Los medios de comunicación, hablaban a favor de Ghana, y no sólo en Sudáfrica. Aquí en Estados Unidos también. Tal vez por aquello del África pobre, del África negra...
Salvo unos 50 o un poco más uruguayos, todo el estadio era de Ghana, porque este equipo había hecho al proeza de llegar hasta hoy, y era el único representante que le quedaba a África.
¡Si hasta los anfitriones habían perdido! y justamente con Uruguay, así que las simpatías del público estaban en contra de la oncena oriental.
El juez fue realmente malo. Dejó jugar fuerte y sucio a los ghaneses, cobró faltas inexistentes contra los uruguayos, pero se pasó por alto dos claros penales, el último contra Washington Sebastián Abreu (el loco), claramente derribado en el área cuando casi convierte un gol.
Con todo esto en contra, el equipo uruguayo peleó con fuerza, con garra, con vergüenza, buscó goles en múltiples instancias, y el partido hubiese tenido un trámite distinto, si el juez hubiese dado los penales que le correspondían a Uruguay-.
Pero sin enojarse, sin recurrir a la violencia, hasta por justa ira, los jugadores no sólo aguantaron el maltrato de los rivales, y el mal arbitraje, sino que soportaron los 90 minutos reglamentarios, donde un golazo para la mejor historia del fútbol, anotado por Diego Forlán, puso el justo 1 a 1.
Los uruguayos soportaron y lucharon por mantener el control de la pelota, y arremeter contra el arco de Ghana, en los dos tiempos complementarios de 15 minutos cada uno. No se cayeron rendidos de cansancio en la cancha. No les faltó pierna, para seguir corriendo y poniendo en peligro el arco rival.
Y fueron a penales. Y allí, Fernando Muslera, con sus jóvenes 24 años, fue el verdadero héroe del arco al atajarles dos penales a los ghaneses. Y aunque Pereira que tuvo la oportunidad de darnos el triunfo, marró increíblemente su ejecución, enviándola por sobre el horizontal; Abreu, con su estilo propio, insólito para el arquero Richard Kingson, la lanzó baja y suave, enviándola a la red y marcando el definitivo 4 a 2 por el cual Uruguay hizo la hazaña deportiva más grande en 40 años: ser semifinalista de una Copa Mundial.
Y seguiremos adelante! porque en este cuadro se puede confiar. Hay talento, hay juego asociado, hay ganas de gol, hay garra, y sobre todo, espíritu muy unido, perseverancia, constancia.
Es un equipo que no se achica por ir perdiendo. Es un equipo que si gana, va a más. Es un equipo con vergüenza y con humildad. Es un equipo que no juega para una "estrella".
¡Por eso, es grande!
Y hace carne una vez más, aquello tan viejo del refrán que dice "el que la sigue, la consigue".
Eso demostró hoy en la cancha Uruguay.
¡Festejen los uruguayos en su país, porque tienen razones para festejar!
Desde Virginia, un fuerte y emocionado abrazo, y canto con ustedes....
enigma
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