Hace dos días vino a mi mente el nombre de una joven mujer que tenía una maravillosa voz de soprano y que cantaba como un ángel. Su nombre era Alicia Delbene, una cantante uruguaya.
La escuché en algunos recitales y cantando himnos cristianos en una iglesia de Montevideo.
Cuando busqué su nombre en la Internet, lamentablemente, no pude encontrar ninguna referencia a su persona. Me sorprendió y defraudó. ¿Cómo es posible que nadie recuerde en Uruguay a la destacada cantante que tuvieron?
Pero así como su nombre vino repentinamente a mi mente, hubo otras ocasiones en las cuales otros nombres –verdaderamente desconocidos para mi—llegaron repentinamente a mi mente.
Me pregunté cómo podría ser, y entonces fui a la Internet para explorar.
Para mi sorpresa, eran reales.
La primera experiencia ocurrió mientras trabajaba en la Voz de América.
Una tarde vino a mi mente el nombre de alguien de quien jamás había escuchado antes. Busqué en Internet y pertenecía a un famoso General español del Siglo XIX.
Lamentablemente no recuerdo el nombre de ese General. Cuando vino a mi mente, era su nombre completo.
Muchos meses después, seguramente, otro nombre vino a mi mente. Era Tasunga.
Busqué en la Internet y hallé que Tasunga pertenecía a una etnia que habita Colombia, seguramente con antepasados africanos.
Nunca había oído antes del mismo.
Hasta el día de hoy no puedo encontrar ninguna razón por la cual esos nombres vinieron a mi mente.
Y hay otra experiencia un poco diferente.
Por mucho tiempo pensé que el nombre Elvira Birabén podía ser curioso y especial por la forma en que suena_ “vira” y “Bira”.
Una vez más hice una búsqueda en la Internet, y ¡sorpresa!. Había una Elvira Birabén en Perú. En ese momento era una Diputada que estaba enfrentando ciertas acusaciones.
Como especulación, puedo pensar que quizás en esos días su nombre estaba reiteradamente mencionado en su país y las ondas llegaron a mi mente.
Debo esclarecer que su nombre no vino en las noticias con las que estábamos trabajando en esos días en la VOA ni fue mencionado por nuestro corresponsal en Perú.
Entonces, el misterio persiste.
¿Por qué esos nombres vienen a mi mente? Pero me pregunto si ustedes, mis lectores, no tienen experiencias similares.
La conexión entre las mentes es un hecho. Aún uno involuntario.
Ahora, acerca del apellido Birabén, años después vine a saber que existe en Uruguay –algo que no sabía antes—y que aún tengo unos amigos vinculado a una familia que lleva ese nombre.
Puedo añadir que a veces cuando he estado trabajando en la redacción de un libro, algunas ideas vinieron a mi mente acerca de las cuales no había pensado antes. ¡Es una maravillosa experiencia!
Milton W. Hourcade
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