A ese comentario respondí que soy así, soy serio, enfoco los temas con seriedad. Así me formé como persona y como periodista.
En algunos lugares a la gente le cuesta pensar. Especialmente cuando el ámbito es de escaso nivel cultural, o de un nivel en declive.
Entonces no se le puede dar de comer mucha "carne", porque se marean o empachan, es necesario mezclarla con bromas, chistes, o lisa y llanamente, guaranguería.
Eso lo he escuchado en ciertas emisoras de radio y visto en canales de televisión.
Para mi es profundamente lamentable, pero eso me dice de que la mediocridad va en aumento, y que la gente culta, educada, de nivel intelectual, debe abrevar en fuentes muy especiales, para tener la información, los comentarios, las entrevistas y los análisis que importan, relativos a múltiples temas.
Así las cosas, lo otro que se constata en medio de la mediocridad, es que las palabras han ido perdiendo la fuerza impactante de su uso, y también su contenido intrínseco.
Bien saben ustedes que no uso expresiones groseras o soeces. Pero hoy me voy a tomar una licencia --por la cual pido las excusas del caso-- simplemente para ilustrar cuanto digo.
La palabra "puta" era el insulto máximo que se le podía espetar a una mujer. Y a un hombre, ser "hijo de...".
Sin embargo, en un mundo cuyos valores están totalmente alterados, en tela de juicio, o simplemente desquiciados, "puta" para algunas mujeres puede ser algo de lo que se sientan orgullosas, como que fuesen especie de super-mujeres. O el uso frecuente de la palabreja le ha hecho perder su fuerza, y que se la digan, no les aflige en absoluto; les resbala.
Tal vez el ejemplo más evidente de esta desvalorización de la fuerza de la palabra y su contenido, lo encontré en un gran cartel que se veía apenas uno entraba a una entidad oficial de cierto país, dedicada expresamente al trabajo con la juventud.
Dejo a ustedes apreciar si este mensaje para las jóvenes, en particular, tiene un valor formativo, o de deformación total.
Además de una relación sexual de tres personas a la vez, el afiche supone que esto es "hacer" el amor.
Y nos lleva de la mano a tener que afirmar que una mera relación sexual --las más de las veces desprovista siquiera del factor afectivo-- no tiene nada que ver con el amor.
El amor no se hace, se vive.
La mejor relación íntima es aquella que surge como consecuencia del amor.
El amor es el sentimiento mas excelso y sublime que el ser humano puede desarrollar. El amor nos involucra totalmente como personas, cuanto somos y cuanto tenemos.
El amor nos apresta a compartir vida, y vida en forma plena.
Por eso también, que esta palabra y su concepto correspondiente, han sido abaratados y degradados en forma horrenda.
Se confunde amor con simple infatuación, o atracción física, deseo momentáneo o que dura cierto tiempo y fenece.
Eso no tiene nada que ver con el amor.
De la misma manera el uso del verbo se ha vuelto desvalorizado, disminuido.
Alguien puede decir "te amo", y realmente no está significando eso. Tal vez quiera decir "me gustas", o "te deseo". Pero, "te amo" es algo muy serio, que involucra la vida misma de uno.
Actualmente es fácil encontrar personas que muy sueltamente sostienen una relación de pareja por un tiempo, y la alimentan con decir "te amo", pero no obran para nada en consecuencia. Ese "te amo" no conlleva ningún compromiso serio y trascendente. Apenas un llevarse bien por un tiempo, si acaso.
De pronto, transforman la relación sin atreverse a llamarse enamorados, y prefieron sustituirla por "amigos". Pero sin duda, amigos especiales, como lo sugiere este otro afiche.
Otro ejemplo entonces, de cómo se desvalorizan las palabras, de cómo pierden su fuerza y su contenido intrínseco.
Vale decir que si son enamorados no son amigos, y viceversa.
Entonces, se hace necesario rescatar la riqueza del lenguaje. Valorar cada vocablo por su contenido, no usarlo trivialmente para que su uso recupere el impacto que le pertenece, y cuidar de hablar correctamente, sin caer en groserías y coprolalia.
enigma
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