Y no me refiero a lo gubernamental, a lo político, a lo deportivo, a lo artístico, me refiero a todo ello y más.
Sea cual sea el tema, siempre hay problemas, deficiencias, errores, falencias, y sobre todo también,deliberado propósito, mala intención, o búsqueda de un beneficio económico propio a expensas de terceros.
En un tema que me es muy querido --no tiene caso que lo mencione aquí-- propuse a un número muy reducido y selecto de colegas, emitir una oportuna declaración internacional. La declaración pretendía demarcar muy bien una línea divisoria entre quienes trabajan seria y honradamente en el tema, y los charlatanes, vendedores de mentiras, e inescrupulosos negociantes, por el otro.
Esto es necesario. Esto era oportuno hacerlo en estos días.
Un par respondió positivamente, tres negativamente, y otros ni siquiera se molestaron en responder.
El silencio de estos últimos me habla de una actitud totalmente prescindente o cómoda que les coloca prácticamente fuera del tema.
Pero quienes se negaron a firmar la declaración, me formularon el insólito argumento de que admiten que sus posiciones no son populares, o van contra-corriente de lo que la mayoría del publico en general cree, o piensa, y por eso, finalmente consideran que es mejor replegarse, seguir con el tema casi en silencio, y mientras tanto, analizar, ver y observar qué pasa. En otras palabras, mirar qué hacen otros con el tema, que es igual que decir quedarse viendo desde al balcón cómo otros se dedican a destruir lo que ha sido edificado con tanto esmero y sacrificio.
Es una actitud de resignación, de aceptar lo inaceptable. De condescender con lo imposible de admitir, y de un renunciamineto personal a ser coherente con uno mismo.
Una actitud que en lo personal, hallo reñida con mis mejores principios personales, y que no puedo compartir en absoluto.
Esta misma actitud es la que prohija, fomenta, o deja hacer a quienes se les debería cada vez más hacerles dificil actuar como quieran, y enfatizar su desprestigio, su falta de ética, y por tanto, de vigencia válida.
Y esto que expreso respecto de este particular episodio, es aplicable a otros temas y realidades.
Cuando veo ocurrencias tremendas en una sociedad, y verifico que salvo escritos en Twitter o Facebook, en realidad la gente parece resignada a aceptar lo inaceptable, y a convivir con lo que no debería tolerar, me pregunto: ¿dónde queda un sentido de responsabilidad social?, ¿dónde una integridad y coherencia personal que le diga a la consciencia decada uno: "tú no puedes aceptar esto, tú no puedes ser cómplice de esto por omisión"?.
Y el llamado, la convocatoria natural, la que surge de un imperativo ético ineludible es actuar, participar, llevar aelante iniciativas concretas que frenen, desarticulen, y modifiquen la situación dada, cualquiera sea ella.
Mi padre no me permitiría permanecer impasible ante la injusticia, ante el atropello, antre la inmoralidad, ante la corrupción. No sería un hijo digno de él, si me quedara quieto y callado, si no alzara mi voz para denunciar, y no emprendiera iniciativas para decir las cosas claras e influir en terceros en cuanto ello es posible.
No estoy hecho para soportar oprobios.
Y nadie, absolutamente nadie debe estarlo. Hay que reaccionar, hay que responder, hay que actuar, hay que participar.
En la alternativa: resignación o participación, elijo y convoco a la participación. Es lo único que sirve y vale a la postre.
enigma
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