Solteras, divorciadas, viudas...que transitan sus vidas cada día procurando sobrevivir.
A veces sin siquiera tener amistades cercanas a las cuales recurrir.
Se requiere paciencia, perseverancia y valentía para enfrentar la vida en esas condiciones.
No es extraño que una persona que esté realmente sola --familia lejos-- busque formar pareja, encontrar a alguien que sea su compañero o compañera de vida.
Hoy día la tecnología ofrece medios que aparantemente pueden facilitar encuentros y vínculos. Sé de mucha gente que usa esos medios, simplemente para socializar, o para pasar una noche acompañada, pero nunca persiguiendo un propósito serio.
Quien lo persiga, considero que es mejor que no pierda su tiempo. No se puede confiar en un lugar de presunta formación de parejas (y no voy a dar nombres). Todos piden una serie de datos personales, fotos, y luego buscan las mayores coincidencias posibles para empatar personas.
Pero ¿cuán confiable es la información que allí aparece?. Se puede mentir la edad. Se pueden poner fotos de otras personas o de uno mismo más joven. Y claro, siempre se va a hacer una presentación personal atractiva. Por eso, en el fondo, esos lugares dan pie a la falsedad de datos, y sustancialmente no son confiables.
Puede ser que alguna pareja se forme, y tengan suerte de entenderse bien. Pero por una que llega a formarse, hay miles que fracasan.
Prefiero conocer a la gente personalmente. Nada sustituye al encuentro, al diálogo, al compartir a lo largo del tiempo trozos de vida en diferentes circunstancias, que irán revelando un carácter, una forma de ser y hacer, de pensar y de sentir, valores, etc.
Y ésto es lo que sustancialmente cuenta.
Pero...todo esto que digo y que es muy pragmático, tiene sentido en tanto exista entre dos personas que se llegan a conocer personalmente, una química, una atracción común. Un gusto de estar juntas, un extrañarse, una búsqueda permanente de comunicación, de saber el uno del otro.
Y la atracción común, para mi, empieza por la atracción física, porque es lo que captan nuestros sentidos. Nuestra vista, primero que nada.¿cuán hermoso es su rostro,cuán curvilíneo su cuerpo, cuán bien torneadas sus piernas? ¿cómo se mueve, cómo camina, cómo se sienta, cómo baila o hace deporte? Nuestro oído ¿cuán agradables nos resultan su voz, su manera de decir, su risa? Nuestra nariz ¿cómo huele, nos gusta el perfume que usa, toleramos su sudor, cómo es su aliento?
Pasada esa primera instancia, que llamaría un tanto convencionalmente "externa", nos encaminamos a la parte "interna", a lo que no se capta por nuestros sentidos, sino en el relacionamiento: ¿cómo se comporta, qué actitudes tiene, cómo reacciona en situaciones diferentes, cómo nos ve, qué piensa de nosotros, cómo nos considera, cuán sincera es, hasta dónde nos cree y confía en nosotros, qué es capaz de hacer o arriesgar por estar juntos? ¿Tiene fé, es atea o agnóstica, posee sensibilidad, es solidaria, tiene sentido de justicia, es egoísta, vive para sí misma, sólo le interesa satisfacer sus gustos? ¿cuál es su situación económica, trabaja, estudia,tiene proyectos futuros, a qué se dedica, cuál es su profesión, cuáles sus hobbies?
Ahí vamos a concer a la personalidad de quien se trate. Y son todos estos factores juntos, los "externos" y los "internos" los que andado cierto tiempo nos convencerán o no de que se trata de una persona que nos va siendo lentamente cada vez menos ajena y más propia, más inseparable, más deseable en todo sentido, alguien con quien queremos estar, alguien de quien poco a poco, casi sin darnos cuenta, nos enamoramos, y cuando llegamos a ese punto, sabemos que nuestra vida ha cambiado y que no sería la misma sin esa persona.
Alguien me decía hace poco "enamórate de ...". Y le respondí sencillamente, que uno no se enamora por decreto. Que el amor no es una especie de proyecto pensado al cual se accede por mera voluntad o capricho. No se puede decir a uno mismo "me voy a enamorar de..." porque si no surge espontáneamente, es imposible.
El amor no es un plan a ejecutar, un propósito deliberado a cumplir. El amor es el más noble, hermoso, y sublime sentimiento que podemos desarrollar por otro ser humano, y ese ser en nosotros. Pero...se da o no se da, surge o no surge. Su característica principal es la espontaneidad, lo que acaece sin proponérselo uno mismo, aquello que no es racional. Siempre evoco la frase de una rumana, Andreea Petku que ha escrito: "el corazón tiene razones que la razón no entiende".
Porque el amor no es racional. En el amor perdemos la razón, pero ¡somos felices sintiendo!. Nos alienta, nos da vida.
Por supuesto, hay personas que dicen: "voy a conquistar a..." se lo proponen, y lo logran. Es un arte, si se quiere, y para ellas un juego que les brinda un trofeo. ¡Pero eso no es amor! eso es egoísmo y narcisismo puros.
Eso es disfrutar de la capacidad de atracción propia en desmedro de la otra persona que resulta usada a esos propósitos, y luego dejada de lado. Porque ese tipo de individualidades, tienen mentalidad de "reciclaje". Hoy con una o uno, mañana con otro u otra. Nunca finalmente con nadie, hasta que ya no pueden ejercer más atracción, y terminan solas...o refugiadas en su zona de confort, que tal vez es un hogar disfuncional.
El amor requiere bondad, paciencia, comprensión, tolerancia, capacidad de perdonar, y sobre todo, confianza absoluta. El amor requiere entrega sin límites hacia la otra pesona, en total reciprocidad. El amor requiere sacrificios, o la disponibilidad de ánimo para llevarlos a cabo. Y como suelo decir, cuando uno está enamorado, si es necesario, se la tiene que jugar. Hay que arriesgar lo que sea menester, para que ese amor se concrete en hechos, se haga realidad en la pareja misma como tal.
Hay maneras de quererse que se aproximan mucho al amor. Tal vez sean un paso previo, o queden allí, pero son maneras hermosas de relacionarse. Cuando una persona confía en la otra, comparte sus problemas, alegrías y tristezas, planes, el día a día, y también la intimidad. Las cosas que no le contamos a nadie, sino a ese amigo o amiga. El yo profundo que abrimos sólo para esa persona.
Pienso que este tipo de relación es muy importante, tiene sustancia, implica valores en juego, y sobre todo, está llena de perfume humano. Que es como decir, de todo lo bueno, noble y mejor que podemos poner por y para la otra persona.
No quiero extenderme más hoy. Pero se me hace que estas son buenas pautas para entender cómo llegar a formar pareja con alguien, o cómo llegar a una amistad profunda, especial. A una amistad muy estrecha, donde no hay secretos de ningún tipo, sino transparencia total. Donde reina la espontaneidad y la aceptación mutua de cada quien tal cual es.
Una amistad que va más allá de lo que comúnmente podemos entender por tal. No es el tipo de buena y hermosa relación que tenemos con muchos amigos y amigas. Es más que eso. Porque se trata del amigo o amiga íntimo/a. La persona más allegada, alguien que es casi como nuestra sombra. Alguien con quien, en cierta manera, también llegamos a ser una pareja, aunque no esté involucrado el amor, sino un gran cariño y una total confianza.
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