Pensamientos, sentimientos, reflexiones con sinceridad y profundidad, compartidas abiertamente.
Prosa, poesía (a veces) y música selecta, para un encuentro diferente entre quienes quieren participar de mi blog.
Este vienes de mañana, a las 9:30, llegó el camión de la mudanza conteniendo mis pertenencias.
Todo finalizó a las 2y20 de la tarde. Dos personas, trabajando sin parar, pudieron descargar todas las cosas.
Mi apartamento luce como un gran depósito de cajas. La vista resulta apabullante y sorecogedora. ¿Cómo lidiar con todo eso, cómo hacerlo caber en el espacio reducido con que cuento ahora?
Tengo obviamente un desafío enorme por delante, que me va a tener todo un mes ocupado.
Además, tengo que ir a adquirir muebles, y aunque de pronto la decisión no sea tan complicada, el problema es que la entrega de los mismos demora de 2 a 4 semanas, si no más.
Entonces me enfrento a algo que viví los últimos días que estuve en mi casa en Virginia: ¿cómo vivir frugalmente, sin mobiliario, con lo mínimo indispensable, mientras se aguarda la entrega de los muebles que uno ha elegido?
Esto exige, temple, paciencia, y espíritu de sacrificio. Y mientras tanto, estaré obligadamente entretenido en desempacar cosas, en abrir cajas y más cajas, hasta que se vaya despejando el panorama, hasta que cada cosa esté en su nuevo lugar, y las que no entren, decididamente, queden fuera.
Lo mejor que hoy me sucedió es que me encontré accidentalmene con vecinos, y se inició una conversación en el pasillo del edificio, que se prolongó por un buen rato. Se sumó otro más. Más tarde aparecieron otros, y al final hoy conocí a siete vecinos, y con cinco de ellos tuve ya una buena relación, lo que me permite avizorar sin duda, nuevas amistades. Inclusive el vecino que queda a uno de los lados de mi apartamento, también procede de Virginia, así que tenemos muchas cosas en común.
Verdaderamente no pude tener una mejor bienvenida. Especialmente porque fue casual, nada elaborado ni preparado de antemano.
La ciudad de Iowa se presenta como un lugar inspirador.
Un hogar no es el edificio que lo contiene, sino las personas que lo habitan.
Una familia no es meramente un conjunto de personas viviendo juntas, sino el amor que las une y cohesiona.
Una casa ha sido el hábitat concreto en el cual he vivido mis últimos 16 años, y el área de Washington D.C. en Estados Unidos, ha sido mi ámbito de trabajo, de relacionamiento humano, de dolores y alegrías durante ya casi 27 años.
Se acumulan como en tropel montones de vivencias, que se superponen unas a otras. Momentos estupendos y maravillosos, como viajes que me han permitido conocer lugares en los que nunca había estado antes, como la coordinación de seminarios para periodistas, como la consagración de mi hijo al obtener su doctorado en ciencia de la computación, como su matrimonio y el nacimiento de mi nieto. Y momentos de tensión y dolor cuando mi esposa fue diagnosticada con una forma muy agresiva de cáncer, y todo su período de lucha contra esta fatal enfermedad.
Ahora, todo eso queda en el pasado vivido, pero siempre en el presente de mi memoria y mis sentimientos.
No sé qué me deparará el Ser en Sí, pero espero vivir aún en mayor plenitud,
no sólo porque estaré más acompañado al volver a tener en cercanía geográfica a mi familia --apenas a 15 minutos de viaje-- sino porque presiento (y ojalá se dé) un mayor crecimiento en lo espiritual, en las cosas que verdaderamente importan, y a amar más en todas las formas posibles, incluyendo la posibilidad de que pueda --dentro de no mucho tiempo-- lograr vivir acompañando en mi nuevo lugar, el nuevo edificio, lo que será mi nuevo hogar.
Digo adiós a un buen trozo de mi vida en este país-nación que es Estados Unidos de América, pero estoy listo a comenzar otra etapa, que sea sustancialmente mejor que la anterior. Y para ello, cuento no sólo con mi familia allí, sino con todos mis amigas y mis amigos esparcidos por distintas partes del mundo.
Mi próximo artículo ya lo escribiré desde la ciudad de Iowa.
Tenemos que reconocer que a lo largo de nuestra existencia, la misma se compone de momentos diferentes. De espacios de vida diferentes.
Podríamos referirnos --sólo a vía de ejemplo-- a nuestras etapas vitales, nacimiento, niñez, adolescencia, juventud, y así continuar. Cada una de esas etapas han constituido por sí mismas momentos importantes y diferentes de nuestra vida. En cada una de ellas desempeñamos un papel a nivel individual y de la sociedad. ¿Cómo y qué tal fuimos en la escuela, en el colegio, en secundaria?, ¿cuál fue la relación con nuestros padres? ¿qué tal nos fue en nuestro primer noviazgo? ¿cuándo decidimos casarnos? etc. etc.
Y en las etapas de la adolescencia y principalmente de la juventud, ya debimos optar por distintas alternativas, tomar decisiones importantes que iban en muy buena medida a marcar nuestro futuro por décadas.
Claro que no estábamos preparados para la verdadera convulsión que vive actualmente la humanidad, donde el gran desarrollo científico-tecnológico no va acompañado de un desarrollo moral a la par, sino todo lo contrario. El grado de corrupción y degeneración de la humanidad sigue aumentando, y parece haber un enorme hiato entre lo que unos hacen en ciencia, y lo que hace la mayoría sin ciencia alguna.
El consumismo devora a las masas. Lo intrascendente entretiene. Hay gente que vive a expensas de otras explotando su credulidad, o simplemente dándoles un bien presentado entretenimiento, que en el fondo, no sirve para nada como no sea contribuir a que la gente no analice, no piense, no desarrolle una capacidad de criterio propio, y se deje llevar como arrastrada por la corriente, hacia cosas que la enajenan.
Viendo y siendo así las cosas, se me plantea una enorme interrogante. Estoy por cambiar de vida, en el sentido muy material, concreto y práctico de ir a vivir a otro lado. Nuevo lugar, nueva ciudad, nueva gente, y...mi pequeña familia de la que por años he estado alejado simplemente por razones prácticas.
Ahora todo eso va a componer un nuevo panorama para mi. Y eso me lleva de la mano a pensar ¿qué cosas han de ser relevantes e importantes en esta nueva etapa de mi vida? ¿de cuánto lastre social deberé deshacerme así como me he tenido de deshacer de cosas que acumulé todos estos años en donde aún estoy?
¿Qué temas que han nutrido mi existencia hasta ahora, integrarán la lista de asuntos de los cuales desambarazarme, para en cambio asumir otros más importantes y trascendentes?, ¿cómo aprovecharé mejor mi vida, cada día de mi existencia?
Esto me lleva de la mano a tenerme que plantear, ¿cuáles son las cosas que importan, que me importan?
Y, aunque a muchos llegue a sorprenderles al nivel de un impacto, estoy considerando seriamente dejar de prestar atención a un tema que ha estado unido a mi nombre desde fines de 1957. Me ha absorbido buena parte de mi vida, mi pensamiento, tareas prácticas, tiempo, dinero, y he llegado a un punto en que ya continuar con lo mismo me resulta totalmente anodino y prácticamente sin sentido. Me he llegado a preguntar ¿cuánto eso me ha afectado para hasta conseguir un empleo?
El asunto es entonces, ¿en qué ocuparé mejor y más provechosamente mi tiempo?. ¿qué puedo hacer por otros seres humanos que aún no he hecho, de qué manera ser util a mi prójimo de manera efectiva? ¿cuánto de lo que está en mi, de mis vivencias y experiencia y de lo que corresponde a mi formación académica puede venir al servicio de decidir mis próximos pasos?
Y en cosas muy prácticas, ¿seguiré con mi Facebook en español, o empezaré a escribir sólo en inglés, cambiando entonces el perfil de quienes me siguen, o acaso quiera escribir en ambos idiomas?
¿Empezaré a decirle paulatinamente adiós al idioma de Cervantes, para adoptar forzosamente el indioma de Shakespeare?. Lo tendré que hacer sin duda, porque el ámbito en que voy a estar viviendo me lo va a exigir.
En fin. Que estoy ante un replanteo profundo de mi ser, de mi existencia, y aunque mucho está por verse en la práctica, y no puedo adivinar qué me aguarda --esperando algo mejor que donde estoy-- debo sin duda alguna definir para mi claramente cuáles son las cosas que realmente importan.
Y esto que digo de mi, es válido para cualquiera de Uds. mis lectores. Tal vez lo han pensado alguna vez o no lo pensaron todavía. Pero llegará el momento en que tengan que hacerlo y cuanto antes, diría que mejor.
El punto es que navegando en el mar de las cosas que importan nos vamos a encontrar más a nosotros mismos, y vamos a sentirnos más realizados, y más felices también.
Puedo asegurarles que mudarse es una de las experiencias más estresantes que pueda haber.
No sólo es ir preparando las cosas a mudar, seleccionar las que se van a llevar, a vender, a donar, y a tirar, lo que consume enorme tiempo, y demasiado pensar, sino también tener que mover, levantar y acomodar cajas pesadas llenas de libros y escritos --como es mi caso.
Pero además, al poner la casa en venta --y mientras se está viviendo en ella-- hay que tenerla en condiciones de que a los potenciales compradores les agrade. Y éstos si bien se preanuncian, vienen un día sí y otro también, a diferentes horas, hasta que alguien se decide a comprarla.
Pasar por todo eso, no es facil.
Y cuando ese alguien ha aparecido, entonces vienen las inspecciones, y la evaluación del valor de la casa para la institución que va a extender una hipoteca, y la firma de varios documentos y... se llega al punto de estar física y mentalmente extenuado, drenado.
Esta ha sido mi experiencia en estos recientes meses, a partir de Julio.
Y en medio de ello debo expresar mi gratitud inmensa a una amiga muy especial, que tuvo a bien acompañarme durante este difícil período, no sólo dándome aliento en medio de tanta actividad que a veces me llegaba a marear, sino también ayudándome en forma práctica, a empacar cosas, a distribuirlas, a formar criterio, etc.
Sinceramente, creo que fue tanto lo que tuve que pensar, planificar y hacer, que solo tal vez hubiera sucumbido. Fue realmente demasiado. Llegó un momento en que temí por mi propia salud.
En todo instante, ella me alentó, y con gran paciencia de su parte, logró que yo atravesara con éxito esta coyuntura especial, y llegara ahora a las etapas finales de un proceso doble, la venta de la casa donde habito y la compra de un futuro apartamento donde viviré.
Aún están pendientes la tramitación final de la venta de la casa, y la mudanza hacia mi nuevo lugar.
Mi amiga ya no estará para acompañarme pues tiene que viajar. Pero en la etapa más difícil, fue un gran y estupendo apoyo.
Mi agradecimiento hacia ella es total. Es una persona magnifica, solidaria, servicial como buena cristiana, sencilla, y una amiga del alma.
Como amigos, nos queremos mucho y nos respetamos mutuamente. Nos tenemos gran confianza, y sabemos de nuestra honradez y sinceridad mutuas.
A ella, le deseo lo mejor. Se lo merece íntegramente.
Sé que puedo contar con ella, y ella sabe que puede contar conmigo. Así es la verdadera y hermosa amistad.
El tiempo es una magnitud física variable según el observador. Tal lo que hemos aprendido de Einstein. El tiempo --siendo así relativo-- se expande o contrae según la velocidad con la cual nos desplacemos. En términos prácticos, solemos considerar a la dimensión tiempo como una línea en la cual de manera sucesiva se van dando acontecimientos, y lo dividimos en tres grandes sectores, el pasado, el presente y el futuro. Pero, el tiempo es uno solo, y si mirásemos teóricamente esa línea desde uno de sus extremos, nos daríamos cuenta que pasado, presente y futuro, están todos juntos, dentro de la dimensión. Pero no me voy a poner a filosofar sobre el tiempo, o los tiempos (como en el deporte). Hablamos de los tiempos cuando nos referimos a las ocasiónes, las circunstancias propicias, los momentos históricos únicos en los cuales es propio hacer algo o que algo suceda. Aquí quiero referirme específicamente a los efectos del tiempo. Cuando algo malo ocurre, suele decirse "deja que el tiempo transcurra", que con el paso del tiempo aquello se irá olvidando y luego quedará casi sepultado como un recuerdo lejano. Pero ¿qué pasa cuando algo bueno ha ocurrido?
Cuando algo positivo, bueno, agradable, algo que nos hizo felices ha ocurrido, no importa cuánto tiempo pase, jamás nos olvidaremos de ello. No, ciertamente no somos los mismos que entonces, tendremos más años en nuestra existencia, pero esa vivencia permanece imborrable. ¿Quién no recuerda con emoción los momentos felices de su infancia? ¿Quién no evoca con alegría la época de estudiante? ¿Quién puede olvidarse de un romance intenso y sin par? El tiempo no crea un manto de olvido sobre esos acontecimientos, sino todo lo contrario. Los mantiene vivos, vigentes, hace que se añoren, y provoca encuentros. ¿Qué son si no, esas reuniones en que ex-alumnos de un colegio vuelven a encontrarse luego de varios años, y deciden que ese encuentro se renueve cada año? Y eso puede darse con grupos de quienes practicaron un mismo deporte, de quienes integraron un equipo, de quienes trabajaron juntos en un lugar, etc. Sí, esos encuentros son en definitiva la demostración palmaria de que se siente la necesidad de evocar los momentos vividos juntos, no para generar nostalgia, sino para reanimar la felicidad vivida entonces. No para volver a ser estudiantes de secundaria, o jugadores de basketbol, o románticos embelezados, pero sí para juntos compartir anécdotas de esas vivencias, recuerdos gratísimos.
Es esencialmente y primero que nada, el volverse a ver. El contarse las cosas que han pasado durante el tiempo en que no estuvieron más juntos. Ver cuánto han cambiado físicamente unos y otros, cómo se han agrandado o cambiado sus familias, y tantas otras cosas. Es provocar nuevamente una situación feliz.
Nadie piense pues que el tiempo lo borra todo. Es nuestra mente la que en defensa de nuestra integridad anímico-espiritual tiende a borrar las cosas que nos hicieron daño, que nos provocaron sufrimiento, desdicha. Pero esa misma mente es por el contrario la que recuerda, revive, anhela y sigue haciendo vigente con gran sensibilidad, todo aquello que nos ha sido grato y nos sigue siendo tal.
Sí, amigas y amigos. Después de todo, no es extraño para ustedes ni extraño a este blog. También de vez en cuando, en vez de tanta prosa, cabe un poema. Y hoy les ofrezco este, que he titulado: