En el intelectual existe la tentación de la soberbia, del elitismo, del "me trato con mis iguales", y de mirar con desdén, como "por encima del hombro", a quienes considera no son sus pares.
Pero toda la preparación académica, todos los estudios cursados, y títulos obtenidos, no hacen a algo fundamental: el pensar correcto, con acierto, con honestidad intelectual, y el decir las cosas apropiadamente, sin sofisticación, pero con la razón.
Es por ello que aún científicos, caen en errores y hasta infantilismos. En pensares tontos o poco sesudos e irracionales.
Es por eso también, que tanto desvarío tienen esos intelectuales respecto de la política, y les es propio el crear argumentos, y levantar propuestas, y gestar ideologías, que no son más que entelequias capaces de seducir a las masas --en el mejor de los casos-- pero tan faltas de sentido y de sólido contenido, que sólo se sostienen en base a lo que llaman la "militancia", o sea la adhesión irracional a ciertas propuestas o planteos.
Pero no quiero irme por la consideración del "macromundo". Me quedo en el "micromundo" de la interrelación humana, personal.
Y allí es cuando es maravilloso escuchar de boca de los sencillos, de los que apenas tienen escuela o tal vez no terminaron la secundaria, verdades de a puño, cosas bien pensadas, con espíritu recto y honorable. Cosas con profundo sentido común. Cosas que conceden dirección y dan pautas para nuestra existencia.
Hoy tuve un diálogo enriquecedor con una persona sencilla. Y ¡qué experiencia más hermosa encontrar coincidencias, y descubrir en esta persona un pensar racional, lógico, coherente, y por sobre todo, sincero, honesto! Y un gran corazón.
Sí, realmente vale la pena escuchar la sabiduría de vida que habla en boca de los sencillos.
Escuchar, meditarla, e incorporarla a uno mismo.
Después de todo, yo diría que eso es verdaderamente dialogar. Enriquecerse mutuamente en el intercambio de ideas, pareceres y opiniones. Pero sobre todo, en el encuentro de la verdad.
enigma
No comments:
Post a Comment