Retorné ayer de Iowa donde estuve para visitar a parte de mi familia.
El hogar de mi hijo, mi nuera y mi nietito.
Y estando allí recorrí las calles y avenidas de esa tranquila ciudad, donde la hora pico de tráfico, parece la de un domingo en Virginia, y donde a las 11:30 de la mañana de un lunes, una avenida importante lucía prácticamente desierta.
Esa placidez bucólica tiene obviamente su otra cara, la del bullicio y la numerosa presencia de jóvenes locales y llegados de muchas partes de Estados Unidos, que van a cursar sus carreras en la Universidad de la ciudad de Iowa.
La ciudad tiene dos actividades descollantes: la Universidad, y el Hospital universitario.
Luego, los campos donde la agricultura dedicada mayormente al maíz, es la principal producción. De allí la industria derivada de etanol, complemento actual del combustible para vehículos automotores.
Y claro, granjas, cooperativas de supermercados, artesanías, etc. complementan el panorama de un Estado donde el equipo de fútbol estadounidense de los Hawkeyes (Ojos de halcón) constituyen el centro de la pasión deportiva del área.
Junto con Iowa City, hay un par de ciudades más de bastante renombre: Cedar Rapids, y Des Moines.
Con estos trazos muy gruesos y rápidos, he querido presentarles al Estado de Iowa. Habría mucho más para decir, pero no es mi propósito aquí.
Mi nuera tiene una especial inclinación por las artes decorativas y la pintura de su casa, de lo cual ella misma se encarga.
Y esta vez encontré dos textos, ambos puestos en marcos, y que forman parte de los adornos de la casa, que me llamaron la atención por sus contenidos.
El primero de ellos dice “Aprecia el ayer, sueña el mañana, vive el hoy”.
Se diría que es una receta de vida pragmática.
Por un lado apreciamos o valoramos el pasado. Lo cual está bien porque nos provee un marco de referencia, nos dice del camino que hemos recorrido, nos permite evaluar las experiencias vividas.
Por otro lado, soñamos el futuro. Nos extendemos con nuestra imaginación hacia lo que deseamos que ocurra, hacia lo que nos gustaría que sucediera, hacia lo que elaboramos proyectos, hacemos planes, y ejecutamos actividades en preparación de ese futuro que queremos.
Pero, para ello justamente, es necesario que vivamos a pleno el presente. Que el pasado no nos condicione ni anule un presente vivaz, dinámico, activo, que da pasos en aras del futuro. Un presente consciente, realista, posibilista, que exploramos en cada circunstancia y situación que se nos puede dar. Con los ojos bien abiertos.
Dejo para mañana el comentario del otro texto.
enigma
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