Pero especialmente luego de cada acontecimiento aciago, debemos renovar nuestras fuerzas, redoblar nuestro ánimo y seguir adelante.
Porque luego de cada tormenta, sale nuevamente el Sol.
Después de todo, las tormentas son pasajeras. Hay que verlas desde esa perspectiva. A veces se dan ciertas condiciones meteorológicas que las provocan. Pero esas mismas condiciones, afortunadamente, son cambiantes. No se estancan, no quedan para siempre.
La atmósfera es dinámica, y de ella tenemos que aprender.
Luego de cada episodio luctuoso, la vida sigue brillando y sigue estimulándonos a continuar adelante, a vivir intensamente el presente, y a aguardar con esperanza el futuro.
Como ha escrito una gran amiga:
es darse cuenta de la fragilidad de la vida, y por eso mismo
exprimirla al máximo y disfrutar de ella...
estar vivo!, y poder tocar, oler, palpitar!
enamorarse y amar, reir, sufrir y aun así, volver amar!
de eso se trata la vida, de ser feliz!
exprimirla al máximo y disfrutar de ella...
estar vivo!, y poder tocar, oler, palpitar!
enamorarse y amar, reir, sufrir y aun así, volver amar!
de eso se trata la vida, de ser feliz!
Es cierto que los reveses duelen, y mucho más cuando nos llegan gratuitamente, sin merecerlos, como chaparrón intenso caído desde oscuros nubarrones.
Pero sabemos por experiencia, que los nubarrones se disipan, que los vientos les empujan y se van, y cielo azul se abre, y el Sol vuelve a brillar.
Yo quiero de corazón, que los nubarrones se vayan lejos, se disipen pronto, porque quiero celebrar ver de nuevo el Sol.
enigma
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