Pero luego de desempacar, y poner todo en orden --lo cual también lleva tiempo y consume energía-- echamos una mirada retrospectiva a lo que fue nuestra estadía en otro lugar, y cuanto más lejano y ajeno a nuestra cultura, más tendremos detalles para recordar, para comentar, para compartir, fotos incluidas.
Mi viaje me llevó a mi natal Montevideo. Iba a ver a mi madre, muy anciana, a encontrarme con mi hermano que llegaba desde Buenos Aires, y a verme con cantidad de amistades, además de hacer unos trámites imprescindibles.
Me acompañó un tiempo excelente durante toda mi estadía, y eso me ayudó a disfrutarla lo más posible.
Pero por sobre todo, saboreo la amistad y sus expresiones magníficas que me depararon los mejores momentos.
Visitas, extensas conversaciones, agasajos, almuerzos, cenas, me dieron la oportunidad de convivir por horas con muy queridos amigos, que me demostraron su cariño. Nada más halagüeño por cierto.
Fueron ellos, quienes hicieron mi estadía placentera, los que la llenaron de sentido, las que hicieron que 38 días pasaran agradablemente.
Hay una colección de fotos que puntualmente me traen a la memoria cada uno de esos momentos. Debo confesar que me gusta mucho la fotografía, y que además no concibo ningún viaje sin muchas fotos, porque ellas son parte del disfrute del mismo.
Ahora, es tiempo de reconectarme con mi realidad cotidiana. Con mis contactos en Estados Unidos, con las amistades que aquí tengo, con tareas a emprender, entre las cuales, la venta de mi casa y una mudanza hacia otro lugar, lo cual no es poca cosa.
Pero entre tanto, continuar mi contacto con todas y todos ustedes a través de este blog. Para seguir compartiendo pensamientos, sentimientos, sueños, prosa y poesía, de este hombre sensible, que siempre ensalza el amor, que tiene un concepto especial y no común del Ser en Sí en el cual cree, o acaso debiera decir, que lo afirma racionalmente. Para discurrir juntos, acerca de cosas que hacen de nosotros quienes somos.
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