“El coraje no es la ausencia de temor, sino más bien el juicio de que otra cosa es más importante que el temor”
Ambrose Hollingworth Redmoon
Dos veces en mi existencia me han dicho que he tenido coraje.
La primera, ha sido en referencia a decidir venirme a Estados Unidos, dejando familia atrás, hasta que mi núcleo familiar se me unió, pero haciéndolo a mis 49 años.
“Hay que tener coraje para hacer eso”, me dijo más de una persona, refiriéndose a esa mi decisión.
La otra apreciación, es muy reciente, y se refiere a la situación actual que atravieso debido a la grave enfermedad de mi esposa, que me demanda tiempo, que me angustia, y que me plantea un desafío muy grande, a la vez que una interrogante respecto del futuro.
Y en medio de estas circunstancias, voy a trabajar cada día, mantengo un buen relacionamiento con mis compañeros, me esfuerzo y pongo todo mi profesionalismmo en lo que hago.
Y entonces, otra vez, se me ha dicho que hay que tener coraje, en medio de la situación que estoy viviendo, para desempeñar mi tarea poniendo la atención que le dedico, cuando estoy tan complicado.
Y debo reconocer que nunca me he visto a mi mismo como un individuo de coraje, sino como alguien realista, pragmático, que se atiene a los hechos, que los analiza, que busca caminos, que mantiene su esperanza y su fé.
Pero es cierto que en esta existencia, se necesita coraje para vivirla, especialmente en momentos aciagos, tristes, desconsoladores, dificiles.
Y se necesita coraje para tomar ciertas decisiones, que a veces nos parecen imposibles, pero que podemos viabilizar siempre que esté en nuestro deseo más íntimo, en nuestra intención, en nuestro querer.
A lo largo de un mes, he aprendido a curar a mi esposa, a colocarle gasas y vendas. Yo, reacio a ver sangre, tuve que tomar la decisión, tuve que poner mi intención, y mi querer en hacerlo, porque era necesario, porque debía finalmente hacerlo. Y lo estoy haciendo.
Si me lo hubieran preguntado tiempo atrás, me hubiera considerado un inutil para semejante cosa. La hubiera rechazado de plano. Me hubiese parecido sinceramente imposible. Y sin embargo, hoy estoy realizándola.
Sí, se requiere coraje para vivir, porque la vida nos plantea a veces duras disyuntivas y coyunturas en las que hay que hacer frente a la realidad, y hay que por sobre todo, responder a nuestros sentimientos más profundos.
En el fondo, se trata de ser auténticos. De no engañarnos a nosotros mismos, de no hacernos trampas al solitario.
Y al final, salimos más fortalecidos, hemos aprendido una nueva lección de vida, y sabemos dónde estamos parados, y qué impensadas capacidades podemos desarrollar.
Así –esto es sólo un ejemplo— en todos los órdenes de la vida.
El coraje para lo desconocido, lo nuevo. El coraje para cambiar, el coraje para ser de otra manera.
Esencialmente, estar abiertos a posibilidades, situaciones y circunstancias que la vida misma de pronto nos plantea.
enigma
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