En verdad, no hay apuro por comenzar el año nuevo.
Nadie nos reclama, nos empuja, nos fija plazos, o nos obliga a acelerar el paso.
Vamos tranquilos, seguros, pasando las primeras horas de los primeros días del año y la década recién estrenados.
Lo hemos comenzado con la sencillez de cuatro personas rodeando una mesa, gracias a la visita de familiares llegados del exterior.
Y ahora que la visita de fue, una serie de ineludibles citas médicas nos movilizan en las primeras horas del primer día hábil de 2010.
En lo personal, he pasado de un año a otro, sin ningún contratiempo, pero lo hubiera podido tener y muy grave, si ayer, cuando iba a cruzar una calle con mi auto, luego de tener la luz verde ya por instantes a mi frente, no hubiese arrancado lentamente, y frenado de inmediato por un vehículo que a gran velocidad se me cruzó por delante, en perpendicular a mi senda, con plena luz roja.
El hecho, totalmente desacostumbrado aqui en Virginia, --donde las calles y las autopistas no son una selva llena de brutos al volante, sino de personas que acatan las leyes y reglamentos como corresponde-- fue realmente insólito. Pero de haber yo accedido al cruce desde más lejos, y no desde una posición con el vehículo detenido completamente, a esta hora no les estaba escribiendo, y quizás no les hubiera podido escribir nunca más.
Continué mi viaje feliz de que no pasó nada, e interiormente tranquilo. Aquello no me alteró en lo más mínimo, ni me provocó una nerviosidad que, aunque pudiese parecer lógica, no tenía cabida, después de todo. Pero dí gracias al Ser en Sí, que una vez más, me protegió.
Ahora, será el retorno a las diarias labores lo que tengo inmediatamente por delante, pero eso no se altera. El cambio de año no significa de por si una modificación de lo que ya venia haciendo. Es continuar con lo rutinario.
Mientras tanto, espero mucho de este año. Tendré que otear horizontes, para ver qué puedo hacer de nuevo, que vivencias –que no signifiquen reiterar nada anteriormente vivido— serán las que podré tener este año.
Descubrir tal vez en mi mismo, capacidades y talentos que no fueron despertados con anterioridad, hallar formas diferentes de expresarme y comunicarme. Encontrar mayores vías y formas de ser, de ser cada vez más y mejor, aunque eso signifique tener menos.
Así que de momento, todo es expectativa.
La vivo en la confianza que me depara mi fe, y en la gratisima compañía y el apoyo de amigas y amigos esparcidos por el mundo, mientras sigo sosteniendo a mi esposa en su lucha contra el cáncer.
enigma
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