Sunday, September 30, 2012

Una ciudad que conquista

¿Qué tiene que tener una ciudad para conquistar la voluntad de uno, de querer volver, y de llegarla a amar?

Primero que nada, higiene. Una ciudad prolija, limpia, donde sus monumentos está respetados y lucen tal cual debe ser, sin carteles pegados y sin graffiti. Donde se puede caminar sin encontrar veredas rotas, o residuos de animales.

En segundo lugar, una ciudad con excelentes servicios de transporte. Buses que no hay que esperarlos 20 minutos o media hora.  Taxis en abundancia.

Luego, lugares únicos y exclusivos en el mundo, por su historia, por su valor arqueológico y cultural.

Y lo fundamental; su gente.  Gente amable, atenciosa, que le hace sentir a uno que es bienvenido donde esté. Gente dispuesta a servir con premura y calidad.

Una arquitectura hermosa y pujante. Empresas sólidas y de calidad en las múltiples ramas de la actividad industrial y comercial.

Todo eso hace que uno se enamore de la ciudad y que siempre tenga motivos para volver a ella.

La ciudad en particular a la que me refiero es la de México, el Distrito Federal.

Hace décadas, Buenos Aires, la capital de Argentina era así. Tenía un ritmo espectacular, una vida al atardecer y la noche que invitaban a trasnochar, excelentes servicios de transporte, y lucía bien iluminada y bella. Hoy lamentablemente no es así. Desde tolderías en la propia Plaza de Mayo, a graffitis en las hermosas esculturas en mármol blanco de su Congreso y alrededores, han modificado la imagen otrora espléndida de una de las capitales más importantes de América del Sur.

Y no hablo de mi pequeña Montevideo, descrita en la década de los 40s como "bella tacita del Plata" y mucho antes, por Salvatore Granata y su troupe carnavalesca "Al real 69" como "Montevideo qué lindo te veo, con tu Cerro y tu Fortaleza", según recordaban mis padres, porque ahora es la antítesis de lo que uno quiere encontrar en una ciudad.

Pero tal vez, de las comparaciones y de las notorias diferencias, más se valora lo bueno que se encuentra en una ciudad. Y la ciudad de México, tiene mucho que ofrecer al turista, al intelectual, al hombre de negocios, etc.

Claro, los mexicanos que la viven todos los días, seguramente también la sufren. He leído del Periférico (una ruta que bordea la ciudad) que se inunda a veces y dificulta el tránsito. Pero díganme de su Universidad, de su estadio, de sus rascacielos, de sus puentes y amplias autopistas, háblenme del Ángel de la Independencia, del Monumento a la Revolución, del Zócalo y Tlatelolco, de las excavaciones arqueológicas y la Catedral, del espectacular y novísimo Museo Soumaya y lo extraordinario del Museo Antropológico --algo único en el mundo y del más alto nivel. La historia que cuenta el Castillo de Chapultepec, el Palacio de Bellas Artes...en fin. Los mexicanos pueden sentirse bien orgullosos de su ciudad capital.



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Friday, September 28, 2012

Nuestra responsabilidad

Una sociedad funciona por la responsabilidad de quienes la componen.

Hay una manera ciudadana de entender, de manejar valores, y de hacer las cosas.

En "yo primero", la prepotencia,el "a mi que me importa", el "no te metas", son antivalores, no sirven para convivir. Son repugnantes expresiones de un egoísmo exacerbado.

Conozco gente que piensa y actúa asi. Allá en el lejano Sur esas cosas son moneda de todos los días. No habla bien de esas gentes, no habla bien de su educación, de su cultura, de su convivencia.

Se despedazan entre si. Se amasijan, se pisotean, y nadie es más que nadie. Colectivamente todos son menos. No suman, restan permanentemente.

Ni los que les gobiernan se salvan de todo ello. De la mediocridad en el lenguaje, del pensamiento sin sentido, de las frases aparentemente lógicas pero burdamente ridículas. Como una mujer puesta a presidente, que vino a decir aquí en Washington, en una Universidad, que si Estados Unidos no tenia grupos que provocan desórdenes públicos, era porque no había "una embajada estadounidense"  ¡Quiérese mayor dislate! Con lo cual, de paso, la susodicha dama, condonaba la violencia, las expresiones de las turbas desenfrenadas, siempre que en algún lugar hubiese una embajada de Estados Unidos contra la cual ir, atacar, atentar.

Vaya manera más sucia e infame de pensar, para alguien que es la autoridad máxima de un país. Bueno, tal vez habría que decir simplemente "la mandamás".

Me dio mucha tristeza por el país que representa, donde tengo familia y amigos queridos.

Pero también me quedé preguntando ¿quiénes fueron los imbéciles que tuvieron la malhadada idea de invitarla?, a menos que haciendo gala de un humor negro hubiesen querido encontrar un motivo para burlarse con ganas.

La sociedad estadounidense es diferente. La gente es en su mayoría respetuosa, considerada para los demás, solidaria.

JRecuerdo que luego del temporal que azotó nuestra área el pasado 6 de Junio, varios semáforos quedaron un par de días (no semanas, ni meses) sin funcionar. Y había que ver en la intersección de calles y avenidas, cómo los  conductores se miraban entre sí, y se hacían señas, habilitándose unos a otros para cruzar y pasar. Nadie atropellaba, nadie pensaba "primero yo" porque habría habido centenares de accidentes. No los hubo por ese sentido de responsabilidad social.

Hoy fui a un supermercado. Y hay gente --muy posiblemente extranjeros de los cuales hay muchos habitando el Norte de Virginia-- que no se han adaptado aún a esta sociedad. Que son desaprensivos, o indolentes. Y habían dos carritos del supermercado ("changuitos" como algunos les llaman) dejados en lugares destinados al estacionamiento de vehiculos.

Ciertamente me fastidió verlos allí. Entonces cuando descendí de mi automóvil, tomé los dos carritos en mis manos, y los fui llevando hasta que se los entregué a un empleado del negocio que justamente estaba recogiendo otros. Me agradeció.

Yo simplemente con esa acción, entendí estar cumpliendo con un deber elemental de ciudadano que vive en una sociedad civilizada, donde las cosas se hacen con orden, y donde se pone la pequeña cuota del algo que uno puede hacer, para que todo esté bien. En este caso, para que otros pudiesen estacionar sus vehiculos donde tenían derecho a hacerlo.

No me costó nada. Pero asumí esa responsabilidad.

He visto gestos semejantes de parte de otras personas y en otras circunstancias, como cuando un periodista costarricense con quien tuve el gusto de trabajar, hace muy poco, consoló y dio ánimo a una señora anciana que se había accidentado en una estación del metro, hasta que llegaron los paramédicos y se hicieron cargo de ella.

Así se vive en sociedad. Así se procede con los semejantes. Asi se cuidan valores que son de todos.



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Wednesday, September 26, 2012

Con Jaime Sabines y su poesía

La poesía siempre ocupa un lugar en este mi blog.

Es que su forma de decir, va más allá de las palabras. Es como un sentir que se expresa en medio de ellas y entre ellas, y que nos llega directo al corazón.

A veces me han enviado poemas, y los he reproducido. Otras veces me ha tocado el hado de la inspiración, y me he atrevido a escribir los míos.

Pero hoy me más que honro en reproducir un poema de un grande de la literatura latinoamericana, el mexicano Jaime Sabines, lamentablemente fallecido en 1999.

Debo a una gran amiga haber conocido a Sabines.

Confieso que en mi lejano Uruguay, nunca había oído hablar de él, hecho que me hizo reflexionar en qué poco conocemos los latinoamericanos a nuestros más valiosos artistas, escritores, poetas, escultores, pintores, historiadores, filósofos, etc.

De su extenso poemario, he elegido esta poesía que él tituló Espero curarme de ti y que, con su voz algo ronca, pero su decir estupendo, arranca los aplausos de un público que le capta y entiende.

Aquí está Sabines, leyendo su poema.



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UN CANTO A LA AMISTAD

 "La vida está hecha de años que no significan nada y momentos que lo significan todo. No, no es la longitud de la vida; es su intensidad." (de Twitter). Yo he vivido esos momentos de intensidad que lo signfican todo...

Siempre he dicho que la familia nos viene dada, pero las amigas y los amigos, son la familia que creamos a lo largo de nuestra existencia.

Son como hermanas y hermanos con los que podemos compartir llantos y risas, penas y alegrías, preocupaciones y distensiones.

Son quienes nos conocen, nos entienden, y con quienes el lazo que nos une implica honestidad y sinceridad cabales, y una confianza mutua inquebrantable.

Siempre tengo el cuidado de distinguir muy bien a quienes son gente que uno conoce, compañeros de estudio o de trabajo, colegas de profesión, con quienes se puede llegar a un cierto grado de relación, de los verdaderos y auténticos lazos de amistad.

Conocidos hay muchos, amigos, pocos, ¡pero buenos!

A veces algún amigo o amiga se pierde. No es raro que alguien flaquee, que haya malos entendidos, o que a veces la declarada amistad, no fue sino interés. Y cuando ese interés dejó de estar, esos "amigos" se desvanecen.

La amistad es una relación hermosa, que se fundamenta en el amor humano, en el cariño genuino, en ese algo indescriptible que hace que nuestra vida se vea enriquecida, y no pueda ser igual si no contamos con esas personas en particular.

Muchas veces también he dicho que los amigos y amigas son como flores que perfuman la vida. Y ello es cierto, porque le ponen aroma y color.

Cada uno con su impronta personal, con su talento y su modo de ser diferente. Unos cerebrales e introvertidos, otros expresivos y puro sentimiento. Pero todos valiosos igualmente.

Advierto que soy selectivo para mis amigos/as. No cualquiera llega a serlo.

Pero quienes llegan a esa categoría, de lo que de mi dependa, permanecen para siempre, inconmovibles.

Así es para mi la amistad.

Nunca pienso mal de un amigo o amiga. No se puede, no cabe. Jamás insulto a un amigo o a una amiga, no corresponde, no tiene sentido.

Discutir, sí se puede, animadamente inclusive. Pero sobre todo prima el cariño mutuo, y el saber que aún en la discrepancia, la amistad está por encima de todo.

A mis amigos y amigas los quiero con todo mi corazón. Ellos que me conocen saben bien que es así. Tal vez por eso, tengo la dicha enorme de que me esperen, de que me inviten, de que quieran verme, estar conmigo.

Hace poco, Jimena Rodríguez Mezzetta, quien pertenece a toda una gran familia entrañablemente amiga en Uruguay, me escribió en Facebook, y me decía: "¿vas a venir?, te extrañamos...", aguardando que en verano, como lo he hecho cada año, viaje hacia allá.

Nada causa más alegría que cuando uno se siente querido, apreciado y valorado por otros/as.

¡Es que así es la amistad.

 

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Monday, September 24, 2012

Eucaristía o Teofagia

Comencemos por el principio: un sacramento es un signo visible de la presencia invisible de lo divino. Es un medio a través del cual --mediante la fe-- el creyente accede a Dios (a quien prefiero llamar "El Ser en Sí")

Suele decirse a que en el sacramento operan los misterios divinos, o sea, "lo que, estando fuera de la comprensión natural, puede ser conocido solo por revelación divina".

La fe, ciertamente es una vía de conocimiento experiencial (no experimental),por la cual podemos llegar a entender la presencia divina en nosotros, inteligir como esa presencia opera en nosotros, y cómo podemos mantener una unión con esa presencia, mediante el Don del Espíritu Santo, o sea el espíritu divino que es despertado en nosotros cuando accedemos a la experiencia de fe. Es la herencia que Jesús nos dejó al partir.

Vaya todo esto dicho como preámbulo para lo que me voy a referir a continuación. La Eucaristía, nombre que viene del griego y que significa "dar gracias", es un acto mediante el cual compartimos la mesa que Jesús ofrece a sus discípulos. Es esa Santa Cena, en la cual Jesús instituye un Nuevo Pacto que viene a sustituir al arcaico pacto de Abraham.

Por este nuevo pacto, aceptamos el sacrificio de Jesús y lo incorporamos a nuestras vidas, consagrándonos a amar, a servir al prójimo, y aún, a dar nuestras mismas vidas en bien de otros. Eso y no otra cosa significan las palabras "Hagan esto en memoria de mi".  El "hagan esto" no es beber el vino y comer el pan, sino que signfica estar dispuestos cual Jesús, a llevar nuestra propia cruz, en bien de otros.

La comida que Jesús nos ofrece es Vida Eterna, vida que trasciende esta existencia. De eso se trata esencialmente.

Cuando pues aceptamos su invitación de beber el vino y comer el pan, nos hacemos uno con Él en su suerte, suerte de crucifixión, muerte y resurrección.  Ese es el Nuevo Pacto que Él sella en nosotros.

Ahora bien, según una doctrina procedente del Siglo XI, (Hildebert de Lavardin, Arzobispo de Tours) que se desarrolló y aprobó en el Cuarto Concilio de Letrán en 1215, se sostiene por parte de la Iglesia Católicorromana que lo que ocurre durante la Eucaristía al consagrar el pan (para ellos la hostia) y el vino, es una transubstanciación. Si bien en apariencia la hostia sigue siendo tal y el vino lo mismo, sin embargo se transforman realmente en la sangre y la carne de Cristo. En otras palabras, el pan y el vino han sido transubstanciados, o sea han sido cambiados en su sustancia.

Demás está decir que alguien formado en el desarrollo de las ciencias y la tecnología que han dominado el Siglo XX  y continúan su impetuoso avance en este Siglo XXI, no puede aceptar arcaicos conceptos venidos de los siglos XI y XIII, absolutamente reñidos con la realidad.

¿Por qué me he puesto a escribir de este tema hoy? porque un caballero escribió en su página de Twitter algo realmente escandaloso, pero que es consecuencia del concepto de transubstanciación. Escribió ese caballero: "hoy comeremos un pedacito de Dios en la Eucaristía. ¿Comprendes eso? Es un extraordinario misterio. Y así es, por la fe." Con los debidos respetos, yo diría que así es por la idiotez humana.

Lo que este buen señor está diciendo escandalosamente, es alabando la práctica de la Teofagia, que implica comer a Dios, y además, "un pedacito", así que ¡¡¡es un Dios desmembrado!!!

Pues yo le diría a este señor que si cree que se comió un "pedacito de Dios", que piense luego de digerirlo en qué se va a transformar ese pedacito, y cómo va a terminar en el inodoro...

La fe no anula la razón, sino que la demanda y la exige.
La fe no nos transforma en estúpidos que aceptamos a pie juntillas cosas que pudieron funcionar para la mentalidad y la cultura de hace 10 siglos, pero no para la actualidad.

Yo entiendo el pan y el vino, como un símbolo del cuerpo y la sangre de Jesús, que se dio por nosotros, estableciendo así la base para el pacto que nosotros, voluntariamente, si aceptamos la invitación a su Cena, hacemos con él en el acto de dar gracias (eucaristía).

Damos gracias por su vida, sus enseñanzas, su poder divino, damos gracias por el ejemplo de su entrega hasta la misma muerte y muerte de cruz, y damos gracias por su resurrección, por haber abierto el camino que nos hace comprender que luego de esta existencia, seguimos viviendo.

Hacemos conscientemente nuestra Su suerte, al sellar un pacto con Él. Pacto de amor, de servicio, de caridad, de entrega y sacrificio en bien de otros. Así Jesús se hace presente en nosotros, así su presencia divina está en nosotros y nosotros en Él.

No, ciertamente en la Eucaristía, no cometemos un acto de Teofagia, repugnante a nuestra sensibilidad y a nuestra inteligencia. Definitivamente, no "comemos un pedacito de Dios".

Y que nadie enseñe eso a los niños, porque es aberrante de todo punto de vista. ¡Qué idea más horrenda estaríamos inculcándoles!


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