Tengo algunos buenos amigos que se declaran ateos.
Sinceramente me da lástima que lo sean pues son buenas personas, inteligentes, racionales, dispuestas a investigar, etc.
Pero…justamente, en el área de la fe no han hecho el esfuerzo de procurar entender, de investigar y de desentrañar el verdadero sentido de muchas cosas que se ocultan detrás.
Es lógico que les resulte de pronto ridícula una serie de rituales. No les hallan sentido, les ven como ceremonias antiguas que no encajan para nada con el humano del Siglo XXI.
Cierto es que este ser humano del Siglo XXI no tiene prácticamente ningún aliciente para internarse en los vericuetos de la fe y su práctica.
Es un ser humano que arrastra consigo un vacío que busca llenarlo de diversas maneras y al fin concluye que ninguna le ha servido para llenarlo, pero esa conclusión llega tarde, luego de múltiples experiencias diferentes y frustrantes.
O es un ser joven que elige no pensar, y por el contrario se siente cómodo con su mente embotada por el uso de drogas.
Nada de esto conduce a algo bueno. Cuando ya en sus 50s o 60s hace un repaso de su vida, posiblemente haya cosechado muchos amigos, pero por otro lado la encuentre hueca de algo esencial, fundamental.
La fe obra milagros, pero quien no experimenta la fe no los puede realizar, vehicular, vivirlos de alguna manera y darse cuenta de ellos.
Cuando alguien se acerca a una iglesia, es posible que no comprenda para nada el ritual, pero tampoco comprenda una serie de palabras y conceptos que son pronunciados, como: confesión, expiación, redención, gracia, pecado, vicariato, salvación, reconciliación, prójimo, hermandad, santidad, espíritu santo, gloria, poder divino, etc. Esto para ponerlo en español. No quiero imaginar cómo se puede sentir alguien totalmente ajeno a ese ámbito si oye las palabras epifanía, sotería, adelfos, parusía, anástasis, heteronomía, teofania, etc.
Son palabras totalmente ajenas al diario vivir de quien no tiene fe. No le dicen nada, las halla extrañas, no le son propias. Desconoce por completo su significado y aparentemente parece no importarle en absoluto. Es una reacción lógica a partir de la ignorancia total.
Sólo buscando con interés saber de qué se trata (primero que nada), o sea llevando adelante una metódica investigación, un humano del Siglo XXI llegará a comprender, y practicar cosas que jamás hubiera imaginado que podían involucrarle.
Y una vez que está en esta nueva situación, es como si hubiese estado con sus ojos vendados y de pronto la venda le es quitada y comienza a ver, a entender, y a hacer suyo aquello que antes le era totalmente extraño y ajeno.
Es entonces cuando buscará compartirlo con otros, porque no halla sentido a tenerlo para sí, en lo que sería una actitud egoísta. Va a compartir su descubrimiento, y va a ir ahondando por sí mismo en su significado y su práctica.
No va a dejar de ser quien es, pero va a perfeccionar su persona, va a ser mucho más de lo que era antes como individuo, y se va a sentir feliz y mucho más seguro de sí mismo.
Puede que entonces muchos no le entiendan. Le critiquen o se burlen. Tendrá la paciencia de soportarles, perdonarles, y demostrarles en hechos, que existen una diferencia entre ellos y su persona. No pensando íntimamente que se es mejor, sino que se ha llegado a ser diferente.
Una diferencia que cambia el sentido de la vida de una persona.
Invito a todo quien se plantee interrogantes legítimas, y se anime, a hacer la experiencia de comenzar a preguntar y a entender. Y avanzar en ese entendimiento hasta involucrarse en el mismo.
La persona que así lo haga, podrá medir la distancia que media entre cuando empezó a querer saber y entender, y el punto al que ha llegado luego de un tiempo prudencial de obtener respuestas y practicar aquello que ha ido aprendiendo e incorporando a su propio ser.
Mi deseo más ferviente es que así ocurra.
Milton W. Hourcade
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