Les confieso que mirar la televisión estos días se me hace por momentos insoportable.
En primer lugar, porque no hay variante de tema: la guerra en Israel, segundo por los horrores que se han cometido por los fanáticos yihadistas de Hamás, y tercero, por la zozobra que causa la situación de quienes tienen que pasar por la durísima prueba de permanecer en Israel, y por los que han sido llevados de rehenes, de cuyas vidas nada se sabe.
Es una angustia que nos deja devastados.
¿Por qué tiene que haber odio entre seres humanos?
Algunos acudirán a "razones históricas", pero ¿acaso el ser humano es incapaz de superar lo que ha quedado atrás y vivir a pleno el presente, aspirando aún a un futuro mejor?
Hay por cierto una diabólica manipulación de quienes detentan el poder, de alentar, animar y fomentar el odio, e indoctrinar para ello, desde la niñez.
Eso no sirve, no humaniza, no dignifica. Eso crea anormales fanáticos, crea monstruos terroristas capaces de degollar bebés.
Si alguien --hipotéticamente-- llegase desde otro mundo, y en una pasada observase el nuestro, con las brutales carnicerías en Ucrania e Israel y sus vecinos, saldría de nuestra órbita a la máxima aceleración posible, y declararía a nuestro planeta, "Destino Prohibido".
Cuando se creó la Organización de las Naciones Unidas, se hizo con el firme propósito de terminar con todo antagonismo que termine en guerra y exterminio.
Han pasado décadas, y volvemos a sentir el silente temor de que haya una Tercera Guerra Mundial, que esta vez sería de devastadoras consecuencias.
Apelar al raciocinio, al sentido común, al temple, a la razón, a una necesidad de subsistencia como especie, es --después de todo-- lo más elemental.
Confiando en ello, sigamos orando por la Paz, y que ésta prevalezca.
Milton W. Hourcade
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