En mis entregas anteriores, me he referido a la búsqueda de una plenitud de todo nuestro ser.
Un camino a través del cual encontrar una comunicación que supera los límites de nuestra tercera dimensión para allegarnos más íntimamente al Ser en Sí. Para activar su presencia y potencia en cada uno de nosotros.
Un camino mediante el cual sentir equilibrio, armonía, y paz interior, a la vez que la felicidad de integrarnos a la totalidad del Cosmos.
Y al referirme a ese camino, he utilizado ciertas palabras griegas, que conocemos partiendo de las Sagradas Escrituras.
Procurando poner en orden esos conceptos, todo comienza con el amor agape.
Agape, del griego αγάπη, es una de las cuatro palabras griegas que se traducen como: amor.
Se trata, como la define C.S. Lwis de “un amor no egoísta, un amor que está apasionadamente comprometido en el bienestar de los demás.”
Es por tanto una expresión superior del amor, un amor que se entronca con el poder creador y renovador del Ser en Sí. Que proviene y se relaciona intrínsecamente con el Ser en Sí. Que tiene que ver con la esencia de lo que el Ser en Sí es.
El segundo concepto que he manejado, y que es una consecuencia del primero, es koinonía.
Koinonia es la transliteración de la palabra griega κοινωνία, que equivale a: comunidad, comunión, participación conjunta, compartir, contribuir, e intimidad.
Koinonía por lo tanto, asume la forma social del amor agape. Es el gozo de estar acompañados, de tener un grupo humano de referencia en el cual encontramos compañerismo, apoyo, compartimos conocimiento, experiencias, aprendizaje, meditación, comida, bebida, etc.
La koinonía se da como resultado de una pertenencia voluntaria a un grupo, que persigue en su conjunto el camino de plenitud.
Finalmente me refiero a pleroma.
Pleroma, del griego πλήρωμα generalmente se refiere a poseer el espíritu y poder del Ser en Si. La palabra significa plenitud, en el sentido del verbo llenar (πληρόω) y es comparable a πλήρης que significa “lleno” o “completo”.
Pleroma pues, es el objetivo mismo de toda esta práctica, que es sentirnos plenos, sentirnos llenos del poder creativo, balanceados, espiritualmente robustos, mentalmente esclarecidos, con una felicidad y una gran paz interior.
Por tanto, si de alguna manera práctica y simple queremos referirnos a este proceso, podemos referirlo como el A-K-Π, o –a la usanza de las matemáticas— con las minúsculas α-κ-π (alfa, kappa, pi), que bien podemos traducir a nuestro lenguaje como A (amor) K (koinonía) P (plenitud).
Como advertí desde el principio, y como lo reitero conceptualmente, se trata de un camino, un andar hasta llegar al objetivo.
No es algo repentino, que ocurre definitivamente y se logra en un momento dado.
Pero sí tiene un punto de partida. Y el punto de partida es nuestra búsqueda, nuestro deseo muy firme, nuestra voluntad y propósito de querer andar este camino y llegar a esa plenitud.
Hoy por hoy, yo me siento en ese punto de partida.
Amiga, amigo: ¿te sientes tú en tu punto de partida?
enigma
No comments:
Post a Comment