Tuesday, November 11, 2008

LA BELLEZA INTERIOR

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Ahora que considero haber respondido con creces a la aclaración sobre belleza y las múltiples características que puede aumir –en términos de la belleza física-- me siento convocado a hablar de la belleza interior.

Pero antes de pasar a este tema, pienso que es bueno que aclare que las actrices que utilicé para ilustrar mi concepto de belleza femenina, y de las características que ésta puede adoptar en distintas etnias, se refiere única y exclusivamente al aspecto exterior.

No conozco detalles de sus vidas, y francamente no me interesa conocerlos.

Pienso que algunas de ellas llevan una vida digna, seria, consagrada a su actividad que no es fácil y por momentos puede ser agotadora. Bien se sabe que otras –tal vez una mayoría—circulan en un ambiente donde una serie de valores están totalmente subvertidos, o disputados. Más de una actriz ha debido posar desnuda, y si supiéramos la lista tal vez nos sorprenderían algunos nombres.

Permítanme que les cuente una anécdota. Hubo un tiempo en que la actriz británica Joan Collins era un poco el epítome de la belleza. Ya tenía su fama, y encontrándome en Europa, fui a ver una película en la que ella era protagonista principal. ¡Cuál no sería mi sorpresa al encontrarme con una producción de pornografía pesada!

De modo pues, que una cosa es lo exterior, y otra cosa lo interior.

Y ahora, voy a referirme a la belleza interior.

Ciertamente que en todo esto, hay un porcentaje inmenso de subjetividad. Lo que para mi es bello para otra persona puede no serlo.

Quisiera pensar no obstante, que hay ciertos parámetros que todos podemos apreciar igualmente.

No voy a categorizarlos por importancia, porque pienso que todos son igualmente importantes al componer una personalidad, que en cierta medida es el resultado o la suma de todos ellos.

Me gustaría empezar por el amor.

Una persona bella interiormente, es una persona que es capaz de amar. Amar aún al enemigo, que puede ser confrontado digna y severamente, pero no odiado. Una persona con amor, busca redimir a su enemigo, y eso significa procurar áreas comunes de entendimiento, significa destruir las barreras de odio y temor que encierran al otro, derrotándolas con una mano tendida a la espera de que la persona cambie, y ayudándole a cambiar. Significa que no se funciona con revanchismo o deseo de venganza, porque todo eso es impureza dentro de uno mismo, y hay que expulsarla, para estar limpio en pensamiento y en propósitos.

Amor por los amigos, por la familia, por la patria. Y claro, amor para dar a aquel ser que ha tocado nuestro corazón.

Si una persona no es capaz de enamorarse, es como un árbol seco.

Y obviamente, aquí entra a jugar el aspecto romántico.

Una de las delicias más maravillosas que nos proporciona esta existencia, es cuando podemos hundirnos en otros ojos, y sentirnos como un niño con un juguete nuevo, tontitos, entusiasmados, enormemente alegres, despiertos, chispeantes.

El amor revivifica, suaviza nuestras aristas más ríspidas, nos provee felicidad, un sentido exultante de la vida, que nos ayuda en todo momento.

Otro aspecto de la belleza interior, es la honestidad intelectual. No venderse, no corromperse, no amoldarse a lo que la sociedad pretende cuando eso nos rechina por dentro, no seguir la corriente, sino ser uno por uno mismo. Como lo canta estupendamente Alejandro Lerner: “qué difícil se me hace, mantenerme con coraje, lejos de la transa y la prostitucion, defender mi ideologia, buena o mala pero mia, tan humana como la contradicción”.

La belleza interior también tiene que estar equipada con la verdad. Tener el coraje de decirla y de vivirla. Ser auténticos, derrotar al cinismo y la hipocresía.
Ser capaces de inspirar y merecer la confianza de otros. Ser depositarios de esa confianza.

Otro elemento de belleza interior es la responsabilidad. Asumir nuestro papel en la sociedad, en el núcleo humano básico que integramos, en el ámbito socio-político-cultural al que pertenecemos, haciendo lo que debemos y haciéndolo bien y a cabalidad. Tener un claro sentido de que por cada derecho hay una obligación.

Y dejo para el final, las notas quizás más personales, pero no menos importantes de un buen nivel intelectual, un gusto en el vestir y –para las mujeres—en el andar. El placer de compartir momentos agradables en reuniones sociales, comidas, paseos, cine, teatro, música, viajes, lectura, y buen humor.

Quizás me he quedado corto, y algunas/os de Uds. deseen agregar más aspectos que entienden componen lo que podemos definir como la belleza interior de una persona. Pero éstos, para mi, son fundamentales.

enigma




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