"La esperanza nunca muere"...."la esperanza es lo último que se pierde"...."la esperanza se renueva con cada día"....son algunas de las frases que suelen usarse para referirse a ella.
El autor de la epístola a los Hebreos, en el Nuevo Testamento, define a la fe como "la certeza de lo que se espera" y agrega "la convicción de lo que no se ve."
Cuando vivimos en y por esperanza, realmente esperamos, aguardamos, expectantes, tal vez angustiados, con tremendo anhelo, pero quizás no tenemos la certeza, no tenemos esa "convicción de lo que no se ve".
Porque si así fuera, la esperanza no sería tal, sino una espera, más larga o más corta, pero una espera en la seguridad de que aquello que anhelamos se hará realidad. Que alguien vendrá, que habrá una realidad que habremos de vivir.
La esperanza es como poner la vida en suspenso....pendiente de un algo que está más allá de nosotros y que no podemos resolver por nosotros mismos.
La esperanza es justamente, una espera sin certeza.Es aguardar algo que deseamos ocurra, pero no sabemos si ocurrirá, si pronto, o si ha de tardar y cuánto.
Puede pensarse que la esperanza se fundamenta en ciertas pautas, en ciertos puntos que damos por seguros, o que pensamos existen. Y de pronto, estamos totalmente equivocados, y el devenir del tiempo nos termina demostrando que hemos esperado en vano.
Que la respuesta nunca llega, o no llega tal cual la deseábamos, sino todo lo contrario.
Entonces nos sobreviene la frustración, la desazón total, el sufrimiento callado, el sentirnos como al borde de un precipicio, y preguntarnos: ¿por qué?...¿por qué a mi?...¿por qué así?...
¡Ah esperanza de los esperanzados! Bienaventurados los que tienen esperanza, porque al menos algo impulsa sus vidas para no caer derrotados.
Pero más bienaventurados quienes hacen que la esperanza de unos, se cumpla, se haga realidad, porque entonces la dicha y la felicidad son totales.
Cuando escribo esto, no estoy pensando en ninguna situación determinada o particular. Refiérome a la esperanza en general.
Todos abrigamos esperanza respecto de muchas cosas.
Lo que tenemos que hacer, si nos es posible, es aportar nuestro pequeño granito de arena, y tal vez, entre todos construimos una montaña.
Lo que tenemos que hacer es crear las condiciones para que esa esperanza --en cuanto de nosotros dependa-- pueda transformarse en realidad.
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