Lo ético entonces, sería lo acostumbrado, o lo que se acostumbra en la sociedad, y por tanto es aceptado como varlor y como válido.
Pero…la sociedad es un ente dinámico, y por tanto cambian sus costumbres cuanto cambian sus valores.
La ética de los griegos del Siglo I, no es ciertamente la ética de veinte siglos después.
¡Y menos para nosotros que no somos griegos!. Ja!
Recuerdo que hace años, alguien hablando de ética ponía un ejemplo banal al preguntar: “¿cuán ético es el largo de una pollera?”, ¿vamos a medir o a calificar a la persona por el largo de su pollera?
Para la gente de inicios del Siglo XX, cuyas mujeres se introducían en el mar vestidas, una minifalda sería un escándalo total.
Hoy día, cuando las minitangas y los senos al aire se pasean sin problemas en el Carnaval de Río, ¿cuál es la medida de la ética?
Sentirse a uno mismo no-ético, o fallando en los valores, debe llevar a un análisis de la sociedad en la que se está inserto. Y analizar hasta dónde en el Siglo XXI pretendemos hacer vigentes valores que fueron tales para generaciones pasadas.
Pero además, hay algo esencial: el máximo principio de ética para el ser humano, ha sido enunciado por Emmanuel cuando dijo: “Amarás a tu prójimo como a tí mismo/a”
El punto de arranque, curiosamente, no está en el prójimo, sino en uno mismo.
Hay que hacerse la pregunta honesta: ¿me quiero o me desprecio?, ¿me valoro o me considero una basura?, ¿me admito como soy o reniego de mi persona?
¡Y cuidado! Porque esto es parte esencial del proceso de necesaria autoestima que nos debemos para poder movernos en sociedad.
Cuidado, porque este especie de auto-psicoanálisis, debemos hacerlo para saber realmente quiénes somos y dónde estamos parados. Es aquello del “Conócete a ti mismo/a”.
Pero acto seguido, no tengamos miedo de vernos tal cual somos.
No le demos al “qué dirán” o “qué opinarán” el sitial de limitarnos y determinarnos.
Además los que no tienen por qué decir ni qué opinar no entenderían nuestra específica y particular peripecia humana. Mejor se ocupen de lo suyo, que es tan humano como lo de uno.
Como decimos en el Río de la Plata: “los de afuera son de palo”, en otras palabras, no juegan el partido.
Y entonces, asumamos nuestra tesitura humana concreta, el momento concreto que estamos viviendo y pasando, primero con amor para con nosotros mismos.
Con comprensión, y de última con firme voluntad. Hay momentos en que hay que entonar dentro nuestro las estrofas de la canción “Soy lo que Soy” que entre otras cosas dice:
Yo soy lo que soy
Mi propia creación
Y mi destino
De qué sirve vivir
Si no puedes decir
Yo soy lo que soy.
Mi propia creación
Y mi destino
De qué sirve vivir
Si no puedes decir
Yo soy lo que soy.
Los y las poetas lo siguen proclamando, lo siguen cantando, lo siguen escribiendo con palabras claras, definidas, que nos interrogan y nos conminan, como Sabines, como Auden, como Benedetti.
Vive tu hoy. Sé tu mismo/a. No te pienses sin sangre. No te doblegues. No aflojes. No te entregues.
Sé capaz de andar con la frente en alto, de cumplir tus obligaciones de cada día, pero nunca dejes de soñar y de sentir.
Y no te niegues –amiga, amigo— esos sentimentos recónditos, que llevas escondidos, porque te los sabes muy tuyos, y en el fondo, sabes que ese/a eres TÚ.
Asúmete tal cual eres. Ámate a ti mismo/a. Vive la vida. El tiempo es corto.
Para el final, te dejo este poema de Jorge Luis Borges, que se titula "Uno Aprende":
Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor
no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos
y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma, en lugar
de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada día uno aprende.
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor
no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos
y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma, en lugar
de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada día uno aprende.
enigma
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