Yo no soy cosquilloso, pero muchas personas lo son y confieso que me divierte mucho hacerles cosquillas y verles huir para no soportar más, porque no pueden contener su reacción ante las mismas.
A veces basta simplemente con amagar hacerles cosquillas, para que se apresten a recibirlas y se pongan muy sensibles.
Pero la risa que les provoca es también deliciosa, particularmente si se trata de mujeres.
Y especialmente si luego de una sesión de cosquillas, se termina con un acuerdo de que no las habrá màs y a ese acuerdo le siguen un abrazo apretado y un prolongado beso en los labios.
Dirìa que las mujeres son entonces, hermosamente cosquillosas.
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