Según el diccionario manual de la lengua española, Larousse, la ternura es definida como:
s. f. 1 Cualidad de la persona que muestra fácilmente sus sentimientos, especialmente de afecto, dulzura y simpatía. 2 Muestra de afecto, cariño y dulzura
De modo pues que cuando me han dicho que soy tierno, significa que han apreciado en mi esas cualidades de afecto, cariño, dulzura, simpatía. Pero también, que soy una persona que “muestra fácilmente sus sentimientos”.
Y es cierto, soy así. Me reconozco en esas definiciones.
Tanto en las que significan sentir afecto, cariño, dulzura, simpatía, como en el hecho de que muestro fácilmente mis sentimientos.
Cualquiera se da cuenta si un día estoy feliz o triste. Tanto que más de una persona me ha dicho, “tus ojos hablan más que tus palabras”.
Es que cuando tengo una gran felicidad, una alegría profunda que envuelve por completo mi ser, es más fuerte que yo, no lo puedo ocultar. Y aunque no esté revelando la causa de esa alegría, sin embargo, es imposible disimularla.
Por otra parte, soy espontáneo, extrovertido. Sí puedo guardar celosamente secretos, lo he hecho y lo seguiré haciendo. Tengo entrenamiento para eso. Pero…--por aquello de quiénes tienen derecho a saber— hay contadas personas que a veces, por su vínculo conmigo (especialmente el vínculo filial, por ejemplo) en determinado momento tienen derecho a saber, y se hace imprescindible que sepan algo.
Y entonces comparto, comparto mesuradamente, comparto lo que considero adecuado que sepan, y no voy más allá de eso. Sé establecer mis propias limitaciones, especialmente si terceras personas están involucradas, por respeto a las mismas.
Nunca voy a dejar mal a nadie, y menos si se trata de alguien que cuenta con mi más alta estima, mi mayor aprecio, mi consideración más distinguida, mi cariño, o mi amor…
En mi juventud en Uruguay, tuve el privilegio de que el Rev. Emilio Castro Pombo fuese mi Pastor. Y siempre recuerdo un mensaje en el cual decía: “nunca te arrepientas de ser bueno”.
Porque finalmente ser bueno da más rédito que ser malo. Porque proceder bien nos trae gozo y paz al corazón.
Porque odio, venganza, revancha, pelea, discusión, rencor, echar en cara, no hacen sino daño a nuestro propio ser, además del daño a terceros. Eso no edifica, eso destruye.
En cambio, ternura, compasión, perdón, superación de errores, dar aliento, empujar para adelante, mirar hacia el futuro, ayuda al prójimo y nos ayuda a nosotros mismos. Sentir al ser que nos importa, nos interesa, o es nuestro interlocutor/a válido con ternura (según la definición arriba dada) ¡es realmente hermoso, es constructivo, y cuesta tan poco!
Y así es como se crece en calidad humana. No hay otra fórmula, no hay otro camino.
Claro que no hay que confundir ternura, paciencia, capacidad de perdonar, comprensión, con ser tonto.Y quienes me conocen bien saben que no lo soy, aunque sea inocente para algunas cosas, y aunque en principio pueda confiar sin reparos en algo que se me diga.
Pero sí, me siento orgulloso de ser tierno, y también de ser bueno, de no buscar otra cosa que el bien y la felicidad de los demás. Y así pienso seguir hasta el último hálito de mi existencia, según me lo conceda el Ser en Sí.
Tal vez por eso, puedo recibir mensajes como estos:
“Entré a tu Blog, me gustó lo que escribes, porque eres honesto en todo lo que pones y compartes lo que sientes.”
“Posiblemente usted no me recuerde pero yo sí y con mucho afecto por cuanto su forma de ser, su carisma y personalidad nos dejó una profunda huella a quienes éramos jóvenes estudiantes del liceo en el Instituto Crandon hace 30 años atrás en Montevideo.”
enigma
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