Despertamos...y lo primero que constatamos es que ¡estamos vivos!, que el Ser en Sí nos concede otra oportunidad para hacer el bien, para compartir calidad humana, para darnos a otros.
Entonces yo digo: "Gracias por este nuevo día de vida que has abierto ante nosotros. Gracias por la oportunidad de seguir siendo, gracias por estar entero de la cabeza a los pies. Gracias por estar con salud. Gracias por el techo que me cobija, y el auto que me transporta. Por la paz del país donde estoy, y por la tranquilidad y seguridad del barrio en que vivo. Gracias por las amigas y amigos esparcidos por el mundo, por aquellos seres que me aman, que me quieren, que buscan el bien para mi y para quienes yo soy algo valioso. Gracias por la protección y el cuidado amoroso a mi madre, con sus 98 años. Gracias por la familia, la lejana y la cercana. Sostén en tu amor, cuida y guarda de cada uno de ellos".
También agradezco por los alimentos que me nutren, y por poder hacer cuanto cosa de la que soy capaz.
Cuando uno tiene un empleo, su día está ya precondicionado, en parte regido y marcado por horarios y por una tarea que nos demanda lo mejor de nosotros, y que escapa a nuestro control. Eso es lo que yo llamo rutina, y finalmente, la anulación del yo. Pero no hay otra alternativa, es un "mal necesario".
Cuidado, no estoy diciendo que trabajar es un mal. Es algo por lo cual también dar gracias, por cuanto se es útil a la sociedad de una determinada y particular manera, y se sostiene a la familia.
Pero es cierto que pasamos más horas en el empleo que con la familia, y es cierto que a veces la tarea nos agobia, nos estresa, nos agota. Y es cierto que a veces mandaríamos todo a pasear, y querríamos pararnos en una plaza y gritar "libre al fin!!" como lo proclamara Martin Luther King Jr. en su famoso discurso en la Alameda Nacional de Washington DC.
Pero hay tiempos y tiempos, tiempo para sembrar y tiempo para cosechar. Y para muchos, es el tiempo de la siembra. Y para otros, siempre es tiempo de siembra, aunque a veces las exigencias sean menores.
¿Qué nos deparará el nuevo día?. A veces ni siquiera tenemos tiempo para reflexionar en eso. Vivimos tan contra reloj, tan aprisa, que la vida se nos escapa de las manos como si fuese agua....y sin embargo, cada día tiene su cuota de misterio. Porque no sabemos a ciencia cierta si seguiremos existiendo o no. Si estaremos bien o nos enfermaremos. Si tendremos un accidente (¡Dios no lo quiera!), internan o fallece un familiar o amigo, o nos visita de golpe alguien que no pudo anunciarse.
Sí, cada día también está cargado de una cuota de misterio que se va develando al correr de las horas.
Un nuevo día por eso, es toda una aventura y una expectativa.
enigma
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