Y también siempre que he estado en Montevideo, he visitado a la familia de mi hermano, que vive en Buenos Aires, agregándose en años recientes, la reunión con el Comodoro (Ret.) Rubén Lianza, quien está al frente del Centro de Identificación Aero-Espacial. Lianza me ha designado como Asesor Internacional de dicho Centro, cargo honorario que comparto
con el colega investigador español Vicente-Juan Ballester Olmos.
También en los últimos tres años, he compartido momentos de camaradería, recuerdos de actividades realizadas, etc. con el mejor investigador privado del tema OVNI en la Argentina, el actual Doctor en Psicología, Roberto Enrique Banchs. Roberto ya no se dedica más al tema, abocándose de lleno a su profesión.
Pero lo fundamental ha sido mi estadía de dos meses, que ahora he alargado 23 días más, en Montevideo.
Y he notado diferencias andando por las calles, galerías, viajando en buses y taxis, yendo a comer a diversos bares, restaurantes, parrilladas, etc
La gente está más amable en sus modales. Sube a un bus y saluda al conductor, y cuando desciende, le agradece por el viaje. Esto que es de estilo en EE.UU. jamás ocurrió en Montevideo, pues ahora sí.
Las personas no están de ceño fruncido, y con un habla dura, sino distendidas, con una sonrisa. Todo eso hace al ámbito general y por tanto crea una posibilidad de comunicación más amplia, y de tener gratos momentos de sociabilidad aún con desconocidos.
Los buses están limpios, y hasta desinfectados, algo que se capta al respirar. Eso es bueno.
Las mesas de cada lugar de comidas se limpian con desinfectante antes de que nuevos parroquianos las vayan a usar.
Un gesto de cortesía es siempre reconocido.
Por otra parte, hay cantidad de edificios de apartamentos nuevos y se siguen construyendo, y una enormidad de vehículos modernos que crean una verdadera "hipertensión" de tránsito en las viejas y angostas calles montevideanas que gritan por ensanches en varios lados de la ciudad.
Hay un tibio esfuerzo de la Intendencia por mantener la ciudad limpia, pero no hay un programa bien coordinado para ello, con permanentes avisos publicitarios en los medios a fin de que eso entre en el cerebro de muchos que siguen actuando displicentemente y --como dije aquí hace ya algún tiempo-- toman a las veredas como lugares de residuos.
Aparte de eso, mi vista se extasía mirando ese formidable estuario al que llamamos Río de la Plata, a lo lejos, tremendos barcos cargados de contenedores que ahora se surten en el puerto de Montevideo, más los cruceros que traen turistas estadounidenses y de otros países.
El estío se hace sentir con temperaturas de 30 y más grados, preferibles al frío y la nieve tradicionales de Iowa City, que invitan justamente a escaparles.
Sigo pues disfrutando de este verano sureño, y de mis amistades con las que me he ido reuniendo paulatinamente, casi cada semana, como les consta a mis seguidores en Facebook.
Tengo aún más reuniones pendientes y posiblemente entrevistas por TV, y quizás alguna otra conferencia pública.
¡Ah, si en Iowa City encontrase la receptividad del medio que hay acá! Y no es cuestión del idioma, es que la gente de Iowa City es muy cerrada. Vive de tradiciones, y le falta aggiornarse, vivir más abiertamente, confiar en el vecino, saberse hacer amistades nuevas, en fin. Ser cosmopolitas.
Ese es el choque que me produjo vivir allí, viniendo de la sureña Virginia, y especialmente del Norte de ese Estado, pegadito a la capital, Washington D.C., teniendo a Arlington y Old Town Alexandria como ciudades importantes,buenas galerías como Tyson's Corner, desarrollo edilicio y del Metro, y del otro lado del río Potomac, el Estado de Maryland.
Pero bueno, por eso estoy aquí en Montevideo, y seguiré disfrutando, Dios mediante.
Milton W. Hourcade
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