Wednesday, May 30, 2012

Si estos zapatos hablaran...

Un par está más gastado que el otro, pero son iguales, de la misma marca y fábrica.

Son cómodos, y para todo andar, especialmente si se viste de manera informal.

Ambos tienen algo en común: fueron estrenados en México.

Ambos pisaron por primera vez suelo mexicano en el Aeropuerto Benito Juárez, de la capital.

Los más viejos deambularon mucho. Conocieron la mayoría de los lugares turísticos del Distrito Federal y alrededores.

Comenzando por la Plaza de la Constitución, más conocida como el Zócalo y la Catedral, así como el Sagrario Metropolitano, que está a su lado. Las ruinas arqueológicas del Templo Mayor. Luego, tres horas de caminata sin parar, para ver a vuelo de pájaro uno de los mejores museos del mundo: el Museo Antropológico, único y espectacular.

Recorridas por Xochimilco con su parque ecológico, andando en una “trajinera” y Coyoacán, con los atractivos de la casa-museo de Frida Kahlo, y la casa de Trotsky, y una visita a la antigua Parroquia de San Juan Bautista. Y lo más espectacular: las pirámides de Teotihuacán, que estos zapatos subieron.

También la zona de Polanco, el Paseo de la Reforma con sus múltiples monumentos, --de los cuales mi preferido es el Ángel de la Independencia-- estatuas, y espectaculares edificios.

La Torre Latinoamericana, el Palacio de Bellas Artes con los estupendos murales típicos del arte pictórico mexicano, y la Alameda Central, en esos momentos, plena de vendedores y artesanos. Y una visita ineludible a Tlatelolco, con las ruinas indígenas, el Museo Tecpán y el recuerdo de los mártires estudiantiles caídos el 2 de Octubre de 1968, en la masacre de la Plaza de las Tres Culturas.

Otro momento importante fue la visita a la modernísima y hermosa “Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe”, lugar donde estuviera el Papa Juan Pablo II, y cuya magnificencia invita al recogimiento y la oración.

Una exhaustiva recorrida por los pasillos, las salas y los jardines del estupendo Castillo de Chapultepec, lleno de historia, fue otra memorable jornada en suelo mexicano.

Punto aparte, por su significado y su belleza estructural, merece el Monumento a la Revolución, con su destacada altura, y su plaza con una fuente de donde saltan imprevistamente chorros de agua, mientras a lo largo la flanquean dos hileras de banderas mexicanas.

El Museo de Cera, con personajes famosos con los cuales uno se puede fotografiar, y el Museo Ripley, exhibiendo cosas bajo el famoso lema “Aunque Ud. no lo crea”.

El par de zapatos más nuevo, no anduvo tanto.

Una nueva recorrida por el Zócalo, la Catedral, el Sagrario Metropolitano, y luego, como lugares no andados con anterioridad, el Jardín del Palacio Nacional, la Casa de Azulejos, el Café Tacuba, el Palacio de la Inquisición (no quise entrar), la antigua sede del Arzobispado, la Plaza Santo Domingo, el shopping Floricentro, el Museo José Luis Cuevas, con la espectacular estatua de La Giganta, un par de galerías comerciales y la culminación de esta breve visita, a un lugar excepcional por fuera y por dentro: el Museo Soumaya.

Reconozco que hay tanto único en el mundo para ver y conocer, que me faltó tiempo para visitar a algunos amigos y amigas, pero les prometo verles la próxima vez, que no sé ahora cuándo será.

Tal vez por todos estos recorridos, tal vez por todas las cosas maravillosas y únicas que vi, y en las cuales estuve, estos zapatos llevan consigo un hilo de historia. De mi historia personal junto a amigos y amigas, en un país que amo: México. ¡¡¡Qué viva México!!!

enigma

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