Veces hay en la vida, circunstancias en lo cotidiano, que parecieran demandar más que sinceridad, que honestidad en el decir y en el pensar, más que intentar ser transparentes.
¡Es como si hubiese que demostrarlo o probarlo!.
Es decir, para nosotros, interiormente, todo está bien, sabemos que estamos siendo honestos y sinceros en nuestro decir, pero para quien recibe nuestro mensaje, tal vez no le estamos diciendo lo mismo, y entonces la mala interpretación lleva incluso a confrontaciones innecesarias.
Claro está que por aquello de “hay que tomarlo como de quien viene”, según quién es nuestro/a interlocutor/a es como vamos a tomar sus palabras.
Si quien habla es alguien con quien tenemos amistad, debemos interpretar sus palabras en recto sentido, no vamos nunca a atribuirle intenciones aviesas, y si no comprendemos del todo algo, o tenemos dudas sobre lo que nos está diciendo, preferiremos el camino de preguntar para esclarecer la situación.
Muchas veces he sentido profundamente, la necesidad de que la tecnología viniese a mi auxilio.
Si tan siquiera pudiesen analizarse las ideas, mediante conexiones electrónicas al cerebro que de alguna forma respaldasen nuestros sentimientos y lo que estamos craneando, tal vez resultásemos más creíbles o transparentes. Tal vez facilitase que se tomasen las cosas como son y no como suenan. Ello sé que en cierta medida es posible ya, pero a nivel de laboratorio solamente.
Y no se trata de que nos expresemos ambiguamente, o que dejemos un área gris donde caben la duda o la especulación. No.
Tratamos y procuramos siempre ser sinceros, honestos, en nuestro sentir y en nuestro pensar.
Podemos sí ser controversiales, aunque en lo personal, no nos anima la controversia.
Puede que se discrepe con uno. Eso es aceptable porque somos humanos y afortunadamente no todos pensamos igual.
Pero de ahí a atribuir ideas, intenciones o propósitos que no existen, media un buen trecho.
Y ese es el trecho que –les confieso— a veces me es dificil de sobrellevar, y me duele.
Confieso que me causa una violencia interior muy grande, que se me adjudiquen intenciones, propósitos, planes, o intereses que no tengo. Que se tomen mis palabras y se tergiverse –sin mala intención, pero ese es el resultado— el sentido único y original con que las he expresado.
Me he encontrado pocas veces con este tipo de situaciones en cuanto a mis interlocutores/as, pero sí con muchas en un par de personas con quienes me une una relación muy especial.
Y eso me lleva a preguntarme si acaso soy yo el que no me expreso tan coherentemente como a mi interior se me hace, o si son estas personas –que no por casualidad, comparten una misma característica-- quienes tienen tendencia natural a ver las cosas desde un ángulo que a mi ni me ha pasado por la mente.
Y créanme que cuando ello ocurre es frustrante. Muy frustrante.
No sé si a alguno/a de ustedes les ha pasado algo similar. Pero si así fuese, les agradecería me escribieran y lo comentaran. No tienen más que escribirme a enigma0458@gmail.com
Desde ya, gracias por participar. Lo valoro mucho.
enigma
No comments:
Post a Comment