por ejemplo. Y francamente me he quedado pensando si ellos se lo creen a sí mismos o lo hacen para impresionar acerca de sus capacidades lingüísticas. Pero realmente, resultan un fiasco.

Yo sostengo y vivo con la autenticidad. Ser uno mismo sin pretender lo que no se es, sin alardear de lo que no se puede genuinamente poseer, sin disfrazarse de poderoso, importante, acaudalado.

Se tiene lo que se llega a tener por mérito propio. Y no más de lo que es necesario, porque es un crímen de lesa humanidad.

Se es quien se es, por uno mismo, por su educación, su cultura, sus valores, su forma de relacionarse con los demás, el respeto propio y el respeto a los otros.

En fin, se trata de ser auténticos, genuinos, honestos.

Porque al fin y al cabo, eso es lo que cuenta, y a eso podemos responder.

Lo otro, es pura fantasía.




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Sunday, December 6, 2009

LAS CALLES COLOR MERENGUE

Hoy las calles de mi barrio amanecieron color merengue.

Y no sólo las calles, también los techos de las casas, y los árboles con tremendos copetes blancos…

Sí, tal vez ya adivinaron.

Lo que ocurre es que ayer aquí en Virginia tuvimos la primera nevada de esta temporada (foto de la izquierda).

Se acumularon de 5 a 6 centímetros de nieve, pero cayó con ganas, durante todo el día.

Comenzó por unos copotes grandes como de centímetro o más de diámetro, que caían esparcidos, y luego la “lluvia helada” se hizo copiosa, sobre las 9 de la mañana, con una temperatura que llegó a una máxima de 3 grados Centígrados.

Y así siguió por el resto del día, hasta bien entrada la noche, cuando paró.

Hoy de mañana todo apareció color blanco, como si le hubieran cubierto con merengue.

A las 7 de la mañana había cero grado Centígrado.

Uno de los cipreses que tengo a la entrada de mi casa, quedó inclinado hacia un lado, vencido por el peso de la nieve. Eso va a pasar una vez que la nieve se derrita por completo.(foto de la derecha)

Por suerte hoy está soleado, así que aunque llevará unas cuantas horas, la nieve se irá transformando en agua, y en un par de días será un recuerdo.

Pero esto es sólo el comienzo.

Si nos toca un invierno de nevadas, hay que prepararse para tener acumulaciones de hasta medio metro de nieve, y temperaturas de 15 o más grados Centígrados bajo cero, con sensaciones térmicas por debajo de los 20.

Así que cuando la gente que no conoce la nieve suspira por ahí y dice ¡ah, qué lindo ver nevar!, les digo, sí, si no hay nada que hacer, si no hay que salir de la casa, si no hay que conducir un vehículo.

Caso contrario, hay que salir igual para despejar la nieve acumulada en la vereda frente a la casa, porque si se transforma en hielo y alguien tiene allí un accidente por la indolencia de no sacarla, el responsable legal es uno.

Así que cuando nieva, hay que salir a palear nieve, a sacarla, hay que limpiar todo el auto, para poder salir con él, y todo eso consume tiempo, energía, y cansa.

Y conducir sobre nieve es además peligroso, pues muy fácilmente el vehículo patina y puede haber –como hubo ayer en las rutas-- multiples choques.

Por eso, en lo que me es personal, la nieve no me gusta, y cuanto menos caiga, mejor.



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Saturday, December 5, 2009

UN RIOPLATENSE MUY ESPECIAL


No me gusta hablar de mi mismo, pero hoy voy a hacer una excepción.

Ya desde el arranque, desde el título que elegí poner a este escrito alguien me diría: “pero si vos sos uruguayo, ¿por qué te decís rioplatense?"

Con mucho gusto voy a contestar ese primer punto. Para mi el Rio de la Plata tiene el claro signo de una cultura diferente a todo el resto de América Latina.

Uruguayos y argentinos, estamos no sólo hermanados por la historia, sino mucho más aún, por lazos de consanguinidad que nos hacen una gran familia.

¿Qué uruguayo no tiene parientes en Argentina, y qué argentino no tiene familiares en Uruguay?

En Argentina comencé por tener un tío, hermano de mi madre, que se radicó allí, formó familia, y ahí viven dos primos y una prima y sus descendientes.

En Argentina tenia un primo de mi padre, un tío segundo, que con su esposa, eran una pareja de porteños formidables, y allí estaban las tías abuelas Vicenta y María, hermanas de mi abuela paterna.

Vivían entonces en un hermoso barrio que cambió pujantemente: Palermo.

Décadas después, allí fue a radicarse con su esposa (argentina) y sus dos hijas, mi hermano (uruguayo), y estando en la Argentina tuvo un hijo, mi querido sobrino Andrés, ahora casado y esperando familia.

Las hijas tuvieron una dos niñas y la otra dos varones, así que allí hay una buena parte de mi familia.

Más aún, en etapa de un tardío pero provechoso estudio, obtuve mi Maestría en Buenos Aires, donde viví dos años.

Fue una época de viajes a Europa, por reuniones internacionales, y cada vez que llegaba a Ezeiza, esa era mi casa.

Argentina me recibió con los brazos abiertos, y como mi esposa es de nacionalidad argentina, pude obtener una residencia permanente, y aún conservo conmigo mi Documento Nacional de Identidad.

Y fue en ese tiempo, cuando nació mi hijo, que por lo tanto, también es argentino.

Asi que compongo una familia realmente rioplatense.

Tengo grandes amigos en la Argentina, especialmente referidos a temas que nos son comunes, y que cuando he ido, se han interesado en organizar conferencias públicas a un alto nivel, y se han reunido conmigo compartiendo inolvidables momentos de camaradería.

Y ¿cómo se siente este rioplatense en Estados Unidos?

Bueno, principio por decir que no me siento tan perdido como aquel “latinoamericano en Nueva York” que cantaba la “negra” Mercedes Sosa.

He podido absorber perfectamente esta cultura, los patrones de vida en esta sociedad, las pautas de convivencia y los valores que la caracterizan, hasta llegara a ser “un estadounidense más”.

Pero como he ido cada año a mi país de origen, jamás me olvido de Uruguay, los grandes amigos que allí tengo, y a quienes aquí extraño enormemente.

Tampoco he perdido los gustos por saborear nuestras comidas típicas, comenzando por un buen asado y parrillada.

De niño me interesaba el fútbol, me sabía la alineación de todos los cuadros, el fixture de quién jugaba con quién en qué campeonato.

Teníamos además un cuadro de fútbol del barrio, en el cual jugaba.

Todo culminó con la gran hazaña de 1950 en Maracaná.

La viví, la llevo conmigo, imperecederamente.

Luego de eso, vi lentamente languidecer el fútbol uruguayo, hasta perder totalmente sus puntos de referencia históricos, y dejar de interesarme por completo.

Me gusta el fútbol, claro, pero el buen fútbol, el que sólo hacen los mejores.
Me gusta ver jugar a Ronaldinho, y a Messi, por ejemplo. Ellos solos valen ir a ver un partido.

De modo que he perdido el interés general por ese deporte.

Otra cosa rioplatense es el tango, la milonga, y (exclusivamente uruguyo) el candombe.

Ah! el candombe, el repique de los tamboriles y las Llamadas, eso sí que me atrae siempre, y para mi es lo más genuino de eso que se sigue llamando “Carnaval”.

El candombe es un auténtico patrimonio cultural nacional, como música y como danza uruguayas.

El tango y la milonga son rioplatenses.

Nunca fui tanguero, pero confieso que escuchar a Gardel me hace salir lágrimas de los ojos.

Es un fenómeno que opera a nivel del inconciente, nunca me he podido explicar por qué, pero ese es el efecto que me hace, y yo creo que se debe a su muy particular timbre de voz.

Fue el genial Wimpi quien dijo que Carlos Gardel cantaba con una lágrima en su garganta, y creo que le pegó (para decirlo en nuestro lenguaje rioplatense). O sea, acertó.

Pero hay tangos de los buenos que son extraordinarios.

Para mi uno de los más inspirados poetas del tango ha sido Enrique Santos Discepolo, y de él y de su vastísima producción, hay uno que fue y sigue siendo profético: Cambalache. Hoy basta cambiarle el siglo, y sigue actualísimo. Y si no, vean la versión del uruguayo Julio Sosa.

Piazzolla me gusta, por esa mezcla sincopada entre tango y jazz, que bien absorbió de su tiempo en Estados Unidos.

Porque ha de saberse que estando en Montevideo, donde nací, fui socio del Círculo Jazzistico del Uruguay, y disfrutaba de las jam sessions, con gente como Pedro Saldkind, “Bachicha” Lencina (que tuvo el honor de tocar en la trompeta de Louis Armstrong), Héctor Caldarello, Pedro Nícoli, el violín de Federico Britos (al estilo del Hot Club de Francia), los Fattorusso, Julio Cuccurullo en batería, y tantos otros.

Pero además, tuve la oportunidad de asistir a conciertos de los grandes que entonces iban a aquel Montevideo culto, seguro y feliz. Y entre ellos, Louis Armstrong y sus All Stars.

También recuerdo a Nat “King” Cole –que actuara en la sala del Cine Plaza--, a Dizzy Gillespie y su trompeta en ángulo de 45 grados; a un cantante con un estilo muy especial, como lo era Johnny Ray (con un concierto en el entonces Cine Trocadero), y más popularmente a Los Plateros, acompañados por la orquesta de Panchito Nolé, en la entonces enorme sala del Cine Censa.

Agréguense a ello películas musicales, y la permanente escucha de discos de buen jazz, desde el hot, con Armstrong, Sidney Bechet, Bix Beiderbecke y la Yerba Buena Jazz Band, pasando por Gene Krupa, Benny Goodman, Harry James, Glenn Miller, y las grandes bandas de la era del swing, llegando al jazz “cool”, que –confieso—ya no me gustaba tanto.

De modo que todo eso constituyó un trasfondo cultural magnifico para venir a Estados Unidos.

Y a ello debo agregar mi gusto por el inglés, mi lectura de muchos libros en ese idioma, y algunas experiencias de traducciones al momento, que me pusieron en el camino de la parte más dificil del idioma.

Y por si todo ello no fuera suficiente, mi inclinación natural hacia los temas espaciales, y por tanto, mi admiración por la NASA y la hazaña de la llegada y reiteradas visitas a la Luna.

De modo que pienso que me puedo considerar un rioplatense muy especial.

No estoy –no estuve— tan apegado a “mis cosas” de allá, como para tener dificultades en adaptarme a las cosas de acá, que ahora son “mis cosas” también.

Pero para cualquiera que decida ir a vivir a otro país y a otra cultura que no es la suya original, ese proceso de adaptación, absorción y adecuación al nuevo lugar de residencia, es fundamental.

Si no se logra, si no se procesa, es como andar a contramano.




enigma

Friday, December 4, 2009

EL AMOR MÁS SUBLIME

Fé, Esperanza y Amor
escultura en piedra de Manuel Tolsá

Completo este breve excurso por las llamadas virtudes teologales.

Al referirme a la Fé, incluí de suyo la Esperanza.

Hoy voy a dedicarme a la fundamental: el Amor.

De inmediato debo ir al idioma griego para aclarar que hay tres palabras que se traducen como amor: “filía” (el amor de padres a hijos, por ejemplo), “eros”, el amor de la pareja, con clara referencia al sexo, y el amor “agape”, el amor que llamaría divino, el sacrificial, el que da todo por el otro, el que es capaz aún de amar al enemigo.

El amor que encarnó en su persona Emmanuel. Porque a ese amor es al que se refiere el Apóstol Pablo en este pasaje fabuloso de su carta a los corintios.

Un pasaje por cierto muy recurrido en las ceremonias matrimoniales.

Y aunque puede aplicarse a la pareja, sin embargo va mucho más allá y excede los límites de la pareja.

Este es el amor quintaesencial, el amor que es base de todo otro amor.

Para ponerlo en términos modernos y científicos, a fin de que se nos entienda mejor, ¡este es el ADN del amor!.

Y Pablo, con palabras inspiradísimas, habla del amor, y de otras cosas que pueden pasar, que podemos hacer, pero que sin amor, no valen nada.

Una vez más, amigas, amigos, les exhorto a leer y releer con cuidado y detenidamente estas palabras, y a reflexionar en torno a ellas.

A M O R

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.

Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.

Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”.

Carta de San Pablo a los Corintios 13:1-13



enigma

Wednesday, December 2, 2009

LA FE

"Es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1)

Comienzo hoy una referencia a lo que algunos suelen llamar las "virtudes teologales".

Lo recuerdo tan patente como si me hubiese ocurrido hoy mismo. Sucedió hace unos cuantos años.

Acababa de despertarme, y en mi mente resonó fuerte esta frase escrita en la Epístola a los Hebreos, cuyo autor realmente no se conoce.

Y tras la frase, un entendimiento y una explicación de la misma que no podría haberla dado el mejor predicador del mundo. Eran ideas que venían como dictadas a mi mente. Y las comprendía con una claridad diáfana.

Quedé por un buen momento, totalmente impactado. No sólo porque había podido entender como nunca antes la riqueza inmensa de esta brevísima definición, sino porque además, había sido absolutamente un mensaje recibido. No era fruto de mi imaginación, menos de mi pensamiento o de mi inspiración. Aquello me fue dado.

En primer lugar entonces, quisisera decir que nunca encontré mejor definición que ésta, acerca de la fe. Breve, concisa, completa.

Afirma dos cosas fundamentales, a saber:

1) La fé es la certeza de lo que se espera.

En la fe no cabe un atisbo de duda. Es la certeza, o sea la seguridad total, en aquello que se espera.

Lo que se espera va a ocurrir, va a suceder.

Interesante resulta el hecho de que la fe va unida a la esperanza. Esperamos que algo ocurra, que algo suceda.

Pero no es por cierto una espera pasiva, como aguardando que algo "nos caiga del cielo". Es una espera activa.

La fe convoca a la acción.

La fe hace que el ciego, el sordo, el leproso, vayan en busca de Jesús, procuren un encuentro con Él. No se quedan esperando que Jesús los vaya a ver. Ellos toman la iniciativa, ellos se desplazan hacia donde Él.

La fe es entonces un motor.

Un motor que genera y promueve acción en procura de aquello que buscamos que ocurra, que queremos que suceda.

Lo que se espera, es el acicate que gesta y aumenta en nosotros la fe.

2) La fe es la convicción de lo que no se ve.

Platón hablaba del mundo de las ideas, como la auténtica realidad, y no este universo material y tridimensional al que accedemos desde nuestros cinco sentidos.

Si vemos algo, no suscita fe, simplemente nos basta verlo, lo constatamos directamente.

Pero la fe es en cambio, el estar convencidos de aquello que no ha sucedido, que no ha ocurrido, pero que está en el futuro y que puede suceder.

La fe es la convicción, por tanto, de lo que no se ve.

Es también la convicción de una dimensión que escapa a esta tridimensional y limitadísima.

Es la convicción de que hay energías y fuerzas que operan de manera portentosa, para cambiar, para transformar, para alterar la "normalidad" o lo "habitual" de las cosas.

El poder de la mente, es uno de los generadores de esas energías y fuerzas.

Pero el planeta mismo, es depositario de energías y fuerzas que se manifiestan en algunos lugares geográficos con preferencia de otros, y que seguramente dependen de la constitución geológica que poseen.

Alguna vez, traté de ilustrar estos dos aspectos de la fe: la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, de esta manera:

Me encuentro en un lugar alto, que termina de golpe en una enorme grieta en el suelo. Precipitarse por la grieta, significaría la muerte.
Estoy al borde de ese lugar, epenas si puedo ver que temina allí. La grieta no es muy ancha, pero sí muy profunda.
Me rodea una espesa niebla. No puedo ver el otro lado de la grieta, no puedo ver la otra orilla.
Pero una voz de alguien que no veo, me dice desde alli, "Si tomas carrera y saltas, vas a pasar perfectamente. Anímate que te espero"

Si me quedo quieto donde estoy por temor a caer en el precipicio, entonces no tengo fe. Si en cambio deposito mi confianza en la voz que me llama desde el otro lado, entonces tengo la certeza de lo que espero: poder sobrepasar la grieta y llegar, y en ese mimso momento de decisión, ejerzo la convicción de lo que no veo. Mi seguridad de que llegaré al otro lado.

La fe --que como digo, implica decisión y acción-- me llevará a tomar carrera y saltar.

Del otro lado, me estará esperando un abrazo.

Vale la pena leer y releer varias veces, esta magnífica definición de la fe, de Hebreos 11:1 ¿no les parece?



enigma


Tuesday, December 1, 2009

LOS QUE SABEN, ENTIENDEN Y ORAN

Hay muchas clases de personas, por cierto.

Afortunadamente, las hay sensibles, solidarias con el dolor ajeno, que son capaces de sentir como propio. Sus almas se compungen, y obran en consecuencia.

Si están al lado de alguien que sufre, se dolerán con la persona, le abrazarán, permanecerán con ella, le asistirán en todo cuanto puedan.

Si están lejos, enviarán su pensamiento positivo, sus palabras de aliento, y elevarán sus oraciones.

Esto está pasando, y me está pasando.

Quienes saben de mi situación, y la de mi esposa, me están haciendo llegar sus palabras de aliento, de sostén, su cariño, su afecto y comprensión. Y sé que están orando por nosotros.

A veces me pregunto si escribo este blog en vano, o si alguien lo lee.

Pero sé que hay personas por allí en el mundo que lo leen, y por eso me atrevo a pensar que cada vez que escribo en él, no es en vano.

Porque me llegan mensajes personales de apoyo, y eso tiene para mí un valor enorme en estas horas.

Amigas y amigos en diferentes países, un día sí y otro también, preguntan cómo estoy, cómo está mi esposa, inquieren por su enfermedad y tratamientos, y por cómo me siento en medio de todo esto.

Para todos aquellos/as que así lo hacen, nuestra eterna gratitud.





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