A lo largo de nuestra existencia, tenemos dos opciones: ser rebaño, o ser nosotros.
Andar por la puerta ancha, o pasar por la puerta estrecha.
Seguir el camino de la perdición, o el de la salvación.
Y no hay término medio, aunque suene un poco maniqueo.
Lo peor que le puede pasar a alguien es estar perdido/a y no darse cuenta o saberlo, por pura ignorancia. Porque la persona nunca se ha enfrentado a sí mismo/a, se ha autoanalizado a fondo, (el viejo y siempre vigente ejercicio de “conócete a ti mismo/a) y ha podido ver sus claros y oscuros, y ha procurado entonces elevarse de la mediocridad ambiente, descollar de alguna manera, salir de la chatura cotidiana, y remontar el camino dificil pero hermoso de ser más, de crecer en Espíritu y en Verdad.
Se crece a partir de errores. Se crece investigando, analizando, estudiando, cotejando, buscando. Es la busqueda por los viejos arcanos, es la búsqueda por el sentido mismo de la vida. Es la búsqueda por conectarnos con lo trascendente, o sea, por desatar en nosotros la chispa de la Divinidad.
Esa chispa está en nosotros, es parte integral de cada ser humano. Pero, esa chispa se puede avivar con el oxígeno del conocimiento y las prácticas propias que buscan superación, o se puede apagar, cubierta del lodo de una vida absurda, monótona, rutinaria, sin propósito filnal, sólo subsistiendo siguiendo ciertos patrones de la sociedad en la que se está.
Hay gente –la gran mayoría— que sucumbe a esa chatura.
Habemos otros/as, que porocuramos la trascendencia, que buscamos de alguna forma abrir canales para una comunicacion transdimencional o ultradimensional, como se prefiera llamarle.
Habemos quienes estamos ocupados en el quehacer de edificarnos y edificar a otros como humanos, sacándoles de la animalidad que nos acompaña.
Hace años, había un excelente humorista uruguayo, lamentablemente fallecido. Se llamaba Enrique Almada, y en uno de los personajes que interpretaba en televisión, había acuñado una frase que en su sencillez, decía mucho: “el que nace para pito, nunca llega a corneta”.
El tema es que esta es una opción. Se puede empezar desde muy abajo, y llegar muy arriba, o quedarse a medio camino.
La opción está abierta para cada quién.
Amiga, amigo: ¿qué opción eliges?
Piénsalo bien. Medítalo en la quietud de un momento en tu habitación, o al aire libre. Comunícate con lo Alto y pide guía. Recibirás respuesta, y empezarás a andar el camino que te lleve a crecer en Espíritu y en Verdad.
Si lo buscas y quieres eso, ¡claro está!
enigma
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