Pensamientos, sentimientos, reflexiones con sinceridad y profundidad, compartidas abiertamente. Prosa, poesía (a veces) y música selecta, para un encuentro diferente entre quienes quieren participar de mi blog.
Saturday, January 3, 2009
COMO EN EL AJEDREZ
Juego interesante como pocos, el ajedrez.
Creo que en mi vida lo intenté jugar dos veces, y ambas perdí.
Mi mente no es matemática, y creo que es un juego para quienes se llevan muy bien con los números.
Felicito a los que lo pueden jugar, y ni qué hablar, a quienes han ganado campeonatos.
Pero esencialmente --me parece-- el ajedrez es un juego de estrategia.
Un juego en que el final al que quiero llegar, marca cómo lo inicio, y en el que todo está interrelacionado.
Y ese inicio, en ajedrez, se llama “apertura”.
Leo en un interesante artículo publicado en Wikipedia, lo siguiente:
“En ajedrez se denomina apertura a la fase inicial del juego, en la que se procede a desarrollar las piezas desde sus posiciones iniciales.”
Y más adelante dice:
“Hay docenas de aperturas diferentes que pueden variar ampliamente desde el punto de vista del carácter, desde el juego posicional.”
Refiere incluso al temor de perder:
“Todos los principiantes temen quedar perdidos en la apertura, caer en una trampa que les haga perder la partida antes de empezar.”
Y finalmente establece un concepto muy importante:
“Toda jugada está conectada con el final; la apertura está conectada con el medio juego, y éste con el final.”
Repito entonces lo que dije más arriba, se trata de un juego en el cual el final al que quiero llegar determina cómo lo inicio.
Algo semejante ocurre a veces en la relación humana, especialmente entre un hombre y una mujer.
A veces se dan circunstancias en que parecería necesario tirar la monedita al aire, a ver a quién le toca iniciar.
Especialmente, si se quiere romper el marco que determina una relación de amistad simple para pasar a algo más, si eso es lo que se quiere, lo que se desea, lo que está en el ánimo y en el sentir.
Ciertamente la mujer es la que decide. El hombre puede intentar avanzar, insinuar, pero ella es la que va a efectuar la verdadera apertura, o no.
Y su apertura tiene que ser tal que tenga bien a las claras cuál es su juego, o hacia dónde pretende o está dispuesta a llegar.
Si no se plantea esa apertura, si no se desarrolla esa táctica, es posible que no haya juego finalmente. Que el hombre se abstenga de seguir más allá de lo que parecen los límites formales de una relación de amistad que evita dar base para abrir el corazón y hacer una confesión, que bien puede ser esa “jugada de apertura” necesaria al fin al cual se quiere llegar.
No es fácil por supuesto. Y no siempre puede asegurar que la “partida” –para ponerlo en téminos ajedrecísticos—termine con éxito para quien inicia la jugada de apertura.
Porque la vida no es simple, porque hay tramas complejas, hay madejas difíciles de desenredar, y hay o no una cierta química que une, o no hay la tal química, y entonces no hay combinación posible.
¿Qué pasa si alguien se enamora de una persona, pero la otra no siente lo mismo?
Es evidente que la primera sufre, y la segunda se encuentra en la incómoda posición de no dar lugar a algo más, o de tener que decir muy francamente que eso no va a ser.
Una vez tuve que decirle a alguien que en cierta medida había intentado una "apertura" hacia mi: no eres mi tipo. Quedó casi petrificada, pero para mi conciencia, estuve bien en decirle la verdad.
Porque no hay derecho a crear falsas ilusiones, y porque no me gusta jugar con los sentimientos de los demás.
No eres mi tipo.... dije. No me preguntó cuál era mi tipo. Bien lo sabía, y si no, pues ahí lo aprendió.
De cualquier manera, cualquier mujer que haya leído las páginas de este mi blog, sabe cuál es mi tipo exteriormente e interiormente. En otras palabas, qué líneas sigo y cuánto valoro el aspecto exterior de la persona, y también qué líneas sigo y cuánto valoro el aspecto interior de la persona.
En la conjunción armoniosa de ambos aspectos, está la respuesta.
Pero volviendo al tema de las tácticas ajedrecistas, también es cierto que la apertura tiene que saber atacar por los flancos débiles del otro, en la partida, para seguir poniéndolo en términos de ajedrez.
Si eso no se intenta, es posible que nunca se lleguen a obtener los resultados buscados. Claro que hay que conocer cuáles son esos flancos débiles. Pero a veces no es dificil intuirlos.
En el plano de las relaciones humanas, además, es necesario que se dé cierta química, insisto. Un algo intangible pero cierto, que crea una atmósfera de unión, de deseo mutuo, de gusto del uno por el otro. Si esa quimica no está presente, es imposible obtener cierto resultado.
Por otro lado, si se quiere hacer una apertura con éxito, tal vez hay que dejar de lado ciertos cánones obsoletos pertenecientes a patrones culturales perimidos, y vivir la realidad de un hoy en el Siglo XXI, totalmente diferente. Hay que deshinibirse.
La mujer de hoy sabe insinuar, decir cosas y sugerir otras, crear un ambiente físico propicio, --luz ténue, música suave-- y un moverse y vestir sugestivos.
Para algunas eso puede ser posible y facil. Para otras, es como subir una empinada montaña. Se les hace casi imposible, dejan de ser quienes son.
Aún con todos esos elementos atractivos, nuevamente la química juega su parte fundamental. Porque esas cosas pueden hacerse si responden naturalmente a la persona, que en determinado momento se deshinibe y no se avergüenza de mostrarse como es.
Si en cambio esa no es su naturaleza, no puede hacerlas forzadamente, porque se aprecian como una actuación, porque les falta genuinidad, y lo forzado, no convence.
Conocí el caso de una persona que sabía lo que otra necesitaba, y ella misma sabía que no podía sinceramente responder a esa necesidad, pero hizo algo que sólo una amiga puede hacer: le presentó a alguien que sí apostaba a que respondería a las necesidades que tenía su amigo.
Y la química se dio. Prácticamente a primera vista. Y de ahi en más, se fue formando una pareja.
Y la amiga, la amiga quedó satisfecha y orgullosa de que contribuyó a edificar la felicidad de alguien a quien ella quería mucho. A quien tal vez –en secreto—hasta había amado.
Por eso, la vida es un poco como una partida de ajedrez.
¿Qué tal la jugamos?
enigma
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