No son pocas las veces que me pregunto: ¿cuántas personas me leen?
Al parecer, escribir con seriedad, tratar temas con sensibilidad y a fondo, hugar en los pensamientos y sentimientos del ser humano y sus problemas, no me hace un "influencer".
En cambio, si usara un lenguaje soez, si hablase groseramente del sexo, si adornase mis escritos con mujeres curvilíneas semi-desnudas, y con hombres musculosos, si tratara temas cursis y estúpidos, es posible que adquiriera lectores/as por miles.
Es obvio que no soy yo el que está fallando, porque además tengo que ser fiel a mi mismo, a quien soy, sino que la que está cada vez más chabacana, menos ilustrada y culta, con una ética prácticamente perdida, y una capacidad de raciocinio cercana a cero, es la sociedad.
La sociedad de la droga y el alcohol. La sociedad de la fiesta, y el "no sé qué me pasó pero quedé embarazada" y las manifestaciones --senos al aire-- reclamando el derecho al aborto.
La sociedad donde hipócritamente una mujer se presenta como respetable, mientras por otro lado hace papelones en X (otrora Twitter) y anda en festicholas.
La genial argentina María Elena Walsh lo puso en una cancioncita que en su momento fue muy popular, cuyo título era "El Mundo del Revés".
Y eso es lo que tenemos ahora.
No me adapto ni me amoldo a este "mundo". No le pertenezco ni me interesa participar de su bajeza.
Escribo para quienes tienen corazones bien puestos, les importa la vida y sus valores, se preocupan por la sociedad toda, gustan de las cosas sencillas pero auténticas, saben el valor de la amistad, son solidarios, respetan a su semejante, y conocen realmente qué es el amor.
Escribo para quienes en su hogar tienen una biblioteca, para quienes escuchan variada música, pero aborrecen el rap. Para quienes gustan de una buena película, pero no gastan dinero en producciones comerciales.
Y no estoy pensando en ninguna elite, sino en el ciudadano común de cualqier país, que está nutrido de los valores que le proporcionaron sus padres en el hogar desde pequeño.Trabajador concienzudo y esforzado, en la ciudad o en el campo, dueño de un negocio, creador sagaz de programas de computación, maestra esforzada en una escuela, periodista de calidad en un medio, deportista dedicado, etc. etc.
Si estás leyendo ahora este artículo, no sé quién eres, pero te doy la bienvenida, y agradezco de corazón tu disposición a seguir estas entregas de "Compartiendo".
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Gracias por tu atención.
Milton W. Hourcade