Quiérese que el Domingo 16 de Junio de 2024, se celebre el Día del Padre.
Algunos le tienen consigo, y pueden disfrutar la compañía, las conversaciones, y la ocurrencias del padre.
Otros llevamos años de haberle perdido, al dejar esta existencia.
Pero la fecha es adecuada para evocarle.
Mi padre, Washington Bernardo Hourcade Falca, fue toda su vida un idealista. Creía y luchaba por causas nobles, por ideales preclaros, por su pasión política, y confiaba más de lo debido en ciertas personas que demostraron no merecer su amistad.Desde muy joven militó en el Batllismo. Conoció a José Batlle y Ordóñez en un discurso que pronunció en la Casa del Partido, y me refería que el gran estadista hablaba pausado y con una voz grave que impresionaba.
Como batllista combatió la dictadura de Terra, y estuvo a punto de ser enviado a la Isla de Ratas. Se refería a la inmolación de Baltasar Brum, como un hecho dramáticamente trascendente.
Afirmaba el laicismo.
Fue gerente de un cine de barrio, el Plus Ultra, y ello le llevó a ingeniárselas para pintar carteles anunciando las películas. Todos les meses recibía un diarito llamado "La Película" que yo también leía.
Eso hizo que tuviese sus actores y actrices preferidos. Que gustase del jazz, y de la música brasileña interpretada por una singular artista llamada Carmen Miranda.
De joven, su soltería la disfrutaba con amigos del barrio, y especialmente cuando salían juntos en un vehículo Ford (la "forchela" como le decían). Los
apellidos Rando, Casella, Gervasio, Silva, estaban frecuentemente en sus recuerdos.Dejó el cine y cuando se casó procuró entrar en ANCAP, para lo cual debió concursar. En casa se reunía con otros dos aspirantes a cargos en el ente autónomo, y allí trataban de resolver problemas de cálculo cada vez más difíciles que les planteaba un profesor de apellido Genta.
Le gustaban los números, y tuvieron un último problema que sólo él logró resolver.
Tenía una memoria prodigiosa, de adulto se acordaba al detalle de sus compañeros de Primaria, y hasta dónde estaban sentados en el salón de clase.
Más de una vez sorprendió a alguno de ellos viajando en un ómnibus, al reconocerles.
En ANCAP comenzó trabajando como inspector de racionamiento de combustibles, visitando comercios. Era la época de la Segunda Guerra Mundial.
Finalizada esa desgraciada etapa de la humanidad, pasó a trabajar en el edificio Central, un el octavo piso, como oficinista y rodeado de varios arquitectos.
Frecuentemente contaba jocosas anécdotas de cosas que ocurrían allí.
En determinado momento, llegó a ser Secretario de la Federación ANCAP, y encabezó una gestión para que se estableciera un horario contínuo, que culminó en victoria, y que luego se trasladó a otras oficinas públicas.
Pudo haber hecho una carrera política. Le escribía discursos a un amigo que llegó a ser Diputado, luego Senador y más tarde Ministro de Industria, y por último, Concejal Departamental. Un amigo que luego de llegar a su cargo público, le dio la espalda.
Pero él no ambicionó a un cargo público como no fuese fruto de su empleo, y llegó a ser Gerente de Relaciones Industriales en ANCAP.
Muchos en ANCAP le conocían y acudían a él cuando tenían algún problema.
Fue dos veces Presidente del Club Ancap.
Cuando se jubiló, escribía un boletín que circulaba entre "ancapeanos".
Primero le compré una máquina de escribir usada, pero que la aporreaba con ganas. Luego le cedí mi Olivetti Lettera 22, que era una joyita, y con la cual se sintió muy felíz.
Le gustaba la manualidad. Adquiriendo planos en AMDET, logró hacer a escala un omnibus MACK, con todos los detalles, y personajes en yeso a los cuales inclusive les hizo vestimenta y los distribuyó en el vehículo. Era una pieza digna de ser exhibida en un museo. Cuando mi hermano sacaba a andar en la calle esa reproducción a escala, toda la gente se detenía en su andar para admirarla. A una prima le hizo una casa de muñecas de dos pisos, para colocar pequeñas figuras dentro. Pero en la casa estaban todos los detalles, los muebles, la cocina, el inodoro,etc. Trabajaba mucho en madera con una sierra de mano.
Otra actividad importante era su militancia en el Club "Casa del Batllismo" que era Comité de Zona de la 12a. Sección de Montevideo. Allí se reunían regularmente los afiliados, se invitaban a Diputados y Senadores a quienes se les planteaban temas y discutían propuestas.
En ese local, siendo Presidente, Don Luis Batlle Berres una noche citó a toda su bancada legislativa.
Y luego de cada reunión períódica, siempre habían anécdotas en charlas amables, salpicadas de chistes. Me resultan inolvidables los nombres de Darwin Rey, Héctor Losada, Ángel Martegani, a veces Héctor "el Chato" Silva, el Escribano Vitiritti, etc.
Era un baluarte importante dentro de la actividad batllista. Había que ver cómo se preparaba todo para el día de las elecciones, el control de las mesas de votación dentro del circuito que le correspondía, el contar con vehículos para llevar a votar a ancianos, el preparar comida para los delegados de mesa, era un despliegue extraordinario de iniciativas y acción.
Todo eso lo viví con interés y en parte con asombro.
Era un legado que me dejaba mi padre.
Pero el más importante, fue el de las extensas conversaciones que teníamos sobre los más diversos temas. A veces eran asuntos de salud, descubrimientos de la medicina, etc. tema que siempre le gustó a mi padre, que habría sido un buen médico. Pero eran la sociedad uruguaya, la educación, los viajes, y la fe cristiana.
Este último, un tema que jamás había sido abordado en mi hogar pues como buen batllista y admirador de Giuseppe Garibaldi, era contrario al Catolicismo. En mi casa nunca hubo una Biblia.
Estando en Preparatorios, comencé mi propia experienica de fe, que luego se la transmití, y fue por mi que finalmente accedió a la Iglesia Metodista Central, y se convirtió al cristianismo.
Allí llegó a integrar su Consejo Directivo, y fue Director de las Industrias de Buena Voluntad para las cuales adquirió telares y logró una mayor posibilidad de ayudar a más personas.
Ya anciano, y habiendo dejado toda actividad, se dedicó a la vida hogareña.
Estando así, un día comiendo, parte del alimento se le fue por la vía respiratoria generando una infección que determinó su internación. Yo estaba en Estados Unidos, y llegué a Montevideo para acompañar a mi madre en esa situación. Permanecí dos semanas y cuando debí volver, lo trasladaron a una sala común. Parecía haberse recuperado.
Cuando le alimenaron por boca volvió a reiterar el cuadro por el cual fue internado, y ya los médicos no tuvieron nada que hacer.
Falleció en el entonces Hospital Larghero, que desde hace años lleva el nombre de San Juan Pablo II.
Vaya esta apretada reseña sobre lo que fue su vida y lo que significó para mi. Ejemplo de trabajo, de honestidad, de responsabilidad, de dedicación.
Mi madre solía decir que con todo su talento, le faltó ambicionar más para llegar a posiciones importantes en la vida. Pero así era él. Un hombre sencillo, con una humildad permanente.
Milton W. Hourcade