Y periodista se es de alma, se es de vocación. Más allá de los cursos realizados, hay algo que se lleva dentro. Ese algo que nos impulsa a vivir la noticia, a calibrarla, a ver cuánta importancia tiene. Ese algo que nos da un sentido de misión, de servicio a los demás, cada vez que redactamos nuestra nota.
Se lleva adentro responsabilidad por decir la verdad, aunque duela, o nos cueste.
Se lleva adentro el compromiso con la gente, con causas nobles, con ser honesto.
Se lleva adentro también, el gusto por el buen decir. Pero sobre todo, la pasión de informar adecuadamente, de transmitir conocimientos útiles, de ser un puente que traduce en términos comunes lo que un experto en la materia que sea, nos dice.
Se lleva adentro un sentido de sacrificio --a veces hasta heroico-- por lograr la nota, el detalle, la pista, que nos conduce a algo importante, no mirando a las horas que ello nos insuma ni a la paga que por nuestro esfuerzo se nos da.
La mayor recompensa del /de la periodista, es la satisfacción del deber cumplido. Cumplido con su conciencia.
El periodista no es un amanuense, que redacta, presenta, y expone lo que otros le piden. El periodista tiene su personalidad, defiende sus principios, y argumenta en favor de lo que quiere hacer.
El periodista no es alguien que se corrompe, y ofrece sus servicios a cambio de prebendas o favores.
El auténtico periodista no está ni se permite el macaneo, el decir estupideces, el ser un "cagatinta" como le llamaba con propiedad el Dr. Carlos Quijano, un grande del periodismo.
Por eso el o la periodista, merece respeto, reconocimiento a su tarea, compensación acorde a su talento y a su esfuerzo, seguridad en su empleo, y también --por qué no-- la aprobación de sus colegas y del público al cual se dirige.
Como pocas actividades, el periodista --si bien puede especializarse dentro de su profesión-- no obstante, tiene y adquiere la capacidad de mirar al mundo en su totalidad, de analizar situaciones, y por tanto, de construirse una visión muy humana acerca del diario acontecer.
En lo personal, me honro en ser periodista, en pensar y ayudar a pensar, analizar y contribuir a entender.
Expreso mi especial reconocimiento a quienes ejercen esta tarea con la dedicación y nobleza que la misma demanda; y homenajeo a quienes en aras de su profesión, han perdido su vida.
Ser periodista es, en cierto sentido, un privilegio; pero también, un enorme compromiso.
Se es pues periodista, de alma y de vocación. Y quien no tenga la vocación de serlo, mejor que ni piense en ello, porque nunca llegaría a ser tal. Y no se puede ser periodista a medias.
Culmino esta nota con una música que me es muy querida. Era la característica de un programa radial que medio una enorme satisfaccion y que jamás olvidaré: dos horas continuadas, de lunes a viernes, de 10pm. a 12pm. Llevaba por título: Siglo XXI, y aún faltaban varios años para llegar al mismo.
El conjunto alemán Kraftwerk y Spacelab.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor