Pensamientos, sentimientos, reflexiones con sinceridad y profundidad, compartidas abiertamente.
Prosa, poesía (a veces) y música selecta, para un encuentro diferente entre quienes quieren participar de mi blog.
Con un decir sencillo y humilde, --como buen uruguayo-- Mario supo desgranar sentimientos hondos, con una gracia pocas veces igualable.
Es propio del intelectual nato, que escribía sus poemas en las servilletas del Café Sorocabana de la ciudad vieja, en Montevideo.
Es propio del hombre que hablaba poco, pero observaba mucho, y de pronto, decía algo, con voz casi queda.
Hoy tengo el gusto de compartir con Uds. su breve poema que él tituló:
Enamorarse y no
Cuando uno se enamora las cuadrillas
del tiempo hacen escala en el olvido la desdicha se llena de milagros el miedo se convierte en osadía y la muerte no sale de su cueva enamorarse es un presagio gratis una ventana abierta al árbol nuevo una proeza de los sentimientos una bonanza casi insoportable y un ejercicio contra el infortunio por el contrario desenamorarse es ver el cuerpo como es y no como la otra mirada lo inventaba es regresar más pobre al viejo enigma y dar con la tristeza en el espejo.
Y para acompañar esta poesía, nada mejor que la inspiración y la música de otro uruguayo: Alfredo Zitarrosa
Tal vez los que son rioplatenses recuerden la letra del tango"Un tropezón", que decía: "un tropezón cualquiera da en la vida, y el corazón aprende asi a vivir."
¡Y vaya si aprende a vivir!
También dice el refrán que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra".
Y yo digo, por mi propia experiencia: dos veces...¡pero no tres! Porque si se tropieza una tercera, ya se es estúpido, tonto o se está lelo.
He tropezado dos veces con la misma piedra. Una piedra bonita, una piedra que lucía como una alhaja, una piedra por la que hubiese dado todo cuanto tengo y cuanto soy.
Pero....el Ser en Si, que protege a aquellos que le aman, ha velado sobre mi. Y lo hizo de tal genial manera, que he debido aprender y acatar su lección.
Suscitó situaciones que me impidieron concretar un plan que tenía, y al quererlo aplicar nuevamene, otra circunstancia surgió que no sólo modificó ese pequeño plan, sino que modificó definitivamente toda una situación que se había ido haciendo cada vez menos sostenible por la falla catastrófica de una de las partes componentes de la misma.
¡En buena hora! Siento una paz interior muy grande, y una reposada alegría.
Porque creo que el Señor me ha quitado un enorme peso de encima. Un peso que comenzó por conquistarme, que luego me subyugó, y que podría haberme enajenado totalmente. Pero Su mano protectora estuvo sobre mi.
Ahora, también en ese aspecto siento que he culminado otra etapa de mi vida. Una etapa que este mes de noviembre cumpliría tres años. Tres años muy especiales, tres años intensos, movidos, dramáticos en el más profundo sentido de la palabra. Tres años de vivencias profundas, de aspiraciones, anhelos, planes, y finalmente, frustraciones acumuladas.
Una experiencia en fin.
No es que eso se vaya de mi mente, como no se irá jamás de mi corazón. Eso deja en mi una huella que sé indeleble!! Tuvo que ser. Estaba escrito. Yo esperé más, mucho más. Las circunstancias no obstante fueron adversas, pero más allá de las circunstancias, está la impronta personal, el trato, la comunicación, la manera de ser, el cumplimiento de la palabra empeñada, el no jurar en vano, el hacerse responsable de lo que se dice, el ser coherente y pensar con senstez. Y eso, justamente eso, no le hubo. Falla tras falla, fracaso tas fracaso, vacío tras vacío, se fue paulatinamente deteriorando algo que en su momento fue extraordinario y hermoso, de todo punto de vista.
Y uno es bueno, y tolera, y perdona, sobre todo perdona, y apuesta nuevamente, y confía, y cree, y sueña....pero nuevamente la realidad muestra que llega un momento en que se está cansado de seguir apostando, de seguir confiando, de seguir dispuesto a darse el cien por ciento, cuando de la otra parte, no hay siquiera la misma resonancia.
Entonces, reconozco que tropecé dos veces, pero ¡no tres!
Cuando la maldad nos toca o nos sacude, cuando la envidia o el despecho se nos arrojan encima, cuando la calumnia y la ignominia hacen blanco de nosotros, más estoicos, más firmes, más conscientes de nuestros valores personales que nunca, debemos plantarnos y no ceder un ápice de terreno.
No responderemos a la indignidad, a la miseria moral, a la inmundicia, volviéndonos nosotros otro tanto.
No podemos, porque somos de otra madera, porque estamos conformados por otros valores, porque esas cosas las dejamos para la resaca.
Seguimos entonces nuestro camino, impolutos, intocados, mirando con displicencia esa escoria humana.
No nos rebajaremos a semejante deleznable nivel. No está en nosotros, no somos así.
Estamos por sobre todo eso.
Cuando podemos sufrir los embates de esas fuerzas malignas, recordamos siempre la frase que un día pronunció un hombre de muchos puntos de vista excepcional: "no te canses de ser bueno".
Ganamos en vida, ganamos en salud, ganamos en mantenernos jóvenes y activos. No hay que cansarse de ser bueno, porque la bondad recoge siempre los mejores frutos.
Muchas personas me dicen que debo mi aspecto y mi vivir mucho más joven que mi edad cronológica por mi buen espíritu. Porque sonrío, porque me gusta hacer chistes con buen humor, porque establezco relaciones de empatía con la gente, aún con desconocidos.
Lo que me pasó en días recientes con enfermeras en el Fairfax Hospital, u hoy, con la optometrista, o días pasados con las empleadas del laboratorio de sangre. Lo que me pasó con un señor en la fila del correo, o con otro señor en la caja del supermercado.
Será que bajito, voy cantando, porque llevo alegría en mi corazón. Porque sé ser agradecido a las bendiciones que Dios me da cada día, y soy muy consciente de ellas.
Porque me siento agradecido a las amigas y los amigos auténticos, los que se juegan por uno, los que están ahí, solidarios, con nosotros, incondicionalmente, los que nos quieren de veras, y nos conocen bien.
Realmente siendo bueno es como se cosecha todo eso.
Y lo maligno de otros, es tan pobre, tan pequeño, tan mezquino, que queda ahí, marginado, hundido en su propia miseria, reducido a su más mínima expresión, la de la propia mediocridad que lo produce.
El 28 de Agosto de 1963, el gran líder de los derechos civiles en Estados Unidos, el Rev. Martin Luther King, Jr. pronunció en la alameda de Washington DC, un memorable discurso, que es recordado por sus palabas "I have a dream"...Tengo un sueño...
Pero ese discurso culminó con las palabras de un famoso negro spiritual, titulado "Free at last!" ¡Libre al fin! que el fogoso orador repitió tres veces para el delirio de una multitud inmensa que llenó todo el espacio libre de la alameda washingtoniana.
Hoy ha sido mi último día de trabajo, luego que me retirara en 2007, y me pidieran si no quería aceptar un contrato en Junio de 2009.
Mi contrato ha expirado, y yo tampoco quería ya renovarlo. No para seguir trabajando en las condiciones actuales, que distaban mucho de las que había cuando fui contratado, y mucho más aún de las que fueron señeras en los 17 años y medio que cumplí mi labor como un empleado permanente.
Pero estoy muy feliz, porque ha terminado una etapa de mi vida, y empieza otra.
Y esta otra la asumo con libertad total de horarios, de estrés, de soportar la mediocridad de algunos, y la maligna insidia de otros.
Amparado en el poder de Dios, y con la firme convicción de haber actuado siempre de acuerdo a los principios que guían mi vida, me retiro en paz, satisfecho por todo cuanto pude hacer y cuanto dí de mi capacidad, mi talento y mi sentido de responsabilidad.
Ahora me siento libre, libre para ser, libre para crecer como individuo. Todas las horas son mías, y pienso utilizarlas de la mejor forma posible.
Está bien trabajar para vivir, pero no vivir para trabajar.
He pues dicho ¡basta!, y en el mismo espíritu de liberación de Martin Luther King, Jr. exclamo a los cuatro vientos. ¡Libre al fin, libre al fin!!!
No, amigas, amigos. No intento hacer ningún proselitismo religioso.
No es a religión a lo que me refiero, sino a algo mucho más básico, más fundamental, más sencillo, pero poderosísimo: tener fé.
Fé no en el ser humano, imperfecto y limitado. Cada vez que hacemos ese ejercicio, terminamos frustrados. Y para eso no necesitamos operar con el lema de "Los Archivos X", de "trust no one", "no confíes en nadie", que es esencialmente creer.
Pero que digan si no los votantes, ¿cuántos chascos se han llevado con sus candidatos/as, luego que han llegado al poder? No, no se puede tener fé en el ser humano.
La fé sólo corresponde al ámbito de lo divino, del Ser en Sí, como me gusta llamarle; de Dios, para que todos me entiendan.
La oración es un diálogo intenso, a solas, sin reloj y sin interrupciones, con Dios. Si no lo practicamos así, nunca vamos a entender cómo comunicarnos, y nunca recibiremos respuestas.
Pero doy testimonio de que cuando se practica la oración intensa, profunda, de todo corazón, Dios siempre responde. No falla.
Tengo innúmeras experiencias de algo muy sencillo y tonto si ustedes quieren. Pero soy un individo muy distraído por estar pensando en cosas importantes y dejando de lado las intrascendentes. Y es entonces cuando tengo que ponerme a buscar mis lentes, que no sé dónde los dejé, o las llaves del auto, o la billetera.
Cuando después de buscar un rato, y agotar mis recursos humanos, me doy por vencido, pues no tengo la más mínima idea de qué fue lo que hice últimamente con alguno de esos objetos y dónde pueden estar, acudo a orar.
Ahora he aprendido a ni siquiera perder tiempo en buscar, oro, y al ratito, como por "milagro", inclusive en un lugar que antes miré varias veces, "¡zás!" aparecen los lentes, las llaves, o lo que sea que esté buscando.
Y esto me ha pasado incontables veces, y orando, jamás me ha fallado la respuesta divina.
Pero les paso a otro plano mucho más complejo y ciertamente importante: el de las interrelaciones humanas.
En una oportunidad, trabajando, tuve una fuerte discusión con una compañera. No me gustan las discusiones, pero tampoco me gustan los atropellos. Y el tener cierta autoridad jamás da derecho al atropello, y sí, a esmerarse por una relación armónica.
Pues bien, discutimos...el resto del día ambos evitamos tener contacto. Pero sinceramente, yo no me sentía bien, por mi interior penaba porque no hubiera habido discusión ninguna, y no guardaba rencor por el enfrentamiento. Entonces oré intensamente por esta compañera, para que Dios tocara su corazón, y quitara de ella la ira. Para que atemperara su ánimo, para que se restableciera la relación entre nosotros. Pero oré fundamentalmente, para que Dios trabajara en el corazón de ella....
Al otro día, ella vino a mi lugar de trabajo, comenzó a hablarme como buscando disculparse, noté la buena intención y aunque las palabras no le fluian facil, me paré, me sonreí, le dije que todo había pasado, que yo quería que siguiéramos trabajando juntos con tranquilidad, nos dimos un apretado abrazo, le brotaron lágrimas de sus ojos. Confieso que me conmovió. Y a partir de esa experiencia, nunca más hubo un problema entre nosotros.
Dios había tocado su corazón. Mi oración había sido escuchada y contestada.
En una experiencia más reciente, una amiga a quien quiero mucho, se enfada conmigo y con razón, porque le asistía toda la razón, y lo reconozco, y lo reconocí sin ambajes. Pero claro, derramó cuanta furia tenía contra mi, y me dijo que nunca más querría saber de mi, y que lamentaba haberme conocido, etc. etc.
Para mi fue terrible. Fue como un vendaval, como una gran tormenta abatiéndose en mi alma. Yo había cometido un grave error, y su reacción era justificada, pero yo por nada del mundo quería perder su amistad. Porque para mi su amistad es algo superior, fuera de serie, algo que nutre mi vida cada día.
Por dias no me escribió un solo correo electrónico. Me desconectó de su blog, creo que su furia era tal que me hubiera hecho poco menos que desaparecer de la faz de la tierra.....entonces, acudí a la oración.
Y pedí, pedí un dia y otro y otro, fervorosamente, con fé, con confianza, que Dios tocase su corazón, que lo hiciese blando y maleable como si fuese de cera, que suavizara toda aspereza, y que volviéramos a poder comunicarnos...
Entre tanto, escribí como tres o cuatro mensajes, y finalmente, ¡el milagro!, ella volvió a escribirme, no fue facil para ella, estoy seguro, no fue facil para mi tampoco. Pero lentamente, y crecientemente se restableció nuestra relación inclusive favorecida por el entredicho. Porque sentamos las bases de una relación muy realista, muy "con los pies en la tierra", muy pragmática, si se quiere. Sabiendo dónde está cada uno y qué puede esperar cada uno del otro.
Y hoy me siento feliz, en paz, ambos estamos en una relación fuerte, hermosa, donde la amistad ha pasado por una tremenda prueba, pero salió airosa.
Otra vez, Dios escuchó mi oración y la contestó.
Ahora alguien de ustedes podrá elucubrar sobre la interacción de un cerebro con otro aún a distancia de kilómetros, entre distintos países. Y alguien podrá teorizar sobre el funcionamiento de los mecanismos del cerebro que hacen que uno se predisponga o afecte de alguna manera intangibles ámbitos físicos, al punto de alterar realidades, y que tal cosa, por tanto no tiene que ver ni con la fe, ni con Dios.
Va a ser mucho más dificil explicar esos extremos, que aceptar la experiencia de fe puesta en obra, puesta en práctica, a través de la oración, y la respuesta divina.
Porque después de todo, no tengo que convencer a nadie de que antropológicamente considerado, el ser humano es un ser dotado para creer, para tener fe. Fenomenológicamente hablando, esto es indiscutible.
Y este de hoy, es mi testimonio, como siempre, abiertamente compartido con ustedes. ¡Sí! Dios contesta nuestras oraciones. Las respuestas vienen, y muchas veces superan aún lo mejor que hemos podido imaginar.
Y ¿cómo se responde a eso?, pues simplemente, con un corazón agradecido.
He escrito varias veces sobre este tema esencial, pero no por ello voy a dejar de hacerlo nuevamente.
No pretendo responder a la pregunta filosófica acerca de si nuestra existencia tiene o no sentido. Sostengo que lo tiene en la medida en que se lo demos. En la medida en que asumamos un propósito para nuestra vida, ¿qué estamos siendo, qué queremos ser, qué queremos hacer?
Hacer y ser van de la mano. Hacemos lo que somos.
Pero la vida nos impone circunstancias finalmente no elegidas sino por responsabilidad social y/o familiar, y entonces no hacemos lo que somos, sino lo que otros quieren que hagamos, porque con ello obtenemos el sustento para seguir viviendo.
Sin embargo, cuando echamos una mirada retrospectiva, verificamos que nuestros mejores años no los hemos dedicado a ser y crecer como individuos, sino a servir a otros, a ser usados por otros en nuestras capacidades, talentos y facultades.
Y llega un momento, antes de ya no estar en condiciones de hacer nada, en que no sólo tenemos derecho al descanso, y al disfrute pleno de los años que nos quedan por delante, sino además el derecho inalienable de ser por y para nosotros mismos.
Ser haciendo lo que más nos gusta, ser disfrutando del solaz, de una paz interior sin estrés, sin horarios fijos, viajando, conociendo gentes y lugares, haciendo más nuestro este planeta, compartiendo con amigas y amigos los ratos más hermosos del encuentro humano.
Sacando fotografías, pintando, escribiendo poesías, cantando canciones, eligiendo películas, escribiendo, organizando actividades, en otras palabras, siendo. Y al ser, dándonos generosamente a otros, no por el salario, sino por algo mucho más fecundo: por el gusto de ser útiles desde nosotros mismos. Por significar algo como personalidades, en medio de una sociedad dada.
Así la vida, nuestra vida, cobra sentido.
Esta claro está, no es una fórmula para quien tiene una veintena o una treintena de años. En esa edad, hay que trabajar duro, hay que forjarse un futuro seguro, hay que desarrollar una carrera, adminstrativa, profesional, artística, etc.
Pero una vez llegados a la edad en que viene el merecido retiro --ganado a lo largo de años-- es entonces cuando no hay que seguir trabajando por aquello de que a fin de mes tenemos sí un dinero más.
Hay que dejar esa pequeña codicia, porque de pronto, se nos fue la vida por completo, y la desperdiciamos totalmente.
Tenemos que ser por nosotros mismos, y para nosotros mismos. Y siéndolo, darnos hacia los demás en aquello en que podemos ser útiles a la sociedad toda.
Yo lo siento así, y por eso, estoy ya con el ánimo de abandonar una tarea extra, que he estado haciendo desde hace más de dos años.
¡Es hora de ser!, ¡es hora de encontrarme esencialmente con el sentido de mi vida!
A lo mejor, varios lectores/as, pueden llegar a sentir y pensar lo mismo. ¡Enhorabuena!
"Perdonares divino", y es cierto, sólo quienes dentro de su ser tienen la presencia de la divinidad, son capaces de perdonar, porque se saben perdonados, son capaces de entender el poder restaurador del perdón, son capaces de ejercer ese poder hacia otros, y sentir en sí mismos sus benéficas repercusiones.
Hay quienes cínicamente son capaces de decir "perdonar es divino, pero yo soy humano", ergo, no puedo perdonar. La justificación para el odio, la venganza, la revancha, está en la misma raíz del desconocimiento de nuestra propia naturaleza. Está en el deshumanizarnos, y desnaturalizarnos de tal manera de dejar de vernos como parte de un todo mucho más vasto que nosotros mismos, ese todo abarcante y trascendente de nosotros mismos, pero que está en la raíz de todo cuanto existe y se transforma, que es la divinidad, o sea el Ser en Sí.
¡Claro! quienes no han accedido o carecen de esa perspectiva, pueden pensar que no pueden perdonar, o que perdonar es un signo de debilidad, o que humilla a quien ejerce el perdón. Muy por el contrario, el perdón restaura el vínculo humano de la armonía y la paz. Perdonar recompone al prójimo y en su recomposición, nos recompone a nosotros mismos, porque opera eso milagroso que es la reconciliación.
Dos que antes se odiaban, ahora de miran de frente y se respetan, y hasta pueden unirse en una causa común. Hay sociedades enteras, hay países donde el perdón debería ser la prioridad socio-política número uno. Perdonar no es dejar de hacer justicia, sino es aplicar una justicia superior, que tiene un poder tremendo cuando se ejerce.
El perdón alegra y restituya la condición humana de quien ha cometido una falta, aunque sea grave. Y esa alegría y restitución, hace que se vuelva a quien le ha perdonado y junte fuerzas para una tarea que necesita del aporte de todos sin exclusiones de tipo alguno.
Sólo una miopía cerril, sólo una ignorancia supina, hacen que muchos no quieran ni oir la palabra perdón, y la sustituyan por la palabra "justicia", pero esa "justicia" es en realidad venganza, y no verdadera justicia. Es un acto de odio, y no un acto de amor. Es un acto que busca la destrucción del otro, y no su humanización.
Hay pueblos que necesitan reconciliarse consigo mismos. Y hay naciones que deberían dejar de tener manía persecutoria, y aprender a apreciar y cuidar el valor del perdón.
Todos hacemos alguna vez algún daño a alguien, aún involuntariamente. Todos necesitamos ser perdonados por otros. Todos tenemos también que perdonar a otros. Nadie puede sentirse eximido de la necesidad de ser pedonado. Nadie puede arrojar la primera piedra.
Entonces, con humildad, hay que reconocer que nuestra situación humana demanda el perdón, exige finalmente ejercer el perdón.
Todos a la vez, necesitamos pedir perdón a nuestro creador y sustentador, al Ser en Sí, al cual aún sin saber, pertenecemos. Y el Ser en Sí nos proveyó de un ejemplo perfecto: Emmanuel (Jesús).
¡Así se perdona! Aún desde la cruz, perdonó a quienes le estaban crucificando. Ese es el ejemplo más maravilloso y más preclaro del perdón. Ese es el ejemplo máximo de la más extraordinaria calidad humana. Perdonar, saber perdonar, querer perdonar, por eso, hace que actúe en nosotros la potencia y la fuerza de la divinidad; de una realidad superior, de una potencia transformadora al grado máximo.
Este fin de semana se hizo realidad en mi, aquello de "el hombre propone y Dios dispone".
Tenía todo listo para un viaje que iba a comenzar el lunes 17 de mañana.
Pero el domingo 16, amanecí con una insólita y jamás antes experimentada taquicardia y arritmia, conjuntamente con una persistente nausea.
No fue sino varias horas después --la inconsciencia de pensar que tenía sólo un problema de mala digestión-- cuando un descenso pronunciado de mi presion arterial (siempre dentro de parámetros normales) hizo que me sientiera a punto de desvanecerme. Allí fue cuando decidí llamar al servicio de emergencia, llegó la ambulancia y me trasladó al hospital más cercano, que me queda a 4 minutos de casa.
Siete horas en sala de emergencia --la C-10 del Fairfax Hospital, en Virginia-- y luego finalmente me pasaron a una sala individual --la I-318-- del moderno edificio destinado a lo cardiovascular, específicamente al piso de la Unidad de Telemetría Cardíaca. Allí siguieron intensamente un tratamiento para volver a la normalidad el ritmo cardíaco y aumentar a la vez mi presión. A lo largo de horas lo lograron, pero ya estábamos en el lunes 17.
Obviamente hube de cancelar mi viaje.
Las causas de la fibrilación atrial, que es lo que tuve, no se han podido determinar.
Para mi significó una prueba. Primero de mi fe. En todo ese episodio estuve tranquilo, en ningún momento me pasó por mi mente la duda de que podría fallecer. Estaba seguro de que habría de salir de esa situación, entre otras cosas porque nunca antes tuve problemas de ninguna índole con el corazón, ni con la presión, y porque confiaba en la calidad del hospital donde se me asistía.
En segundo lugar, puso a prueba mi temple para pasar por todo esto, y a pesar de lamentar no haber podido realizar el viaje programado, pesó en mi más la preocupación por las cosas que dejaba de hacer al no viajar, que la situación misma en que me encontraba.
Doy gracias al Ser en Sí, que me sostuvo y me permitió salir de esta emergencia.
Ahora ya repuesto, pienso en otros viajes que tengo por delante, y que espero hacer.
Pero lo fundamental es que me recuperé por completo, que me siento tan bien como antes de pasar por ese episodio, y que aguardo con expectativa mis vacaciones que comenzaré en Diciembre.
A veces la existencia nos pone a prueba, con reveses como este, con la frustración de un viaje no realizado, con un repentino e inimaginable quebranto de salud. Algo como para hacernos reflexionar de que hoy estamos y mañana podemos no estar. Para que tomemos consciencia de lo efímero que somos, y de la importancia que por lo tanto tiene cada día que vivimos. Y de que --en tanto estamos-- cuánto bien en favor de otros, podemos hacer.
También este episodio ha puesto en el tapete con innegable elocuencia el hecho de que no puedo seguir viviendo solo. De todo punto de vista y a todo propósito, necesito volver a vivir en pareja. Esto lo digo no como pedido genérico o como búsqueda de ninguna dama en particular. Lo digo como sensata reflexión frente a lo que me ha pasado. No me puedo dar el lujo de seguir viviendo solo.
Entre tanto, el calor y el cariño de familiares y amigos, me alienta para sentirme acompañado y seguir adelante.
Cuando sobrevienen algunos momentos complicados, desgraciados, por causa de la mala gente, sentimos más que nunca, la compañía, el calor, el ánimo que nos dan, y el efectivo apoyo por parte de los amigos.
Ellos son los que están a nuestro favor, ellos son quienes van a defender nuestra honorabilidad y dignidad a capa y espada. Ellos nos conocen bien, saben quiénes somos, saben cómo sentimos, cómo pensamos y actuamos. Saben las bases de nuestra fé y nuestras convicciones más profundas.
Esas son las bases con las que contamos, para seguir firmes, erguidos, con la frente en alto, haciendo el presente y planeando el futuro.
Esas son las bases que nos sostienen y nos reafirman en quienes somos: los amigos, los que nos conocen bien, y no de unos meses, sino de años.
A ellos hay que agradecerles todo cuanto puedan hacer por nosotros, además de su solidaridad que ya la sentimos. Pero si pueden quebrar una lanza en nuestro favor, lo van a hacer sin hesitación y sin dudas.
Esos son los verdaderos y auténticos amigos. Los que sin necesidad de pedirles nada, son capaces de emprender iniciativas propias, en favor de la verdad y de la justicia.
Momentos hay en que se necesitan más que siempre. ¡Nosotros contamos con ellos!
Es necesario quitar entidad a las calumnias, a la diatriba malintencionada y a la difamación.
También es hora de hacer responsables a quienes ante una situación planteada, no hicieron absolutamente nada por esclarecerla en primera instancia, sino que sólo supieron sacarse el fardo de encima.
Como dijera alguien: "los molinos de Dios muelen lento, pero muelen...!"
Y como dicen aquí en Estados Unidos, "what goes around comes around", que es algo así como "cosecha vientos y sembrarás tempestades".
Estamos tranquilos, inconmovibles, porque somos individuos responsables, sobrios, y con sentido común. Nuestra vida toda lo atestigua.
En este planeta en que nos toca vivir, hay gente excelente, extraordinaria en muchos sentidos, pero de tanto en tanto, nos encontramos con gente mala, desgraciadamente.
Gente aviesa, de intenciones torcidas.
Gente que si no se sale con la suya, busca hacernos daño.
Y gente a la que por razones que ni conocemos, no les caemos bien, y buscan quitarnos del medio usando cualquier recurso.
Es triste, pero es así.
Vengo de tener una experienciasemejante, y digo la verdad, a veces uno no sale de su asombro y estupor.
Especialmente cuando hay gente de dos caras. Delante de uno todo muy lindo, muy sonriente, plácido. Dos días después, se nos vuelven en contra y buscan dañarnos.
Y luego, quien –como si esperase algo así—no hesita inmediatamente en poner en juego mecanismos para perjudicarnos,en lugar de directa y personalmente esclarecer cualquier duda y cualquier situación que pareciese confusa.
A veces, ciertas personas que deberían ejercer sus cargos sabiamente, son las peores, porque ni siquiera tienen agallas para ejercer su función con probidad, calidad humana, y comunicación eficaz.
Más bien buscan sacarse fardos de encima, lavarse las manos, es un “paso la posta a otros”, y ya no tengo nada que ver con esto.
Actitud cómoda, pero en el fondo deshumanizada e irresponsable.
Así es alguna gente. Yo digo que mala gente.
Gente esencialmente hipócrita.
Eso no va conmigo. Yo soy espontáneo, soy directo, obro con honestidad, no tengo nada que tergiversar ni que esconder, y no me gustan las maquinaciones sórdidas, ni las mezquinas venganzas.
Si alguien tiene alguna vez que señalarme algo, pues me lo dice directo, en la cara y de frente. Pero no anda a hurtadillas escamoteando las cosas, para luego ponerme en una situación desagradable en la que no tendría por qué estar.
Como digo, mala gente. Desgraciadamente, que la hay, la hay.
Pienso que quienes nos han precedido en la partida hacia la eternidad, nos ven, saben lo qué sentimos, lo qué pensamos, lo qué hacemos, porque tal vez desde esa otra dimensión, todo ello es posible, aunque no lo notemos.
De pronto es un pensamiento ingenuo, tonto, pueril. Puede ser...pero, después de todo, me gusta pensar que de alguna manera podemos comunicarnos.
Por eso, hoy le envío esta carta a Alicia, que partió el 18 de Abril del año pasado, y que está presente en mi pensamiento y mi corazón, y sobre todo en ciertos momentos y circunstancias en que me llevan de la mano a ella.
Entonces Alicia, simplemente te quiero contar algunas cosas.
La familia en Iowa está muy bien. Benjamin sigue creciendo, está muy grande. Con 6 años usa ropa para 8. Continúa sus clases de piano, juega al fútbol, al ajedrez!, lee, escribe dictados, y tiene cada tanto frases y actitudes talentosas. Te sentirías muy feliz y orgullosa de tu nieto, tanto como lo estoy yo.
Este año Juan-Pablo obtendrá su "tenure" en la Universidad, y Silvia tal vez cambie de empleo, para uno en Iowa City mismo.
En nuestra área aún siguen todos los trabajos para la ampliación del Beltway, y ha habido y siguen habiendo modificaciones de rutas. La salida a la 66 desde el Beltway ha cambiado ya tres veces.
Han repavimentado todo el tramo de la Woodburn hasta Gallows Road. En el Fairfax Hospital siguen construyendo y ya han levantado otro edificio a la par del más alto que tenían. No sé a qué dedicarán las nuevas instalaciones.
La semana pasada fui al BJ's que queda cerca de la Toti. Para entrar todo muy bien. Para salir, me perdí, y no encontraba la salida a la Duke Street. ¡Si supieras cuánto me acordé de ti!! Y sé que te estarías riendo de mi falta de memoria geográfica. Es que piensa que hace como dos años que no iba allí. Finalmente me orienté, y luego de 15 minutos perdidos en buscar una salida, la encontré y regresé a casa.
Pero en todo ese periplo pensé intensamente en ti, y en lo increíble que te resultaría que no recordara cómo tomar la Duke St.
El lunes --feriado-- fui con Toti a Old Town Alexandria, y le contaba esa anécdota, y le pedí que al regreso a su apartamento, pasáramos por BJ's y me enseñara cómo salir directo a la Duke St., así lo hizo, y es facilísimo. No me voy a olvidar más, ¡te lo aseguro!!.
Esas son las cosas que quería comentarte. Lo otro es que tu hermano y Nora regresaron de un extenso periplo europeo, muy felices de todo lo que vivieron, y que yo iré de vacaciones a Uruguay a partir de Diciembre.
Desde aqui te mando un abrazo y un beso. Me conmueve pensar en ti.
¿Por qué los enamorados?, ¿por qué se aman?, ¿por qué quieren y sienten la necesidad de amarse?, ¿qué fuerza tan extraordinaria les une y cohesiona?
¿Cómo explicar el amor? No, no es simplemente el juego de ciertas sustancias químicas en el cerebro y las sinapsis. Eso es más bien la consecuencia del sentimiento de amar, que hace esos contactos y esas conexiones, así como el chocolate alienta la producción de endorfinas.
Ciertamente hay un ineludible componente físico. Es la belleza del cuerpo de la otra, del otro, el que provoca la primera atracción, y seguramente dispara un montón de conexiones cerebrales y de sensación placentera.
Pero hay algo más. Cuando lo que nos enamora es un ser humano concreto en medio de miles y miles de millones en el mundo, o de cientos a nuestro alrededor cada día de vida, cuando lo que nos enamora es una personalidad, su presencia, sus modales, su voz, su inteligencia, su cultura, su fineza en el trato, su sentido solidario, su sensibilidad, su romanticismo...eso va más allá de lo meramente físico.
Eso se enraba con un prototipo de valores que tenemos profundamente internalizado y que encuentra en la persona una representación concreta y específica de ellos.
Entonces surge espontáneamente, la belleza del enamoramiento, del romance, que no admiten explicación racional alguna. Que no la necesitan tampoco. Simplemente ocurren.
Es un verdadero milagro, el milagro que fundamenta la consecución de la vida misma y de la especie sobre este planeta que llamamos Tierra.
Ese amor en nuestros corazones, es después de todo una chispa divina, pues la quintaesencia del Ser en Sí, ese que solemos llamar Dios, es el Amor.
Amar pues, es conectarse en alguna manera con el cielo, es establecer un diálogo de sentimientos magníficos y superiores. Es la excelsitud y exquisitez del encuentro de dos almas que tienen mucho en común y lo quieren vivir juntas.
Se me ocurre que estas disquisiciones ayudan al menos a contestar la pregunta: ¿por qué los enamorados?
El amor simplemente es, surge, se desarrolla, crece, se profundiza, se expande, se comparte. No busca lo suyo, no es egoísta, no espera recompensa, se da generosamente. No puede racionalizarse, buscársele lógica, pues no la tiene.
Por eso al amor tampoco se le puede reglamentar ni ponerle bretes. Tiene que vivirse en la espontaneidad de lo libre, de lo que tiene por atadura el sentimiento mismo que une a dos que se aman.
El amor se vive con sencillez, sin pompa, sin ceremonias. No necesita de documentos, que lo acrediten. Se acredita por sí mismo en la realidad de una esplendorosa vivencia.
¿Por qué los enamorados?
Deja latir tu corazón, enamórate, vívelo, y lo entenderás todo y comprenderás todo.
He escrito ya varias veces que vivimos confiando. Se necesita confianza para vivir.
Confiamos en quienes ni siquiera conocemos, no sabemos sus nombres, sus costumbres y estilo de vida, sus antecedentes clínicos, nada. Puede ser el conductor del bus o del taxi en que viajamos.Y al ascender al vehículo, ponemos cuanto somos en sus manos. Toda nuestra vida.
Confiamos en lo que declara en su etiqueta un alimento que compramos. A veces la etiqueta no dice la verdad y tiempo después el producto tiene que ser retirado del mercado. Pero entre tanto, lo consumimos...
Vivimos confiando. Se necesita confiar para vivir.
Me pregunto a veces por qué, en cambio, entre personas que se conocen, que saben el estilo de vida que les corresponde, que saben de su salud, que saben cómo piensan, qué principios rigen sus vidas, etc. sin embargo, se plantean de pronto crisis de confianza, que a veces son llevadas a extremos paranoicos.
Es el caso del marido o la mujer celosa. No tiene pruebas, no tiene evidencias, pero cela...no confía, y se angustia, se amarga, se pone violento/a, hay discusión, y finalmente ¿qué hubo en concreto?...nada, o a lo más un mensaje cibernético, o unos...
Sí, pero el contenido era revelador!...De acuerdo: entonces, hay que actuar con sabiduría. Primero: no perder la calma, porque nos quita la razón, y además nos crea un problema más. Segundo: razonar con tranquilidad, midiendo con precisión la gravedad de la situación; Tercero: si tanto nos duele algo es porque amamos, y si amamos, actuemos con amor. Cuarto: actuar con amor significa: explícate, dime la verdad. Y cuando se conoce la verdad, agradecerla, darse cuenta que es algo que en ese momento tiende un puente y une, por sobre todo porque es la verdad más allá de la índole intrínseca de la misma. Quinto: analizar y reconocer los propios errores. Si la persona ha entablado una comunicación con otra ¿qué la motivó?, ¿por qué la necesitó? ¿cuál ha sido nuestra propia falla que abrió lugar a eso otro?, ¿es posible perdonarse mutuamente y reconciliarse?
Ese proceso restaura confianza, y la profundiza y agranda. Porque involucra y pone en juego el elemento fundamental que es el amor. Y porque una vez que hay reconciliación, hay más unión y mayor comprensión de la dimensión humana y por tanto imperfecta de cada parte.
Hay pues que vivir con confianza y confiando. Pero cuando ocurre una crisis, hay que saber superarla, ¡con confianza! Confianza en que es posible, confianza en uno mismo, y confianza en el otro o la otra.
Alguien me decía en un autoanálisis despiadado:"soy una mala persona". Y yo que conozco a esa persona le decía que no. Y sé que no es una mala persona. Que en múltiples aspectos de su vida es una persona excelente. Sólo que de pronto adquiere conciencia de que en un aspecto falla.
No se tiene piedad para reconocer que es humano errar, equivocarse, fallar. ¿Es posible corregir la falla, es posible volver a empezar, es posible el borrón y cuenta nueva? ¡Sí claro que es posible!.
Para eso se requiere voluntad, fortaleza de espíritu. Y se requiere tomar una decisión firme que en el momento nos puede doler. Pero vale la pena si nos hace más dignos y nos afirma en quienes somos.
Hay otras formas de superar esa falla volviéndola en elemento motivador para introducir cambios positivos en la vida, que la modifiquen que la transformen, que abran nuevas avenidas a un mañana distinto.
Si la persona es soltera, tal vez la solución está en casarse. Si la persona es casada, tal vez la solución honorable es divorciarse, y casarse con quien quiere.
Y si la persona no quiere abordar ninguna de esas modificaciones, entonces lo que debe hacer es retirarse, es desaparecer de la escena, en forma definitiva y radical.
O bien la persona se acepta tal cual es, internaliza sus propias fallas, las supera con todo lo demás que hace, y sigue, contentándose con hacer posible, lo que es posible.
Tiene apenas 6 años, pero usa ropa para tamaño de 8.
Es alto, con una espalda atlética.
Lee cosas sencillas, y escribe al dictado. Juega al fútbol y aprende el piano.
Sus pesonajes favoritos en la TV son el monito "George", y "Scooby-doo". "George" ya pasó un poco en su preferncia, pero "Scooby-doo" le apasiona.
Va a la escuela primaria, está obviamente en primer año.
Acá en Estados Unidos es otoño, y las hojas de los árboles caen generosamente, haciendo una alfombra en jardines, veredas, garajes, etc.
Esta semana, durante tres días consecutivos, él solito, con un rastrillo y una pala, estuvo limpiando las hojas que habían caído en toda el área frente a la entrada al garaje de su casa.
Fue su propia iniciativa. Nadie se lo pidió. Y cuando le preguntaron por qué lo hacía dijo: "Mis padres hacen tanto por mi que yo quiero hacer algo por ellos"
¿No es maravilloso que un niño de 6 años tenga ese amor por los padres, ese reconocimiento a lo que sus padres hacen por él, y que sienta que él debe hacer algo por ellos? Y su disponibilidad a trabajar duro, porque ¡se llenó toda una bolsa con hojas!
Realmente me siento muy orgulloso de mi nieto. Este primer descendiente estadounidense de mi familia. ¡Es un valor!
Un día mi hijo conversando conmigo me dijo que el día que yo ya no esté en esta exisrtencia,podré ser recordado --entre otras cosas-- por algunas frases típicas mías, tales como "la mentira tiene patas cortas"
Y es muy cierto. Se miente para ocultar algo que nos avergüenza. Se miente para hacer daño a una tercera persona. Se miente para excusarse de una falla o una falta.
Las razones pueden ser múltiples, pero en el fondo, nada justifica una mentira. Y la mentira a la postre dura poco, la verdad de alguna manera, aún la más insólita o inesperada, surge, y un universo parece repentinamente venirse abajo.
Es que finalmente la mentira termina dañando a quien la profiere, pues le quita autenticidad, respetabilidad, y la confianza que otros pueden tenerle.
Deteriora la imagen propia, la disminuye, y hace que todo cuanto diga o haga se tome con pinzas.
Si algo restituye una imagen dañada por la mentira, si algo renueva fortalecida la confianza, si algo devuelve la autenticidad a una persona, es decir la verdad. La verdad absoluta, total, a rajatablas, aunque duela, aunque pueda tener consecuencias de pronto no queridas, aunque muestre un lado flaco de uno.
Pero también es cierto que cuando la verdad resplandece, entonces, esa corrección de camino o de conducta, ese dejar la mentira atrás y volverse hacia la verdad, enaltece a quien lo hace, y genera nuevamente confianza, restituye valores.
Hay circunstancias aciagas, desgraciadas, que a veces más que una mentira nos llevan a inventar una excusa. Pero a la postre eso no sirve.
Es cierto que a veces a un enfermo no se le transmite toda la verdad, o la gravedad de una situación. Es cierto que a una persona anciana, que ha querido mucho a alguien, no se le da la noticia de que ese alguien falleció, por ejemplo. ¿para qué desatar angustia y dolor en quien por su edad debe estar distendida, tranquila y pasar plácidamente los últimos años de su vida?
Esas suelen llamarse "mentiras piadosas". En el fondo, están nutridas de un sentido de simpatía por la persona a la cual se le dicen, simpatía que envuelve afecto, cariño o hasta admiración.
Pero realmente son las situaciones excepcionales. En las normales de todos los días, la mentira deteriora las relaciones humanas y por tanto debe ser dejada de lado.
Amistad....palabra que encierra el vínculo más hermoso y desinteresado entre los seres humanos, luego del amor.
Las amigas y amigos --no me canso de repetirlo-- no nos vienen dados como la familia. No están cuando nacemos.
Las amigas y amigos son seres humanos que van apareciendo a lo largo de ese camino que es la existencia, y como flores que lo adornan, realmente adornan y perfuman nuestro corazón.
Ellas y ellos son los compañeros/as silenciosos/as, confiables, leales, con quienes podemos compartir las cosas que ni siquiera decimos a nuestros familiares, ni aun a los más allegados --padres, hermanos/as, primos/as, esposos/as etc.
Son en buena medida, nuestros/as confidentes. Son aquellos con quienes nuestra vida se hace más llevadera, porque nuestra felicidad es compartida, pero también nuestros problemas, dudas, penas y dolores.
Son los que nos tienden una mano cuando la necesitamos. Sea en algo material o espiritual. Es el consejo sabio y oportuno. Es la preocupación genuina por nosotros. Es el darnos orientación y ayudarnos a ver nuestra situación, con la perspectiva de alguien que está fuera de ella.
Son los que nos dan un apretado abrazo y se ponen a nuestras órdenes cuando tenemos que hacer una mudanza, hacer un trámite, el luto nos embarga, en fin, las mil situaciones en las que realmente alguien más con nosotros, es una ayuda en el momento más necesario y oportuno.
Son también quienes de pronto nos arriman un dinero que nos ayuda a hacer frente a una situación imprevista, dificil, que de golpe nos complica nuestras finanzas. Algo inesperado, una reparación en la casa, en el auto, la adquisición de algo para lo cual no podemos de momento comprar. Ese dinero que se nos da, no está comprando nuestra alma, y ¡sería un verdadero insulto pensar que la amiga o el amigo está pretendiendo algo semejante!
Ese dinero es una expresión concreta de su amistad y de cuánto nos quiere y valora. Debemos aceptarlo como de quien viene, y es un homenaje a nuestra honradez, a nuestra buena administración. Están confiando en nosotros. Ese dinero no tiene precio, no es dado a la espera de algo, brota de un corazón solidario y generoso. Busca ayudarnos, no está condicionado a nada, no tiene una tasa de interés adjunta, ni espera ser devuelto, si es un regalo, o espera ser devuelto cuando sea posible, en su totalidad.
Yo he sido personalmente una persona renuente a pedir dinero. Me parecía humillante, pero hube de cambiar de parecer cuando las circunstancias demandaron sin alternativa posible, que lo necesitaba, y ahí acudí a amigos. Y tuve inclusive ofertas sin necesidad de pedir nada. Cierto, fue dinero en préstamo que devolví en su totalidad apenas me fue posible.
Quedé satisfecho luego de esas experiencias por dos cosas: primero, por la confianza depositada en mi. Esos amigos me estaban honrando al darme ese dinero. Y luego, por cumplir mi palabra de no quedarme con ese dinero ni un minuto más, cuando estuviera en condiciones de devolverlo, y así lo hice. Y eso cimenta aún más confianza y amistad.
También alguien una vez me pidió un dinero para ver a un médico. En su situación no necesitó explicarme que lo precisaba, y bastó su palabra para que se lo diera. Mi esposa entonces entendió que yo le había hecho un préstamo a ese amigo. Yo en mi fuero íntimo no pensé que me fuera a devolver ese dinero. Era como un regalo que le hacía. Y así sucedió. Jamás se lo reclamé.
Los amigos verdaderos, estamos para eso.
Somos amigos en las buenas circunstancias y en las malas, en las tristes y aciagas. Nos damos a nuestros/as amigos/as con el verdadero propósito de serles útiles.
Una amistad semejante, es el más grande valor que podemos cultivar a lo largo de nuestra existencia.
Habemos quienes tenemos la gran dicha y la felicidad de cultivar muchos/as amigos/as a nivel internacional inclusive, y de mantenerles. No estoy diciendo gente conocida, inclusive gente que tratamos todos los días. Estoy diciendo amigos/as.
Conmigo sucede eso. Tengo una buena cantidad de amigos/as, a quienes respeto y admiro por sus valores personales, por la calidad que tienen como individuos, para quienes estoy a las órdenes en todo lo que pueda hacer por ellos/as, a quienes si puedo me gusta visitar y verles personalmente, pero con quienes por el maravilloso vínculo de la Internet, me mantengo en permanente contacto.
Un hermoso texto en inglés, que aquí traduzco dice de la amistad:
Si estás solo/a, seré tu sombra Si quieres llorar, seré tu hombro Si necesitas estar feliz, seré tu risa Pero cada vez que necesites un amigo Simplemente seré yo mismo
¡Tengo que anotarlo en mi calendario! Ayer, viernes 30 de Septiembre de 2011, fue un día totalmente feliz para mi.
Ciertamente, concedo, no todos los días son felices, o tan felices, pero ayer sí. Ayer todo funcionó a la perfección, todo salió bien de la mañana hasta esta madrugada.
No voy a entrar en los detalles, pero desde el tráfico, hasta el lugar para estacionar mi auto en el garaje del Metro, pasando por encuentros personales y cibernéticos, todo fue excelente, de primera calidad!
Y realmente eso hizo mi día. Un día placentero, un día en que a la noche pude dormir muy bien. Un día en que sentí el gozo de estar vivo, de tener tanta gente que me quiere y me quiere bien.
Pero también, y eso complementó mi felicidad personal, un día en que pude expresar mi cariño y afecto a otras personas, y decirlo, demostrarlo, un día en que hubo encuentro de almas y de mentes.
Y es entonces cuando reflexiono algo básico: la felicidad, esa que queremos y anhelamos tantas veces, consiste no en cuántas cosas tenemos, sino en cuánto más somos. Cuánto más somos de humanos, de solidarios, de compañeros, de sensibles, de tiernos, de amorosos, de amigos leales. De cuánta confianza y simpatía nos sabemos granjear y damos recíprocamente.
La felicidad parte de la base de una actitud nuestra hacia el otro o la otra. Una actitud de acogida, de recibimiento con beneplácito, de gusto, de búsqueda de entendimiento, del establecimiento de una empatía. Y se llega a un punto de diálogo, en que se rompen tabúes, se rompen esquemas esclerosados, y mucha artificialidad, y se llega a lo muy personal, sin prejuicios y sin miedos. Se llega a intercambiar autenticidad.
Se llega a la calidad de un diálogo comprensivo y profundo, íntimo diría, donde es posible entenderse en las palabras dichas y en las no dichas.
Todo eso constituye un conjunto, un paquete, que lleva por rótulo: felicidad.
La felicidad pues,se teje con la fibra de lo humano.
Las cosas, no nos proporcionan felicidad. Puede que algunas nos den comodidad, pero no felicidad.
La felicidad es nuestra relación armónica, de paz y de amor con el prójimo. Y muy muy especialmente con nuestras amigas y amigos.
Mi deseo más ferviente, es que todas y todos ustedes, puedan llegar a sentir esa felicidad honda, genuina, que brota del corazón.
Como es habitual, acompaño en general estas notas escritas, con una música.
La música podría ser de muchos autores o intérpretes. Y aunque tal vez les sorprenda un poco, tengo mis razones para haber elegido a Elvis, y una canción que en su momento fue un éxito, y que es un símbolo de la época feliz de estudiante. Se titula "I want you, I need you, I love you" (Te deseo, te necesito, te amo). Disfrútenla.