Muchas veces, distintas personas me han elogiado, o me elogian por mi buen decir.
No que yo domine o caiga en preciosismos de nuestro riquisimo idioma, pero se trata en todo caso de un decir claro, conciso, elocuente sobre todo.
Tengo un par de amigos que me elogian por mi calidad literaria. Leen este blog, mis ideas, mis cuentos, y dicen “qué bien escritos están”, o “no le conocía esa veta literaria”.
Otras personas hablan de cómo soy capaz de trasuntar y expresar con intensidad ciertos sentimientos, y otra vez más, viene el elogio “tú escribes muy bien”.
Y les confieso: agradezco esos conceptos, sinceramente me apabullan, pero en cierta medida o de cierta manera, me molestan.
No porque hieran mi natural humildad, sino porque me parece que están reparando demasiado en la forma, y lo que importa, bien dicho, más o menos dicho, o aún mal dicho, es la sustancia, es el contenido.
Yo sé que estas personas a las que me refiero no se quedan en la apreciación estética de lo bien escrito que algo está, sino que van al fondo. En otras palabras, si bien reparan en el continente, se sumergen en el contenido.
Pero yo sentí la necesidad de decir esto porque no quisiera nunca que la forma distorsione, oculte, u opaque el contenido, que es lo que realmente me interesa transmitir.
Claro está que cuido la forma, porque jamás habrán encontrado en este mi blog una expresión chabacana, una palabra grosera, algo que sea un insulto para quien lo lee.
No es mi estilo, y francamente, creo que quienes apelan a ese tipo de lenguaje son pobrísimos en su capacidad de expresarse, o tienen los valores totalmente confundidos y alterados, lo cual no es extraño, según de donde procedan dichas expresiones, geográficamente hablando, me refiero, y socio-culturalmente hablando, agrego.
Uds. saben, que me expreso sin tapujes y sin temores. Que lo hago a corazón abierto y con lo mejor de mi mismo.
No pretendo –y sería aburrido por otra parte—que todos estén siempre de acuerdo conmigo. Podemos con cariño, con respeto, discrepar, y discrepar intensamente. Si lo hacemos con honestidad intelectual, si lo hacemos valorándonos mutuamente como seres humanos, sin herirnos, sin rebajarnos recíprocamente, es posible y siempre tiene que ser bienvenida la discrepancia, el intercambio fecundo de ideas diferentes. Especialmente si al final de todo, siempre queda entre nosotros la paz.
Paz en el espíritu, paz en el corazón, paz en nuestro vínculo.
A todas y todos, gracias por leerme. Síganlo haciendo, por favor. Se los agradezco.
enigma
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