Es tiempo de Navidad. Se
acerca el fin del año, y el comienzo de uno nuevo.
Momento de pausa, para
pensar qué ha sido el año que se va, qué logramos, que nos quedó sin poder
concretar. Cuántos aciertos tuvimos, y cuántos errores cometimos.
Cuántas nuevas amistades
hicimos, y cuáles fueron las que perdimos.
Cómo nos relacionamos
con los seres que queremos, dentro y fuera de la familia.
Pero por sobre todo, y
para quienes gustan de mirar las estrellas, y dialogar con el Cosmos, hay una
estrella en particular, invisible a los ojos, pero observable con el corazón.
La Estrella, que indicó el nacimiento de Jesús. Ejemplo de vida para todos, en
todos los tiempos y lugares.
El ser humano por
excelencia y en su cabalidad. Tal vez por eso, tenía la presencia divina de que
muchos carecemos.
Si volvemos a leer Sus
palabras, tal vez nos demos cuenta que 2015 puede ser la gran oportunidad para
vivir una mejor calidad de vida personal.
Para ser mejores nosotros mismos y para otros. Para que seamos una
estrella para todos quienes tomen contacto con nosotros.
Para que irradiemos paz, esplendor y aportemos a la existencia, nuestro esfuerzo, nuestro trabajo, nuestra capacidad de análisis, nuestra inteligencia, nuestro pensamiento más esclarecido, y por sobre todo Amor.
Para que irradiemos paz, esplendor y aportemos a la existencia, nuestro esfuerzo, nuestro trabajo, nuestra capacidad de análisis, nuestra inteligencia, nuestro pensamiento más esclarecido, y por sobre todo Amor.
Siempre en bien de
todos.
Sean estos los más
sinceros deseos de mi parte, para todos/as y cada uno/a de ustedes.
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