Sea que estudiemos, trabajemos, y en las relaciones interpersonales al nivel que sea, llevamos con nosotros siempre, el peso de la responsabilidad.
Tenemos la responsabilidad de cuidarnos, y cuidar a otros. La responsabilidad de estudiar como corresponde porque ello nos permitirá tener una vida mejor al ser adulto. La responsabilidad cuando estamos ejerciendo nuestra labor, ya sea manual o intelectual, porque debemos hacer bien la parte que nos toca, y en la cual otros confían.
Fallar, es fallarnos a nosotros mismos.
Eso implica ir a trabajar todos los días, salvo casos de enfermedad o de un serio problema familiar, ser puntuales en el cumplimiento del horario, y desempeñar nuestra función con tal calidad y precisión, que sea útil para la organización a la cual pertenecemos. Eso nos da prestigio, y es nuestro mejor respaldo personal.
Tenemos una responsabilidad para con nuestra familia, en contribuir a los gastos del diario vivir, y a llevar relaciones dignas y dignificantes entre todos sus miembros.
Tenemos una responsabilidad para con nuestros amigos, a quienes queremos y debemos hacerles sentir felices, y orgullosos de sí mismos por los valores que les adornan.
Tenemos una responsabilidad para el país en el cual estamos, y al cual –cuando vamos al exterior—de alguna manera estamos representando, y una responsabilidad de hacer que la calidad de vida sea cada día mejor, cuando estamos dentro de sus fronteras.
Esa calidad de vida, significa un país que no está paralizado, sino que produce abundantemente todos los días. Un país que no está subvertido, sino que respeta y acata a sus autoridades. Un país con un alto nivel de capacitación y educación de su juventud, donde no se tolera la holgazanería ni se la prohíja. Un país donde el orden es respaldado por una fuerza policial bien entrenada, bien equipada, y efectiva, que respeta los derechos humanos, pero que aplica la fuerza cuando es necesario, para que se respete la ley, en defensa del ordenamiento jurídico del país y de los derechos del ciudadano común, a vivir en paz y no con temor permanente y amenazado.
Un país donde no haya venalidad en la justicia, y los criminales no tengan salidas expeditas luego de cometer fechorías, como si nada hubiera pasado. Un país con un régimen carcelario que no fabrique delincuentes, sino que verdaderamente recupere seres humanos útiles para la sociedad.
Un país donde la pobreza haya sido reducida al mínimo, asegurando la dignidad de cada uno de sus habitantes. Un país donde el juego y la diversión sean formas de sano esparcimiento, y no expresiones de barbarie. Un país donde la salud esté protegida por el cuidado del medio ambiente, medidas permanentes y efectivas para evitar accidentes de tránsito, y un sistema de atención médica eficaz, universal, bien dotado en cuanto a la calidad de los médicos y a los instrumentos de análisis e investigación con que se cuente.
Un país con universidades que preparen buenos profesionales. Un país con un transporte ágil, eficiente. Un país con edificios públicos y monumentos limpios, cuidados y relucientes. Un país con gente serena, respetuosa, feliz y orgullosa de pertenecerle.
Y está finalmente un aspecto importantísimo de nuestra responsabilidad, y es un aspecto cálido, agradabilísimo, que nos da gran satisfacción, y es ser responsables por los seres humanos que tratamos, para hacerles sentir seguros de sí mismos, orgullosos de quienes son, y para que tengan felicidad.
Es parte de nuestra responsabilidad prodigarnos en atenciones, en ser serviciales, en ser buenos amigos y compañeros. Realmente es una de las partes más hermosas que nos cabe. Al menos, yo la siento y la practico así, y puedo asegurar que dá resultado, y que como flores, uno en el camino de la vida no sólo va haciendo más amistades, sino que además recoge resultados hasta inesperados, y sobre todo, una larga cadena de expresiones de agradecimiento. Esta responsabilidad interpersonal, es realmente algo muy bello, que vale la pena practicar y vivir.
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