Pensamientos, sentimientos, reflexiones con sinceridad y profundidad, compartidas abiertamente.
Prosa, poesía (a veces) y música selecta, para un encuentro diferente entre quienes quieren participar de mi blog.
Porque es cierto, que la vida vale la pena ser vivida. Porque es cierto, que nadie puede ni tiene derecho a arruinar nuestra felicidad. Porque es cierto, que el amor es lo máximo que podemos desarrollar. Porque es cierto, que la amistad es hermosa y válida. Porque es cierto, que darse y poner la vida en bien de otros es los más sublime que podemos lograr. Porque es cierto, que el diálogo es la forma inteligente y única en que podemos llegar a entendernos. Porque es cierto, que quien se cierra al diálogo se deshumaniza. Porque es cierto, que nunca estamos solos.
Porque es cierto, que este blog es tan mío como de ustedes y que lo podemos enriquecer entre todos.
De mi parte: gracias, muchas gracias.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor.
Esta semana en Compartiendo en Video: "Está bien pensar, pero mucho mejor sentir"
Llega nuevamente a este mi blog la poesía. Porque ella es portadora como ninguna otra palabra, de sentimientos profundos, y es capaz de verterlos de tal manera que se sienten, cual no se llega a sentir la prosa.
Y esta página se engalana hoy con un poema de Mario Benedetti (mi compatriota uruguayo) que él magistralmente tituló:
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nunca no te salves no te llenes de
calma
no reserves del mundo sólo un rincón
tranquilo no dejes caer los
párpados pesados como juicios
no te quedes sin
labios no te duermas sin
sueño no te pienses sin
sangre no te juzgues sin
tiempo
pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana
y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón
tranquilo y dejas caer los
párpados pesados como juicios y te secas sin labios y te duermes sin
sueño y te piensas sin
sangre y te juzgas sin
tiempo y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas entonces no te quedes conmigo.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
No olviden ver en YouTube COMPARTIENDO en VIDEO. Esta semana: "Asumir el paso del tiempo"
Se miró al espejo, y
aún con las reminiscencias de un catolicismo que a veces la hacía sentirse “monja”,
se vio atractiva, de rostro y sonrisa conquistadores, de senos como vestal. Se
movió sinuosa y lentamente, y se dijo, “soy una pantera, una pantera de garras
afiladas", en busca de un hombre que llene este vacío que tengo en mi cuerpo y
en mi corazón.
Así estaba ella, así
se sentía, así ansiaba, cuando de pronto le llegó una inesperada invitación.
Una reunión internacional tal vez fuese la puerta que le abriese la oportunidad
de conocer a alguien muy especial.
Apuró su registro.
Quería ir, quería estar, no sólo ir a disfrutar del lugar junto al mar, sino de
ver si acaso entre aquellos varones que allí habría, hallaría a alguien que le
hiciera latir fuerte su corazón anhelante de sentir con intensidad, aquel
corazón hambriento de amor.
Y de pronto, surgió
la persona buscada. Estaba allí ante ella, con su estampa, con sus gestos, con
su voz, era él, un simple hombre que pasaría desapercibido en cualquier lado,
sólo que en esa reunión desempeñaba una posición de destaque. Tal vez eso la
deslumbró, o la desorientó. Tal vez eso actuó como un irresistible imán.
Se acercó, dialogó
con él, y entre anécdotas y sonrisas, sintió que ardía por dentro y de no ser
porque las circunstancias no lo permitían, se habría arrojado a él para
besarlo, para darle un beso “de lenguas entrelazadas” como a ella le gustaba.
Guardó las apariencias
y se mantuvo calma. Le costó hacerlo pero lo logró.
Pero había descubierto
lo que necesitaba, lo que había querido tener por tanto tiempo. Aquel hombre era en ese momento el epítome de lo que buscaba.
Rápida mentalmente,
inteligente y sagaz, ansiosa y voluptuosa, se trazó un plan de conquista, y
cuando se despidieron, quedaron en intercambiar correo electrónico.
Apenas regresada a su
cotidianidad, se abalanzó cibernéticamente sobre aquel hombre, sin medir que
era casado, sin importarle que enfrentaba una situación personal difícil, nada,
nada le detuvo.Era su conquista, era su
presa, era el alimento con el que la pantera quería saciarse.
Era después de todo,
lo que había aprendido en la universidad, en las clases de Teoría de la
Liberación, con un argentino. Y lo que había absorbido en textos y poemas del
uruguayo Mario Benedetti, su “autor adorado” según decía. Era aquello de “No te
pienses sin sangre”.
Tal vez debido a
Benedetti, quiso internarse algo en la cultura uruguaya. Saber de palabras, dichos,
costumbres, aprender –si acaso— a tomar mate.
Puso en práctica su
plan, aumentó la cantidad de correos diarios. Los complementó con diálogos
nocturnos (chats) que se fueron transformando en “sexting”, donde ella se
deleitaba en describirse cómo estaba en su aposento, procurando excitar a su
interlocutor, hasta que una hora después, culminaba su cita cibernética
echándose agua fría en la nuca, para aplacarse, y ser la dama respetable ante
su esposo que entraba en su recámara luego de ver televisión.
Lo que vino luego fue
un período de hermosa locura, de un mundo paralelo hecho realidad, de un sinfín
de instancias, encuentros íntimos, y vivencias intensas que la hacían muy
feliz, y que le proveían sentirse a sí misma mujer, como nunca se había sentido
tanto.
Cuando se encontraba
en esas instancias, se comportaba como una mujer verdaderamente libre. Como si
fuese soltera. Paseos, caminatas por lugares públicos, visitas a sitios
históricos, todo era posible y potable. Nada ni nadie la detenía, era su hora
más gloriosa. El triunfo de su femineidad, el dominio que ejercía en aquel hombre
que llegó a enamorarse profunda y estúpidamente de ella. Porque el amor es
estúpido para ser real.
Y así estaba ella, la
pantera. Que al levantarse extendía sus brazos para abrazar imaginariamente a
su hombre. El de su conquista.
Que de pronto acudía
a él porque precisaba una frase, un consejo que la orientara, o cómo resolver
una situación. Y él siempre respondía. Nunca la dejaba sola en esas
circunstancias. Nunca la desoía.
Todo iba rodando como
sobre ruedas, cuando una aciaga noche su esposo descubrió accidentalmente los
correos intercambiados entre ella y su enamorado.
Furioso le inquirió
fuera de sí: ¿qué es esto, qué significan estos mensajes?...Pero, habilísima
para inventar historias y para mentir, le explicó a su marido que esos correos
eran parte de un proyecto manejado por un psicólogo, en que ella y ese hombre
habían sido elegidos para que hicieran las veces de enamorados, a ver qué eran
capaces de decirse, y cómo iban a desarrollar la relación por vía de correo
electrónico. Y le juró que entre ese hombre y ella sólo existía una amistad, y
que ni siquiera se conocían personalmente.
Lo juró. Ella no
tenía problema en jurar en vano, ni en crear historias.
Luego hizo el amor
con su marido, y pensando en su enamorado, puso cuanta voluntad podía, para que
su esposo quedase bien satisfecho.
Había logrado superar
la tormenta. Se asustó, un miedo helado le recorrió todo el cuerpo, pero su
relación amorosa pudo más que su temor, y logró manejar la situación de la
manera más astuta posible.
La relación con su
enamorado continuó. Tuvo algunos altibajos, porque ella es “como pluma al
viento”, hoy es A, mañana es B. Hoy su enamorado es estupendo y lo extraña a
mares. Mañana le dice “no quiero verte”.
En algún momento él
llegó a pensar que ella padecía del síndrome de personalidad limítrofe.
Así continuaron las
relaciones, con ardientes encuentros personales, y con correspondencia
electrónica que empezaba a faltar, a tener baches, a ir desapareciendo…
Ya lo había
pronosticado un neurólogo en una conferencia a la que ella acudió, de que el
complejo de dopaminas y endorfinas que impulsan lo que llamamos amor –según un
concepto pedestre y materialista del susodicho neurólogo— duraba dos años a dos
años y medio, y allí se terminaba.
Y ella llegó a pensar
como el neurólogo, consideró que su tiempo de dicha, de gozo, de enamoramiento,
había ido llegando a su fin.
Extrañas
elucubraciones de su enmarañado cerebro, le llevaron a que luego de hacer el
amor con su conquistado, de pronto –al momento-- cambiara hasta su forma de
mirarlo, y muy fríamente le dijera que le era necesario terminar su relación. Y
buscó respetables excusas para hacerlo.
Su enamorado no podía
entender, no salía de su asombro. Ella le dijo que estaba decidida a dedicarse
a los suyos. Que de ahí en más, tendrían que tratarse como amigos.
Él quedó rumiando
esas palabras, esa actitud insólita, esa despedida intempestiva.
Ya no le importó más
nada el dolor y el sufrimiento que pudiese estarle causando a aquel que ella
había enamorado. Se rodeó de una coraza de insensibilidad, de fue degradando a
sí misma, deshumanizándose, hasta pensarse sin sangre, hasta hundirse en la
cotidianidad tediosa y vulgar.
Cortadas las líneas
de comunicación, twitteando y retwitteando lo que otros escriben, así llena sus
horas de ocio y aburrimiento.
El amor que vivió, quedó colgado
en una nube para siempre.
Sus sentimientos, ahogados y asfixiados en la rutina
cotidiana.
Volvió a mirarse a un espejo. Vio el tedio reflejado en su rostro. Vio
las arrugas en su frente y a los costados de sus ojos, se dijo estar más vieja…pensó
en hacerse un “facelift”.
Ya nunca más sería la alegre,
desprejuiciada, libre, sensual y apasionada mujer capaz de sentir y vivir el
amor a lo grande. De clavar sus garras afiladas en la espalda de su enamorado,
de entregarse en aquellos besos interminables, y de complementar todo ello con
una intensa intimidad.
Aquello había sido. Aquello no
volvería a suceder nunca más.
Hace apenas dos días escribí en Facebook lo siguiente:
"Hay momentos grises en la vida, una enfermedad, quedar sin empleo, una
injusticia, soportar una dictadura, perder un amor, pero ¡ánimo!
Siempre triunfa la esperanza, siempre hay otras posibilidades, otras
metas a perseguir y alcanzar. Llevemos siempre un Sol dentro nuestro."
Nunca hay que perder la esperanza, nunca hay que darse por vencido, nunca hay que guardar rencor, y menos, odiar.
Porque somos más que el agravio que se nos ha hecho, que la injusticia que hemos sufrido, que la envidia de otros y la maledicencia que les acompaña.
Porque al final la verdad llega y el amor triunfa, y la reivindicación se hace realidad, y no hemos variado un ápice, seguimos siendo los mismos, pero ahora se nos ve distinto.
El perdón no es una expresión de debilidad, sino de enorme fortaleza espiritual. Hacerlo realidad nos enaltece, y además nos trae aparejada una paz estupenda.
Y luego, hay acontecimientos que nos hacen sentir plenos, que nos dan felicidad, que nos reaniman.
La hija de un gran amigo me llama para decirme que su padre superó con éxito una segunda intervención quirúrgica. Unas horas después, hablo por teléfono con su padre mismo, le transmito ánimo, y le felicito por su ganas de vivir.
Situaciones así, son enormemente reconfortantes.
Ser amigo/a, preocuparse por el otro, considerar juntos problemas, proyectos, situaciones, es lo que aumenta nuestra humanidad y forma parte íntegra de quienes somos, en definitiva.
Una amiga muy querida, cuyos valores personales son fuera de serie, considera en diálogo conmigo la posibilidad o no de tomar cierta resolución. Y a lo largo de la conversación se trasunta una genuina preocupación, cariño, ternura, sentido solidario, y todo eso enriquece la vida.
Por eso creo que motivos sobran para que llevemos siempre un Sol dentro nuestro. No sólo para tener una vida luminosa, sino para alumbrar a los demás.
Cuando celebramos la llegada de un nuevo año, nos deseamos con alegría felicidad, prosperidad. En años recientes he agregado "salud", porque sin ella, la vida misma está comprometida, y la felicidad y prosperidad terminan no siendo posibles.
Es que la felicidad nunca es completa, y la vida real nos trae momentos gratísimos, que celebramos con ganas y nos sacan una espontánea sonrisa, pero también nos trae otros, que nos obligan a estar sobrios, a meditar, y nos sacan espontáneas lágrimas.
La vida no se compone sólo de caricias, sino también de golpes, y algunos de ellos muy duros.
En mi historia personal, he perdido a mi esposa al fallecer, he perdido a muy queridos amigos que abandonaron este mundo para siempre, he perdido un gran amor en el que había depositado todo mi ser. ¡Vaya si son graves pérdidas y son motivos de legítimo dolor!
Se tiene que ser muy insensible, o francamente estar deshumanizado para no reaccionar con profunda tristeza ante tales situaciones.
Ahora, en estos días, enfrento la situación de un muy querido amigo, de alguien con quien he compartido desde la juventud gustos comunes como el cine y la música de jazz, pero mucho más aún, una sólida amistad a prueba de todo, y un quehacer conjunto a lo largo de los años, en una actividad que nos continúa apasionando.
Demás está decir que le deseo que supere esta situación y que salga airoso de la misma. Pero sé que enfrenta una particular intervención quirúrgica de alto riesgo.
Me preoupa profundamente. Me entristece. Estoy orando por él, y ¡cuánto me gustaría si pudiese, estar en Montevideo y acompañarle! Espero que su ánimo no decline, y que no abandone su gusto por vivir. ¡Ánimo que aún hay que hacer cosas juntos!
enigma Textos protegidos por derechos de autor No olviden ver en COMPARTIENDO en VIDEO "Para salvar tu vida hay que correr"
Desde hace varios años, me siento comprometido más que nunca con la capacidad creativa del amor, ese sentimiento excelso y superior que sólo los humanos podemos desarrollar, y que precisamente nos hace tales.
Alguna vez alguien me criticó por haber escrito que soy un enamorado del amor. Y sí, es absolutamente lógico que lo sea, pues si lo objetivizo en mi consideración del mismo, es un fenómeno a nivel personal y social que merece ensalzarse, y que nos lleva a adherirnos fervorosamente.
No conozco sentimiento mayor, más positivo y creativo que el amor.
También es un sentimiento que lleva consigo generosidad, solidaridad, comprensión, compasión, auto-sacrificio, búsqueda del bien, ayudar, asistir, proteger, buscar la felicidad, gozarse en las sonrisas, disfrutar la vida, estar en armonía con la naturaleza.
Cierto que el amor se experimenta y desarrolla más fácil en corazones sensibles, en personas con capacidad de captación de lo injusto, en seres que poseen ternura.
¿Cuál es nuestra reacción ante la sonrisa de un bebé? Sí, reconozcámoslo, tiene una fuerza tremenda. Nos desbloquea y derrumba toda resistencia. Saca de nosotros realmente lo mejor. Esa es la clave del poder del amor.
Ese bebé no tiene nada que argumentar, nada que ofrecernos, simplemente en su sencilla pequeñez, está allí, y su sonrisa es capaz de "derretirnos". Cuando eso nos ocurre, es señal de que dentro nuestro anida el amor.
Que no está todo perdido con nosotros, que somos rescatables. Que tal vez la vida nos ha puesto delante de tales reveses o circunstancias aciagas, nos ha hecho sufrir o angustiar tanto, que hemos endurecido nuestra sensibilidad como una forma de sobrevivir a lo negativo.
Sin embargo, profundo en nosotros, sigue estando la llama del amor, de un amor que no puede explicarse ni demanda explicaciones, simplemente es.
En una humanidad trastornada por violencia, guerras, experimentos ocultos, el flagelo de la droga, y el afán por las riquezas, viene bien hacer un alto, extasiarnos mirando al cielo en una noche sin nubes, sentirnos un todo con el Espacio, volver a nosotros mismos, mirar a quienes nos rodean, y verles desde una renovada perspectiva.
También aceptar nuestra imperfección como humanos, es parte del amor. Porque no tenemos alternativa de ser otra cosa que lo que somos.
Por eso, países que se enfretaron en la guerras cruentas, pueden llegar a ser no sólo amigos, sino aliados.
Por eso, todo silencio, distanciamiento, bloqueo o separación, son pasos negativos, que tienen que superarse por el diálogo.
Hoy día, las redes sociales están hechas para eso, para el encuentro y el diálogo,y hay que saberlas utilizar con inteligencia y provechosamente. Pero, es obvio que nada sustituye al encuentro personal, al mirarse a los ojos y dejar que éstos trasunten nuestro sentir. La existencia, es un tiempo en que nos perfeccionamos o nos deterioramos. Está en nosotros el camino a elegir. Sólo con amor podemos verdaderamente avanzar, progresar, ser mejores y hacer mejores a otros.
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