Era 1985, Uruguay
había recién salido de un régimen militar excepcional en su historia, y
recobrado la libertad y la democracia.
La gente pacífica y
ordenadamente se reunió en la principal avenida de la ciudad capital –Montevideo—para
celebrar el retorno a lo que había sido tradicional en el país.
Dos escenarios se
erigieron en dos lugares céntricos. Uno en la Plaza Cagancha y el otro en la intersección de la calle Colonia
y la Avenida del Libertador.
Yo estaba con mi
familia frente a este escenario donde actuaron una cantidad de cantantautores
uruguayos y argentinos. Pero todos esperaban la actuación del artista español
José Luis Perales.
Un poco atrasado en
llegar desde el aeropuerto, finalmente el artista accedió comenzó su show
adhiriéndose a la celebración del pueblo uruguayo y el retorno a la democracia.
En un momento de su
espectáculo un grupo de hinchas comenzó a pedirle su corbata.
Sorprendido, el
cantante dijo: “¿Cómo? ¿Qué queréis mi corbata?...” y un grupo de jóvenes le
contestó que sí. Siguió un breve diálogo, y finalmente Perales dijo, “Está
bien, aquí la tenéis” y arrojó su corbata al público.
Alguien –obviamente—se
quedó con la corbata.
Lo que no sé hasta el
día de hoy es quién se quedó con la corbata de José Luis Perales.
¿Podría tener esa
persona la gentileza de responder públicamente a esta pregunta?
Sería lindo, ¿no les
parece?
Milton W. Hourcade
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