Porque si algo tiene que ser uno, es coherente consigo mismo. Todos tenemos contradicciones, es humano tenerlas.
Todos podemos modificar con el tiempo nuestros criterios, nuestros pensamientos, pero hay aspectos sustanciales de la vida en que entra en juego aquello de Shakespeare: “Ser o no ser”.
Y yo podría agregar: “Sentir o no sentir”, o tal vez, más bien, adoptando el lenguaje que usarían los expertos en Lógica: “sentir A o sentir B”, pero no se puede alternativamente sentir un tiempo A y otro momento B, y menos, mucho menos, A y B al mismo tiempo.
Parece a todas luces evidente, que lo necesario en esos casos es una profunda y despidadada reflexión, o sea, un pensar en uno mismo y plantearse: ¿qué soy?, ¿quíén soy?, ¿dónde estoy hoy?, ¿cómo estoy? ¿qué siento?, ¿qué quiero?, ¿a dónde voy?, ¿a dónde quiero llegar?, ¿cómo y con quién quiero estar?
Y luego de darse respuestas absolutamente sinceras, sin hacerse trampas al solitario, emprender con convicción y firmeza el camino que elijamos.
El problema es que todo tiene su precio, es que siempre hay una cuota de sufrimiento, pero es como el dolor de parto, que alumbra una nueva vida.
Este último golpe de incongruencia me fue aplicado por decir libremente mi opinión. Porque me preguntaron: “¿qué piensas?”, y como siempre, con total honestidad, sin subterfugios, dije lo que pensaba.
Y lo que dije fue sin duda duro. Y tal vez fue como poner un cuchillo en la herida. Tocó una parte muy sensible.
No fue mi intención hacer sentir dolor. Mi intención fue ser absolutamente honesto y leal con quien pidió mi opinión.
No es la primera vez que me pasa. No será la última. Por ser honesto, directo, claro, he tenido muchas veces problemas, con gente que prefiere la “mentira piadosa”, o finalmente, la hipocresía.
Pues en el acierto o en el error –que lo admito—digo lo que siento y lo que pienso. Y si alguien me valora por cómo soy y quién soy, sabe que así soy y procedo.
Es pues en medio de este último golpe de incongruencia que he recibido, que recordé una formidable canción de ese gran músico, creador e intérprete argentino que se llama Alejandro Lerner, y que –para quienes me leen con frecuencia—no necesito decirles que es uno de mis favoritos.
Hoy, exactamente hoy, 17 de abril de 2009, hago mía su letra. AquÍ está: "Campeones de la Vida"
enigma
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