Sunday, July 25, 2010

COMUNICÁNDONOS, DE NUEVO

Al fin se rompió el silencio.

Al fin ese negro nubarrón que echaba sombra sobre mi alma, se fue y volvió a salir el sol.

Al fin se acabó la angustia de no saber.

Me sentía como desintegrado, y cuando hoy llegó el primer mensaje, empecé a reconstituirme, a reconstruirme por dentro.

Lo primero que sentí fue tranquilidad, y luego la satisfacción de restablecer la comunicación.

Quedar incomunicado puede llegar a ser una experiencia traumática. Es que no se sabe qué le ocurre a la otra persona, si está bien, si se enfermó, si tuvo un accidente, si enfrentó una situación personal desagradable.

Uno se hace cantidad de conjeturas, y el silencio se transforma en agobiante, en algo insoportable, que termina por hacernos sentir mal.

Arrastramos un desasosiego, una insatisfacción, y ciertamente ello nos indispone para tener un ánimo agradable con el cual tratar a las personas que toman contacto con nosotros. Hacemos un esfuerzo mayor para que lo que nos pasa por dentro, no se trasluzca, pero el esfuerzo tiene su costo.

Afortunadamente, fue como una tormenta. Pero la tormenta pasó.

Ahora cabe esperar que la comunicación vuelva a ser fluida, intensa por momentos, pero por sobre todo, que sea feliz. Feliz en su contenido, y en el hecho mismo de comunicarnos.

Así lo deseo de corazón.




enigma

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