Se diría que la Tierra está acelerada sobre su eje, y que ahora no se vive con la parsimonia de décadas atrás. Y tal vez hay una natural aceleración del tiempo.
Pero mucho más que eso, estamos atiborrados de trabajo, de problemas familiares o personales, económicos, de relaciones, de la fiesta que tenemos que sufragar, de los regalos, de los saludos a intercambiar....y ¡uffff! no se termina.
Más bien que terminar el año, pareciera que el año termina con nosotros.
Se necesita urgentemente, imprescindiblemente, hacer un alto. Abrir un momento a la serenidad, echar fuera ese demonio del reloj y todos los compromisos, y en diálogo con la naturaleza y el Ser en Sí, volver sobre nosotros mismos.
Respirar hondo, relajar nuestro cuerpo, descansar, sentirnos como flotando en el agua, o como cuando tirados sobre el césped, nos acaricia una ligera y tibia brisa...
Sí, eso necesitamos, necesitamos "recargar baterías"... Y luego de pasar un par de días así, volver a la rutina --tal vez mañana lunes-- con renovado espíritu, con ganas de "prenderle duro" a más de un proyecto, de solucionar asuntos pendientes, y de quedar sin un expediente sobre el escritorio, para empezar 2015 a fojas cero.
Sí, ya sé que las cosas de un año se arrastran al siguiente, que hay asuntos pendientes que no se solucionaron, y que hay proyectos que plasmarán justamente en el nuevo año.
Pero ahora, paréntesis, punto neutro, fuera las tensiones, fuera el estrés, fuera todo tipo de amargura, resentimiento, mala onda. A mejorar la vibra, a sentirnos renovados, a abrazarnos con quien hace rato casi no nos tratamos.
Es hora de juntar corazones, es hora de festejo, de alzar copas, de hacer brindis, de desearnos de verdad lo mejor, y de quererlo vivir así.
Porque siempre están abiertos, y si no, hay que abrir los caminos de comprensión. Entender que el otro o la otra es tan humano como uno. Que puede equivocarse --y a veces muy feo-- respecto de algo, pero que no es esencialmente un/a villano/a, una mala persona.
Puede estar errada, equivocada, comprimida en una situación que no le deja salir de ciertó corsé que le han metido, pero hay que superar esas cosas.
A veces, una mirada, una simple sonrisa, un acercarse con un apretón de manos o un abrazo, una frase estimulante, son la sencilla llave para abrir el camino de la comprensión. Un camino transitado mutua y recíprocamente, en ambos sentidos. Un camino de ida y vuelta. De toma y daca. De va y viene.
Y andando en ese camino de comprensión, es ciertamente posible ir aspirando a que 2015, sea mejor que este año que ya se termina.
Al menos yo, lo voy a intentar todo cuanto pueda. ¿Y ustedes?
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