Ya he escrito muchas veces que vivir significa permanentemente actos de fe, estar confiando. Cuando subimos a un bus o a un avión, ¿qué sabemos del conductor o el piloto? Nada. Y nos confiamos enteros. Nos jugamos la vida.
¿Quién nos asegura que el conductor no bebió alcohol antes de manejar, o que puede tener un accidente grave, o que un desperfecto mecánico hace que el bus vuelque?
¿Quién nos asegura que al piloto no le dé un ataque cardíaco o de nervios y haga un disparate?
Y como eso habría tantos otros ejemplos. Confiamos que la persona que liquida nuestro salario no se equivoque en las cuentas. Que el médico que visitamos, no erre en su diagnóstico.
Si no confiamos, ahi sí que vamos muertos, porque vivir nos exige confiar.
Eso no quiere decir ser tonto, o descuidado. No estar alerta a peligros, no evitar situaciones de riesgo, etc.
Yo transito mi vida con confianza. Confianza en el presente, y confianza en el futuro.Y me van a disculpar que diga que esa confianza deriva de mi fe en el Ser en Sí (a quien comúnmente la gente llama Dios). Porque es un Padre amoroso, que me cuida, que me perdona, que me alienta, que me sostiene, que quita mi sufrimiento y me da esperanza, que me fortalece en la amistad de los seres que me quieren bien, que me ayuda con las oraciones solidarias de las hermanas y hermanos en la fe.
Sí, esa es la fuente de mi confianza por sobre todas las cosas.
Con esa fe y con esa confianza, es que voy andando en el camino de la vida. Cometo errores, hay tropiezos, a veces me confundo, me llevo sorpresas indeseables, pero también hay puertas que se abren, hay oportunidades que se me presentan, hay sorpesas agradables y maravillosas.
Y por todo ello, lo que diría "malo" y lo que calificaría de "bueno" doy gracias a Dios.
Me entristece pensar que puedan haber algunas personas --acaso menos de los dedos de una mano-- en todo el mundo, que no me quieran, a quienes no les caiga simpático, que me tengan ojeriza. Sin embargo, curiosamente, ninguna de esas personas me conoce a fondo. Tienen de mi un estereotipo, y un algo de mi que no les gustó, y se guían por eso. Y sin embargo, estoy seguro que si nos sentásemos a conversar, y me permitiesen darme a conocer plenamente, disiparíamos las nubes --por decirlo poéticamente-- y terminaríamos como grandes amigos.
Siempre está abierta esa posibilidad. Yo jamás estoy cerrado a hacer nuevos amigos.
Como digo siempre también, quien quiera comunicarse conmigo, sabe dónde encontrarme.
Por otro lado, el camino de la confianza es una doble vía. Yo agradezco a todos quienes confían en mi, y no los defraudo. Quienes confían en que estaré con ellos y por ellos cuando sea neceario, saben que es así. No fallo, no huyo cuando debo estar presente.
Mi palabra empeñada, es una cuestión de honor, y la cumplo a cabalidad.
Si una persona amiga me pide algo, ahí estoy para ayudarla en lo que sea menester, en la medida en que me sea realmente posible.
Cuando me comprometo a algo, lo llevo a cabo. Nunca hago promesas en falso, ni digo cosas que a sabiendas, luego no voy a poder realizar.
Si alguien me confía un secreto, sé guardarlo. Hay cosas que jamás tienen que salir de uno, hay cosas que se llevan a la tumba.
Pero entre tanto, sigo adelante. Feliz de lo que he logrado, y anhelante de lo que pueda lograr.
Por otra parte, sé esperar. A veces las cosas no suceden como uno las quisiera. Hay dificultades de diversa índole, hay escollos que superar. Es como cuando ponemos algo en oración. No esperemos que la respuesta sea inmediata. Puede serlo, pero las más de las veces no lo es. Sin embargo oramos con fe, y esperamos expectantes.
Sé esperar, y confío. Porque lo que se tenga que dar se va a dar finalmente. Y lo que tenga que ocurrir, sucederá a la postre. Así sucede en todos los órdenes de la vida.
enigma
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