Debemos confesar que nos cuesta ser justos. Que nos llevan la confusión, en medio de una sociedad donde todos los que otrora se han considerado valores, están absolutamente en crisis. Ya no en cambio, ya no en sustitución por otros, sino simplemente ausentes.
No hay inmoralidad, hay a-moralidad.
Se han perdido los puntos de referencia, y se confunden –para mi deliberadamente por ciertos grupos de poder que manejan a su antojo y conveniencia a las masas— los principios, y se tergiversa el verdadero y único sentido natural y lógico de ciertas cosas.
Tomo un ejemplo. Libertad de religión. Suena muy bien. Es el respeto a que las personas no sean perseguidas o acosadas por su fe, sino que la puedan vivir lilbremente.
Los budistas tibetanos en China, los árabes musulmanes en Israel, los cristianos en Yemen.
Pero eso no es lo mismo que decir que quien quiera pueda adorar al diablo, servir a fuerzas oscuras, y poner en marcha mecanismos por los cuales se empeora cada día el planeta.
Sin embargo, para algunos de eso se trata.
Entendámonos, no es que no se quiera respetar el ateísmo, o el agnosticismo.
Se trata de que en el concepto “religión” se pretenden abarcar la hechicería, la “ouija-board”, la brujeria, y los rituales satánicos.
Y aquí sí entra de lleno un elemental y sensato juicio de valores.
So pretexto de la “libertad religiosa” que suena tan bien, se da amplia entrada a fuerzas negativas para que operen libremente en la sociedad.
En otras palabras, se da entrada a que sectores absolutamente minúsculos de la sociedad, puedan desarrollarse, cuando van en contra de todas las fes positivas, altruistas, y nobles del mundo.
¿Qué se pretende?, ¿qué sociedad estamos formando? ¿cómo, cuánto y deliberamente, estamos alentando los anti-valores, el no-ser, lo anti-humano y lo anti-divino? Y entonces, ¿qué podemos esperar como resultdos?
Madres que matan a sus propios hijos cumpliendo ritos satánicos, por ejemplo.
¿Se quiere más desnaturalización humana que ésta?
Otro ejemplo: libertad de expresion.
Magnífico.
Pero amparándose en ese principio básico de la sociedad en libertad y democracia, hay quienes con oscuros intereses medran para obtener ganancias millonarias, y lo único que están produciendo para consumo masivo de niños y jóvnes adolescentes, son juegos de video y películas, en las que se ensalza a tal grado una violencia incontenible y gratuita, donde la idea fundamental es matar, destruir a otro humano, que se crea tal callosidad espiritual, tal insensibilidad al asesinato, que luego, nadie ha de sorprenderse, si jóvenes en un liceo se agreden a grados inconcebibles, si hay muertos, y planes para matar rociando con balas a compañeritos y compañeritas de clase.
Tampoco puede sorprender si algún individuo, traumado mentalmente por situaciones desdichadas como la pérdida de un empleo, tras lo cual no puede pagar su hipoteca, y todavía la esposa se le divorcia, termina por ir a su ex-oficina y empezar a matar gente.
O acaso un militar musulmán, que comenzó a tener reservas sobre cuán posible era para un musulmán ir a una guerra en que tiene que matar a otros musulmanes, pero no tuvo la opción de acogerse a un estatus de objetor de conciencia y ser relevado de tal misión, termina por enloquecerse y mata a sus propios camaradas de armas.
Horrendas circunstancias, que nos hablan de un desquicio social en crecimiento.
Pero nadie le presta atención y demanda en nombre de la salud mental y espiritual de niños, jóvenes y adultos, que se termine con la violencia brutal y gratuita en películas y principalmente en juegos de video.
Gobernantes, grupos de reflexión política, miran para otro lado, o no se interesan por esto que sin embargo tiene directa incidencia desde los mismos hogares sobre lo que después ocurre en la sociedad.
La libertad demanda responsabilidad. La libertad no es libertinaje ni anarquía.
La libertad no puede quedar cercenada por la voluntad de unos pocos empresarios de hacerse millonarios a costa de los muchos.
Entonces, volvemos al tema fundamental de tratar de ser justos.
De ser justos primero que nada respecto de las cosas que hacemos personalmente.
Y allí es donde a veces surge la confusión de valores, y allí es donde para ser verdaderamente justos, o sea actuar con justicia, actuar rectamente, ser decentes y honorables respecto de los demás, debemos tal vez hacer una revisión total de qué estamos pensando y qué estamos haciendo.
Una revisión cada 24 o 48 horas.
Y tal vez debamos arrepentirnos sin duda, de cosas que hemos pensado, y dicho, y escrito, e intercambiado.
Y tal vez debamos reconvenirnos a nosotros mismos por nuestros errores, y prometernos firmemente no comerterlos nunca más.
Porque cuando miramos a los valores humanos auténticos, descubrimos, o nos venimos a dar cuenta, no sólo de nuestros graves errores, sino de cuán despistados hemos estado al no adherirnos a lo que debíamos.
A no salirnos de la ruta que es la única conveniente y adecuada a nuestro propio ser.
Sí, las tentaciones pueden ser muchas, pero lo que corresponde vivir es otra cosa.
Procuremos pues actuar con justicia, para con nosotros mismos y para con los demás.
Dejemos atrás nuestras equivocaciones y confusiones. Atrás definitivamente, todo aquello que nos ensució y fue espúrio.
Y recobremos el equilibrio interior, la visión clara de quiénes realmente somos, y la paz que nos merecemos.
enigma
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