La existencia nos impone un fragor, un estrés, una aceleración en todo cuanto hacemos, que de tanto en tanto necesitamos ineludiblemente, hacer un alto.
Dejar el ruido, el tráfico, el reloj, los horarios, los compromisos, el trabajo, todo….quedarnos en silencio, sin apuros, sin exigencias ni demandas, quietos, quedarnos con nosotros mismos.
Y cuando estamos así, es bueno primero hacer un repaso sumario de lo que ha sido nuestra vida hasta este preciso momento.
¿Qué circunstancias duras, difíciles, aciagas hemos tenido que afrontar?. ¿Cuáles han sido felices, hermosas, exitosas, y nos han dado satisfacción?.
¿Qué frustraciones de pronto arrastramos, cuántas cosas quisimos hacer y no logramos concretar?. ¿Cuántas otras –que aún ni imaginábamos—fuimos capaces de realizar?.
¿Dónde nos encontramos geográficamente, y qué determina ello en cuanto a la calidad de vida que llevamos, a los servicios de que disponemos, a la gente que nos rodea, a las amistades, a las posibilidades de desarrollarnos más plenamente, de cultivarnos, de alcanzar otras metas?.
¿Cómo es nuestra familia, cómo está compuesta, a quiénes realmente queremos, a quiénes no nos importaría dejar, o no nos importaría tanto?. ¿Cómo nos relacionamos con nuestra familia y nuestros familiares con nosotros?. ¿Qué posibilidad existe de hacer planes juntos, o de hacerlos por separado?. ¿Hasta dónde podemos andar con la familia, y cuánto sentimos que tenemos que andar solos/as?.
¿Qué queremos ser, y qué estamos siendo?. ¿Qué nos falta para ser lo que queremos y como lo podemos alcanzar?.
¿Debemos seguir una rutina en la que estamos inmersos, o debemos abrirnos a opciones, oportunidades, invitaciones y perspectivas nuevas?.
¿Hemos llegado a la cúspide o aún estamos subiendo la empinada cuesta?.
¿Cómo nos vemos a nosotros mismos, y cómo nos ven los demás?. ¿Las visiones coinciden mayormente, o difieren?. ¿Entendemos por qué?.
Nuestra existencia ¿tiene sentido, o nos resulta un sinsentido?. ¿Tiene un propósito, o no tiene propósito alguno?.
¿Nos sentimos parte de un todo inmensamente grande, o nos consideramos solitariamente aislados y uno más en una muchedumbre de miles de millones de habitantes del planeta?.
Finalmente, ¿qué estamos dispuestos a dar, qué estamos dispuestos a arriesgar, de qué situaciones o cosas estamos dispuestos a desprendernos?
Hay algunas paradojas interesantes: Cuanto más nos damos, más ganamos. Cuanto más cosas tenemos menos somos. Cuanto más escuchamos, más aprendemos. Cuanto más hablamos, menos oímos.
Si estas preguntas les han ayudado a encontrarse más a ustedes mismos/as, mi misión por hoy, está cumplida.
Siempre vuestro,
enigma
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