Dando gracias!!!

No es que no tenga tema para escribir.
¡Siempre los hay!

Pero a veces es bueno hacer un paréntesis, un alto en el camino, en esta vida agitada que a veces no nos deja casi tiempo para ser nosotros mismos y pensar con calma. Y en ese alto en el camino, abrir nuestro corazón para ¡dar gracias!

Y mis primeras gracias son al Ser en Sí, a Éste que presente detrás de todo cuanto existe, exhibe una inteligencia creadora, sostenedora y transformadora, que nosotros, ínfimos humanos, jamás podríamos siquiera reproducir, pero que --ciertamente a nuestra escala-- podemos emular.

Y a partir de allí, dar gracias por la naturaleza, obra de Su creación evolutiva. Y saberme hermano de las estrellas, de las rocas, de los vegetales, del reino animal al que pertenezco.

Y dar gracias a mis congéneres humanos, que habitamos por ahora este único planeta del que disponemos a pleno, para ser sabios preservadores de su integridad.

Y dentro de ellos, a mis amigas y amigos que tanto me quieren, me valoran, y quienes yo quiero tanto, entrañablemente, y siento que mi vida tiene sentido también por ellos y gracias a ellos.

Y en el más reducido núcleo, a la familia, dada directamente, sin proponérmelo ni buscarla. Pero que despierta los lazos más profundos, como el que se tiene con padres, hermanos, hijos y nietos, y primos y sobrinos, y los parientes políticos.

Dar gracias porque estoy y porque soy. Por lo que he llegado a ser, y por lo que aún puedo ser en el tiempo que me quede por existir.

Por todo lo que he vivido, experimentado, conocido, y aprendido.

Por poderme dar a otros, con el afán de hacer el bien, aunque sea en una escala muy menor, pero válida. O a muchos, llegando con mi pensamiento plasmado en libros, videos y conferencias.

Y dar gracias, como siempre las doy, por la salud, el bienestar, la comida que me alimenta, el techo que me cobija, el automóvil que me transporta, la libertad en la cual soy, y la paz que me rodea.

Gracias por poder viajar, conocer otros pueblos, culturas y costumbres. Por poder leer y así incorporar conocimiento.

Gracias por poder amar, porque sólo amando, realmente soy y me realizo como ser humano.

Cada una y cada uno de ustedes, piense, reflexione, y plantéese por cuántos motivos dar gracias.



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Persiguiendo ¿un imposible?...

De tanto en tanto se aparece alguien con alguna pregunta un poco escabrosa.

Pero me escribieron diciendo que hablo tanto de estar enamorado del amor, y del sentimiento del amor, y entonces me preguntan cuál es mi ideal de mujer.

Primero tengo que hacer referencia a lo visible y luego a lo que no se vé.

¿Por qué en este orden? por la sencilla razón que el primero de nuestros sentidos en captar a otra persona, es el de la vista. Si lo que vemos no nos resulta agradable, ahí nos detenemos. Si en cambio nos resulta agradable, entonces proseguimos con una exploración más cuidadosa.

El hermoso rostro de la actriz Diane Lane, ejemplifica mucho de lo que me agrada en el rostro de una mujer. Ojos grandes, expresivos. Una nariz recta, pero nada exagerada. Unos labios carnosos, que dan ganas de besar. No me gustan los labios finos, que casi son una raya. Tampoco los demasiado gruesos.

Un cuello elegante, sin ser exagerado, para culminar tanta belleza.

Si continúo descendiendo con la mirada, me agradan las mujeres que tienen buenos senos --tipo Scarlett Johanson. Francamente lo considero un atributo femenino indispensable. Las chatas no cuentan con mi aprobación. ¡Lo siento!

Cintura y caderas tienen que notarse con buenas curvas. No con una continuidad en que es indescifrable lo uno de lo otro. Pero tampoco me agradan las damas que tienen cinturitas de avispa y unas caderas de vaca, ¡jaja!

Y las piernas son otro detalle femenino muy importante. En general el más difícil de hallar hermoso.

Piernas elegantes, bien torneadas, pero no rectas o como una especie de tubo, ni tampoco flacas como patas de una mesa. La foto que acompaña este escrito muestra piernas a mi gusto. Si se analizan un poco, se verá que debajo de la rodilla, y de frente, sobresale una delicada curvita, en tanto es completada por una hermosa pantorrilla y agradables tobillos.

En cuanto a estatura, la prefiero pequeña. Un metro con sesenta centímetros me va muy bien.

¿Edad?...no más de 45 años.

Creo que he sido muy explícito (tal vez desacostumbradamente demasiado), pero quería satisfacer la interrogante planteada.

Ahora en cuanto a lo que no se vé, pero importa: decente, sincera, culta, inteligente, coherente, responsable, romántica, fiel, íntimamente apasionada, buena administradora. Si tiene educacion terciaria, mejor. Si sabe o gusta cocinar, excelente, pero no es un factor excluyente. Y obviamente, que ocupe su tiempo creativamente en el ejercicio de una tarea concreta. No adicta a drogas o al alcohol, no fumadora, y VIH negativa.

Que guste de la lectura, la buena música, el teatro, el cine, paseos al aire libre, viajar. Una cena a la luz de las velas con música suave de fondo, o una caminata tomados de la mano a la orilla del mar, en una noche iluminada por la luna.

Creo que ya he dicho lo suficiente.

Si alguien se da por aludida, puede escribirme o comentar esta nota, aunque no lo hago con ese propósito.

Espero que con esto, el amigo que me formuló la pregunta, se dé por satisfecho.



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Las cosas de la vida....

Tal vez no exista mejor símbolo del amor que éste corazón que está
conformado por dos que se hacen uno. Dos entrelazados de manera inseparable, casi como una "cinta de Moebius".

No los pueden separar la distancia geográfica, las diferencias de edad o las diferencias culturales.

Hay algo más intenso y más fuerte que todo eso, algo para lo cual no existen palabras que lo puedan explicar, pero que les une con potencia increíble.

La mente, un análisis frío y detenido de las situaciones de cada individuo, de pronto les indica que deben irremediablemente separarse para siempre. Que lo mejor para ambos tal vez, quizás, sería aplicar una cirugía drástica, que separara a ambos corazones, definitivamente.

Para que cada cual continuara latiendo independientemente, libre.

Pero la tal cirugía, si bien separaría los corazones y los dejaría libres, tal vez también podría implicar la muerte de ambos, porque solos no pueden seguir latiendo, porque sólo tienen vida estando juntos.

Entonces, ¿qué hacer?

En momentos en que se debatía la operación quirúrgica, y toda la razón abogaba en favor de la misma, los corazones latieron más intensamente que nunca, y se transparentaron en un diálogo único, todo el sentir del uno al otro como no lo habían hecho anteriormente. Y supieron que el amor que siempre tuvieron había de pronto alcanzado una cúspide a la que nunca antes habían llegado.

Esos dos corazones se hicieron más uno, como jamás lo habían sido antes.

Y ahora, en tanto la vida continúa, y hay que enfrentar la racionalidad, lo conveniente y adecuado, lo que a todos parece bien, lo que hay que hacer en mérito a considerar inocentes terceras partes,
y rebajar la relación de esos dos corazones a un nivel que es en realidad un sinsentido, sin embargo, --como tras bambalinas-- ambos corazones siguen siendo uno, latiendo al unísono.

Saben que se necesitan mutuamente, indispensablemente, irrenunciablemente.

¿Dónde y cómo terminarán esos dos corazones? Sólo el Ser en Sí lo sabe. Pero también el Ser en Sí, que es la fuente del Amor por excelencia, sabe qué es lo que une a esos dos corazones. Y sabiéndolo, como sabiendo el Amor que tiene por cada uno de esos seres, es posible que se abra un futuro insólito, sorprendente....

Todo cabe, en las cosas de la vida...

Nota: el escrito precedente es una alegoría.



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México: una fiesta para los ojos y la cultura

Tal vez como pocos lugares en la Tierra, México muestra al visitante el drama del encuentro de dos culturas, la indoamericana, y la colonizadora española.

De allí surge una tensión histórica, y de allí también que desde los rostros de muchos de sus habitantes, hasta los templos, imágenes, estatuas, etc. de los mayas y aztecas, México sea una fuente inagotable de información histórica, de estudio de las culturas indígenas, de trabajo para arqueólogos y antropólogos, de análisis para sociólogos, y de disfrute visual para el simple turista.

México es un país que tiene con qué. Por su extensión territorial, por su riqueza natural, por su nutrida población, por su peso geopolítico en el panorama de las Américas.

Y de México, no más que en el Distrito Federal, o sea, el corazón de la capital, uno queda impactado por la audacia edilicia de los arquitectos, por la belleza de sus edificios y su formas no convencionales. El Paseo de la Reforma, --lugar obligado si los hay-- es un despliegue de ello, como lo atestigua la foto adjunta.

Y uno se vuelve además, tratando de aprender un montón de nombres de comidas y de palabras que nos suenan raras a los rioplatenses. Eso, sin decir que algunas nos cuesta pronunciarlas, francamente.

Así podemos saborear el agradable dulce de un atole de vainilla, de canela o de cajeta, o un champurrado, y por qué no unos chilaquiles bien sabrosos, o un pollo acacahuetado, o una sopa de pozole, un guacamole, y de postre una horchata o una capirotada.

Bueno, después de zambullirme entre esos platos, y a veces sentir arder la lengua y la boca por el chile, remoto mi criolla costumbre con mi jícara y mi popote, ah! perdón, aquí la traducción: mate y bombilla.

Pero ¡qué lindo y cuánto se hace querer México! Con su gente sencilla y servicial. Con su forma de hablar tan simpática. Con sus calles barridas y cuidadas a diario. Con sus edificios públicos y monumentos inmaculados.

Y aún así, en un programa de televisión, un doctor invitado hablaba de que no sólo existe la contaminación ambiental, o de sonido, sino que existe también la contaminación visual. Esto a propósito de que en pre-temporada electoral, la ciudad luce muchos carteles de publicidad de los candidatos.

Y decía este profesional, que donde hay un pueblo participativo, en una democracia, surge de la propia gente organizarse para mantener la ciudad pulcra, limpia, luciendo bien.

Y en el Distrito Federal la gente se ha organizado para denunciar y quitar el exceso de publicidad política que afea la vista de la ciudad que es de todos, y principalmente patrimonio del pueblo que la habita.

Tomen ejemplo Montevideo y Buenos Aires, dicho sea de paso.



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Con la paz en el alma

Estoy nuevamente en la capital mexicana. Esta vez me trajeron negocios y unos reportajes.

Lo de negocios es casi un decir. Se trata de contribuir a una página web con una temática científica.

Por otro lado, he accedido a un reportaje, me han llevado a recorrer lugares históricos, y esta tarde visité el museo más reciente y moderno con que cuenta la ciudad, y el más grande de América Latina, con estupendos murales de David Siqueiros, cuadros clásicos, y esculturas de Rodin y de Dalí. Me refiero al Museo Soumaya, cuya foto ilustra esta página.

También he tenido que hacerme cargo de algunos asuntos personales, y aunque la resolución de los mismos no es la que más me hubiese agradado, sin embargo la acepto a plena conciencia, y creo que es la mejor.

Esa aceptación me concede una gran calma. Haber en todo momento actuado rectamente, haberme hecho acreedor a la confianza depositada en mi, haber podido entenderme en profundidad con la persona con quien tuve que dialogar, y vaya si hubo extensos diálogos, me ha dejado un panorama claro, y un relacionamiento de futuro que espero sea provechoso.

Cuando el viernes retorne a Estados Unidos, lo haré con el corazón contento, sintiendo que el viaje valió la pena, y con la paz en el alma.

Ahora a mirar el resto del año con todo lo promisorio que el mismo tiene, esperando en lo que humildemente pueda aportar a nivel individual, ser útil a la sociedad, a mis congéneres, y mirar con renovada esperanza el futuro.


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A 3.042 kilómetros de distancia....

Los amigos y amigas se quieren en serio.

Y cuando uno sabe que caen enfermos está demás decir que surge una preocupación.

Si les podemos ver, visitar, estar con ellos, es una cosa. Pero cuando a uno le separan más de 3 mil kilómetros de distancia...entonces se pasa a depender de las comunicaciones cibernéticas.

Todo va bien mientras la persona allá distante nos escribe de sus padeceres y sus proezas para seguir trabajando, aunque el cuerpo le pide reposo.

Pero de pronto surge un silencio en las ondas. Pasan 23, 24, 27 horas y nada...y entonces con cada minuto que transcurre aumenta nuestra preocupación, al punto de comenzar a angustiarnos.

Y a uno le surgen las preguntas: ¿estará bien?, ¿habrá empeorado?, ¿estará en su casa?, ¿debieron llevarla del trabajo a un hospital?...¿qué habrá pasado?

No es ciertamente por un sentido trágico de la vida, sino por una cuota de realismo que uno llega a plantearse todas esas hipótesis, a medida que transcurre el tiempo y aunque enviamos mensajes, no recibimos contestación.

Hasta que de pronto, el tintinear del BlackBerry nos dice que hay novedades, y el Mensajero nos trae sus palabras, y entonces nos vuelve el alma al cuerpo, recobramos la calma, el contacto se ha restablecido...

¿Qué pasó?, ¿por qué el silencio?...porque 24 horas antes, la persona enferma estaba agotada, ya no tenia ni voluntad ni ganas de escribir ni leer nada...Sólo quería acostarse y dormir.

Entendible, justificable, pero....del otro lado, es uno el que está pendiente...

Finalmente la comunicación se restablece y nos devuelve la tranquilidad que estábamos necesitando.

Es que las amigas y los amigos ¡son cosa seria!

Son parte intrínseca de nuestro diario vivir. Sin ellas y sin ellos no seríamos nosotros mismos. Asi de importantes son. Asi los siento y los considero.



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