LA BONDAD ES UNO DE LOS RASGOS MÁS HERMOSOS DEL SER HUMANO.
VALORO ALTÍSIMAMENTE LA BONDAD Y A QUIENES LA PRACTICAN.
Ser bondadoso, no es ser tonto, no es ser ciego a cosas que nos duelen, afligen, hieren o atacan.
Ser bondadoso, requiere mucha fortaleza interior, solidez espiritual como para superar lo malo, y no devolver mal por mal, sino por el contrario, derramar bondad.
Mi apuesta personal es a que la bondad es capaz de derretir el corazón más duro, como si de una piedra, se tranformase en cera.
Alberth Schweitzer lo expresó maravillosamente: "La bondad puede hacer mucho. Como el sol que derrite el hielo, la bondad evapora los malos entendidos, la desconfianza y la hostilidad"
Creo en la bondad como un bien superior que los humanos podemos ejercer entre nosotros, en nuestras relaciones interpersonales.
La bondad como forma de relacionamiento, implica haber vencido en nosotros mismos el odio, el rencor, el deseo de venganza o desquite. Sólo el camino de la bondad nos transforma en superiores.
Como bien lo dijo el genio de Ludwig van Beethoven: "El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad".
En la bondad abrimos las puertas al entendimiento, la comprensión del otro o la otra, la búsqueda de un sincerameinto fundamental, y el despertar de un afecto o un cariño que a partir de la empatía, nos permite dialogar, mirarnos a los ojos, y sentir una sublime felicidad.
La bondad nos re-crea por dentro, y es comunicativa, llega a la otra persona.
Quien tiene odio en su alma, quien guarda rencor, espera que sus ataques sean respondidos con ataques, es como una guerra. Y la guerra hace daño a todos y termina dejando siempre secuelas horrendas y despojos.
Por el contrario, la bondad edifica, restituye, es positiva, está compuesta de "buena onda".
La bondad abre las puertas al entendimiento, y conduce hacia la paz.
Paz tanto a nivel de las relaciones internacionales, como dentro de los países, así como en las relaciones interpersonales, y con uno mismo.
Esa paz es una fuerza creativa y dinámica, que acerca, que une.
La bondad acelera la recuperación del tiempo perdido en la árida planicie de la desinteligencia.
La bondad tiende puentes, y compatibiliza corazones.
Verdaderamente, yo creo en la bondad, la afirmo, y --en cuanto me es posible-- la practico. Sé que es lo mejor.
Como hace décadas me enseñó quien fuese mi mentor espiritual: "Nunca te arrepientas de ser bueno".
Bien lo ha dicho el chileno Alejandro Jodorowsky: "Un gramo de bondad vale más que una tonelada de intelecto".
Y lo ha ratificado el talentoso escritor, pintor y Físico argentino Ernesto Sábato: "En la bondad se encierran todos los géneros de sabiduría".
La dicha va de la mano de la bondad.
VALORO ALTÍSIMAMENTE LA BONDAD Y A QUIENES LA PRACTICAN.
Ser bondadoso, no es ser tonto, no es ser ciego a cosas que nos duelen, afligen, hieren o atacan.
Ser bondadoso, requiere mucha fortaleza interior, solidez espiritual como para superar lo malo, y no devolver mal por mal, sino por el contrario, derramar bondad.
Mi apuesta personal es a que la bondad es capaz de derretir el corazón más duro, como si de una piedra, se tranformase en cera.
Alberth Schweitzer lo expresó maravillosamente: "La bondad puede hacer mucho. Como el sol que derrite el hielo, la bondad evapora los malos entendidos, la desconfianza y la hostilidad"
Creo en la bondad como un bien superior que los humanos podemos ejercer entre nosotros, en nuestras relaciones interpersonales.
La bondad como forma de relacionamiento, implica haber vencido en nosotros mismos el odio, el rencor, el deseo de venganza o desquite. Sólo el camino de la bondad nos transforma en superiores.
Como bien lo dijo el genio de Ludwig van Beethoven: "El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad".
En la bondad abrimos las puertas al entendimiento, la comprensión del otro o la otra, la búsqueda de un sincerameinto fundamental, y el despertar de un afecto o un cariño que a partir de la empatía, nos permite dialogar, mirarnos a los ojos, y sentir una sublime felicidad.
La bondad nos re-crea por dentro, y es comunicativa, llega a la otra persona.
Quien tiene odio en su alma, quien guarda rencor, espera que sus ataques sean respondidos con ataques, es como una guerra. Y la guerra hace daño a todos y termina dejando siempre secuelas horrendas y despojos.
Por el contrario, la bondad edifica, restituye, es positiva, está compuesta de "buena onda".
La bondad abre las puertas al entendimiento, y conduce hacia la paz.
Paz tanto a nivel de las relaciones internacionales, como dentro de los países, así como en las relaciones interpersonales, y con uno mismo.
Esa paz es una fuerza creativa y dinámica, que acerca, que une.
La bondad acelera la recuperación del tiempo perdido en la árida planicie de la desinteligencia.
La bondad tiende puentes, y compatibiliza corazones.
Verdaderamente, yo creo en la bondad, la afirmo, y --en cuanto me es posible-- la practico. Sé que es lo mejor.
Como hace décadas me enseñó quien fuese mi mentor espiritual: "Nunca te arrepientas de ser bueno".
Bien lo ha dicho el chileno Alejandro Jodorowsky: "Un gramo de bondad vale más que una tonelada de intelecto".
Y lo ha ratificado el talentoso escritor, pintor y Físico argentino Ernesto Sábato: "En la bondad se encierran todos los géneros de sabiduría".
La dicha va de la mano de la bondad.
enigma
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