Caminaba por el centro de la ciudad, y al detenerme en una esquina aguardando que el semáforo me habilitara a cruzar, caen graciosamente sobre mi finas gotas de agua que me bañan insólitamente.
Cuando estaba ya en la vereda de enfrente pude saber la causa de la lluvia tan personalizada. Alguien habìa estado regando unas plantitas que asomaban en la terraza del cuarto piso de un edificio de apartamentos.
El agua limpia y el calor hicieron que no quedara ni huella del sorpresivo "baño" al que fui sometido.
Esto me hizo recordar que estamos en verano y en tiempo de carnaval, y me trasladó mentalmente a las batallas de agua cuando --con la debida autorizaciòn policial-- vecinos obtenían cerrar ciertas calles donde con baldes o palanganas salían a arrojarse agua, donde nunca faltaba algùn desprevenido.. o algùn vecino que respondería en igual forma.
Era una manera inocente de divertirse por unas horas, y de reir con ganas, simplemente mojàndose.
Esto también me hizo recordar cuando en los corsos vecinales se jugaba arrojando papel picado y serpentinas, pero tambièn agua que venìa en pomos de plástico.
Los muchachos nos divertìamos arrojándoles chorros de agua a las chicas, especialmente en las piernas.
Pero con estos pomos de agua ocurría una situación incongruente e injusta: estaba permitida la venta pero no el uso. De modo que uno compraba un pomo pero si la policía veía que uno lo estaba usando, se lo quitaba y con una navaja lo cortaba para inutilizarlo.
Lo que eso hacía era que aguzáramos nuestro ingenio para usar los pomos procurando no ser detectados. ¡Cosas del carnaval!
enigma
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