"El corazón tiene
razones que la razón no entiende." Blaise Pascal
Sí, el corazón es
insensato. No es racional ni lógico. No sigue el camino de la razón, pero tiene
sus propias razones.
¿Acaso puede explicarse el amor?
¿Puede explicarse ese extraordinario, profundo, conmovedor y transformador
sentimiento que toma todo nuestro ser, hasta la última de nuestras células, y
las dispone todas a favor de un encuentro maravillosamente humano, que es la
relación con la otra persona?.
El amor es el hecho, el acontecimiento más humano y exquisito que puede
desarrollarse entre dos seres.
Ese amor, arrobador, que lo exige todo y lo demanda todo, que lo vuelca y lo da
todo, sin retaceos, sin cálculos, ese amor no se para en mientes respecto al
qué dirán, a los socioconvencionalismos, a los papeles firmados, ni a los
mismísimos dictados de una ley; ese amor está regido por algo supremo que es el
sentir de dos almas que quieren ser una. Y allí, toda barrera e impedimento se
disuelve y se destruye.
Nada puede parar la fuerza incontenible y arrolladora del amor, cuando le es
tal.
El amor verdadero no saca cálculos de conveniencia, de posibilidades. No
especula, no se detiene en el hoy y una realidad en la que se está, sino que
alienta, sugiere y plantea una transformación fundamental que implica el darse
el todo por el todo, el jugarse para vivir ese sentimiento a plenitud.
Cuando decimos estar enamorados, pero ponemos por delante nuestra sociedad,
nuestro estado civil, nuestros hijos o familiares, nuestro hoy cotidiano tal
cual es, y no estamos dispuestos a arriesgar nada, a deshacer las ataduras que
nos subyugan para avanzar en la libertad a la cual el corazón nos guía, nos
traicionamos a nosotros mismos. Dejamos de ser auténticos, estamos postergando
para el nunca, lo que debe ser decidido hoy. Sin más esperas ni dilaciones.
Porque cuando hay verdadero amor, hay la disposición de creer y confiar en el
amor de la otra parte. Y la otra parte que ama no dejará de propender a las
necesidades y la situación concreta que deben ser consideradas.
Pero se trata de vivirlas juntos, de planificarlas juntos, de llevarlas a cabo
juntos.
El amor se construye de a dos. La relación jamás debe perderse, abandonarse,
suspenderse, y menos, anularse. Por el contrario debe ahondarse, debe
ampliarse, debe crecer cada vez más. Y cuando ello ocurre los frutos del amor
florecen maravillosos.
El amor vence al temor. Aún más, en el amor no hay lugar para el temor.
¿Puede explicarse ese extraordinario, profundo, conmovedor y transformador
sentimiento que toma todo nuestro ser, hasta la última de nuestras células, y
las dispone todas a favor de un encuentro maravillosamente humano, que es la
relación con la otra persona?.
El amor es el hecho, el acontecimiento más humano y exquisito que puede
desarrollarse entre dos seres.
Ese amor, arrobador, que lo exige todo y lo demanda todo, que lo vuelca y lo da
todo, sin retaceos, sin cálculos, ese amor no se para en mientes respecto al
qué dirán, a los socioconvencionalismos, a los papeles firmados, ni a los
mismísimos dictados de una ley; ese amor está regido por algo supremo que es el
sentir de dos almas que quieren ser una. Y allí, toda barrera e impedimento se
disuelve y se destruye.
Nada puede parar la fuerza incontenible y arrolladora del amor, cuando le es
tal.
El amor verdadero no saca cálculos de conveniencia, de posibilidades. No
especula, no se detiene en el hoy y una realidad en la que se está, sino que
alienta, sugiere y plantea una transformación fundamental que implica el darse
el todo por el todo, el jugarse para vivir ese sentimiento a plenitud.
Cuando decimos estar enamorados, pero ponemos por delante nuestra sociedad,
nuestro estado civil, nuestros hijos o familiares, nuestro hoy cotidiano tal
cual es, y no estamos dispuestos a arriesgar nada, a deshacer las ataduras que
nos subyugan para avanzar en la libertad a la cual el corazón nos guía, nos
traicionamos a nosotros mismos. Dejamos de ser auténticos, estamos postergando
para el nunca, lo que debe ser decidido hoy. Sin más esperas ni dilaciones.
Porque cuando hay verdadero amor, hay la disposición de creer y confiar en el
amor de la otra parte. Y la otra parte que ama no dejará de propender a las
necesidades y la situación concreta que deben ser consideradas.
Pero se trata de vivirlas juntos, de planificarlas juntos, de llevarlas a cabo
juntos.
El amor se construye de a dos. La relación jamás debe perderse, abandonarse,
suspenderse, y menos, anularse. Por el contrario debe ahondarse, debe
ampliarse, debe crecer cada vez más. Y cuando ello ocurre los frutos del amor
florecen maravillosos.
El amor vence al temor. Aún más, en el amor no hay lugar para el temor.
Si alguien teme amar, ese alguien no ama lo suficiente.
El amor lo cree todo, lo confía todo, lo apuesta todo, hacia el futuro juntos.
El amor nos cambia, nos transforma, y modifica nuestras vidas.
No hay una sola persona auténticamente enamorada en el mundo, que no diga que
eso que está sintiendo no es lo más maravilloso que le podría ocurrir en la
vida.
La rutina, el acomodamiento a una situación dada (que es perfectamente
modificable y reversible) jamás pueden ser compañeros de un verdadero
sentimiento de amor.
El amor por el contrario, es como nave que se hace a la mar, y se deja llevar
por los vientos de los sentimientos para conocer mares ignotos.
El amor es una apuesta a lo nuevo, a lo diferente. El amor es recrearse de
dentro para afuera. El amor es ser uno tal cual realmente es, ser uno por uno
mismo.
No hay razones para el amor. El amor es la razón. Y eso es suficiente.
Amiga, amigo: vive el amor, auténticamente, sin distorsiones, sin temor, sin
dejar que presiones externas quieran someterte y amoldarte a estructuras que
rechinan por lo obsoletas e insoportables. Ábrete a vivir en plenitud. Dale
lugar al corazón, y deja que éste te guíe.
Porque ese tu corazón encontrará en otro corazón las respuestas buscadas, los
anhelos atesorados.
Apréstate pues a amar. Juégate por el amor, por tì misma, por tì mismo. Sé tù.
Y verás que en tu vida se operará un verdadero milagro.
Que te sentirás con una felicidad abrumadora, como sumergido/a en un mar de
tibieza, de comprensión, de un cariño infinito, que te envuelve y te
transporta.
Ama, ama totalmente, ama a fondo, ama sin temor. Porque amar es lo más grande
que puedes hacer en tu existencia.
nota: aquí debería ir un video de Billy Joel cantando "The way you are" pero Blogger me impide compartirlo con ustedes. Véanlo en: https://www.youtube.com/watch?v=GkuJJsApACc
Milton W. Hourcade