Paz. El deseo más hermoso que un ser humano puede abrigar respecto de otro.
Paz, calma, tranquilidad, sentido de seguridad, gozo de todo lo que nos rodea.
Paz, palabra de bienvenida en muchos pueblos. Resumen del mejor deseo para el desconocido que llega.
Paz. Si no se tiene dentro de uno, no se puede hacer realidad respecto de otros.
Hay personas que lamentablemente son psicóticas, viven psicotizadas, y lo peor es que no tienen conciencia de ello. Entonces usan lo que en psicología se conoce como “proyección”, siempre hay personas, circunstancias, estructuras, sistemas y fenómenos a los que atribuir lo que nos falta interiormente.
Entonces en el ser humano anida inestabilidad, intranquilidad permanente, tensión al instante, violencia acumulada, y de su boca no fluyen sino gruesas palabras, y de su mente apresada en su estado psicótico, surgen las vías de escape, el conflicto, la confrontación, la lucha, la patota que ataca, el desmán, la destrucción de bienes y hasta de otros seres humanos, el caos anárquico. En fin, el triunfo de una cultura del thanatos, o sea, de la muerte.
No sólo hay personas, hay sectores sociales y sociedades sumidas en ese caos.
No tienen paz. No saben lo que es vivir en paz. No saben disfrutar primero que nada de un equilibrio interior que posibilita encarar cualquier dificultad con calma, con inteligencia, con reacción medida y adecuada.
Así como la paz se vive y se da, se transmite, así también lo psicótico.
Una sociedad psicotizada es una sociedad enferma.
El remedio que necesita no es ni estructural, ni de sistema, y menos ideológico. Es de salud psíquica y anímica. Es de limpieza interior. Es de quebrantamiento y llanto, para readquirir las condiciones en las cuales empezar a edificar una paz que hermana a unos con otros. Que busca el abrazo con el extraño. Que respeta al otro ser tan humano como uno, por el mero hecho –tan luego— de ser humano.
Una sociedad que busca y sinceramente quiere vivir la paz, necesita del arrepentimiento propio, que no es otra cosa que reconocer el estado de desequilibrio interior de cada quien, y la reconciliación, que no es sino reconocer que todos somos imperfectos, que todos cometemos desde errores a barbaridades, pero que el acusarnos mutuamente por esas cosas nunca nos permitirá superar nuestra psicotización.
Abrir las puertas y dejar entrar el Sol en el alma. Abrir las ventanas y dejar que el aire fresco del atardecer nos rodee y acarice, empezar a disfrutar la quietud de momentos, el silencio y la calma, y pensar en un futuro diferente, son pasos no colectivos sino individuales.
La paz colectiva es la sumatoria de las paces individuales.
Si no hay paz al interior de nuestro ser, no tenemos paz para ofrecer a nuestro alrededor.
Hagamos realidad la paz. Forjemos la paz cada día. Vivamos una realidad de paz.
Empecemos por nosotros mismos. Hoy. Y entonces ¡ que sea la Paz !
enigma
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