En su libro “The shaking of the foundations”, que me permito libremente traducir como “El sacudimiento de los fundamentos”, o si Uds. lo prefieren “La sacudida de los fundamentos”, Tillich escribe lo siguiente:
“El nombre de infinita e inexhaustible profundidad y base de nuestro ser es Dios. Esa profundidad es lo que significa la palabra Dios. Y si esa palabra no tiene mucho significado para ustedes, tradúzcanla, y hablen de las profundidades de vuestras vidas, de la fuente de vuestro ser, de vuestra preocupación última, de lo que ustedes consideran seriamente sin ninguna reserva. Quizás, para hacer eso, deban olvidar todo lo tradicional que ustedes han aprendido acerca de Dios, tal vez aún la palabra misma. Porque si ustedes saben que Dios significa profundidad, ustedes saben mucho acerca de Él.”
Por eso, yo he elegido y prefiero referirme a Dios como El ser en Sí.
De la misma forma, pero por otras razones, prefiero llamar a Jesús por el nombre con que originalmente es referido: “y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es Dios con nosotros” (Mateo 1:23) quien reproduce a su vez las palabras del profeta Isaías 7:14.
Hay quienes, para poder sostener el llamarle “Jesús” con preferencia o anulación total de “Emmanuel” –como ha sucedido en la realidad--, argumentan ridículamente que “Emmanuel” es un título –como si se dijera presidente, ministro, general--, y que “Jesús” es su nombre. Pero…¡gran pero!, Isaías dice llamarás “su nombre”, así que lo de título, es la explicación más ridícula que se puede dar.
Personalmente, rechazo llamar al Ser en Sí como YHVH, o Yahveh, y menos Jehová, (mezcla con Adonai, que en hebreo significa Señor). El nombre con que Dios es originalmente conocido es El, y aún su plural (no mayestático, como algunos pretenden) Elohim.
Cuando Dios aparecido como una luz que no quema, en medio de una zarza, se dirige a Moisés, y éste le pregunta por su nombre, él se define a sí mismo como: “Yo soy el que soy” (Ex 3,13-14). Y esa frase encierra una verdad total y trascendente. Porque “Yo soy el que soy” (YHVH) o sea, el que fue, es y será, el que permanentemente es, apunta a la esencia intrínseca del único y verdadero Dios, o sea, al Ser en Sí.
Obviamente YHVH no es el nombre de Dios, sino la definición de sí mismo, en una revelación transdimensional.
Pero lamentablemente, YHVH termina siendo apenas un dios nacional, y nunca más el Ser en Sí. Voy a ser más claro todavía, a riesgo de escandalizar, YHVH culmina siendo para aquellos nómades ignorantes, un “dios” con minúscula, o como algunos han preferido catalogarle, un demiurgo.
A lo largo de la Biblia, hay una notoria preponderancia de los hebreos del Sur, (Reino de Judá) sobre los del Norte (Reino de Israel). De ahí que la mayoría de los profetas sean sureños, y no es por casualidad que sea en el Sur donde se erige el templo.
Pero Emmanuel procede de Galilea, del Norte. Y hasta le ridiculizan por eso. Y cuando en la abyecta situación de la crucifixión, Emmanuel clama por Dios, o tal vez recita el Salmo 22, en su lenguaje que era el arameo, llama a Dios no como YHVH, sino “Elí, Elí”.
Razón para mi más que suficiente, para nombrar a Dios como El, y no como YHVH. Por eso mismo, prefiero hablar de Emmanuel, y no de Jesús, ya que este otro nombre es derivado de YHVH.
Porque como el propio Emmanuel lo esclareció, ese “Dios con nosotros”, no significa que Dios está a nuestro favor, sino que Dios está en nosotros.
Designar a Dios como El ser en Sí, es apuntar a la característica de la naturaleza intrínseca de Dios, según la cual es por sí mismo, sin proceder de origen exterior ajeno.
La conciencia de nuestra finitud (pues existimos) en contraste con el Ser eterno e infinito, crea un sentido de lo numinoso. Es de este sentido que surge nuestra fe (no religión), nuestra ansia de superación, nuestro camino Alfa-Koinonía-Pleroma, que busca y procura activar al máximo en nosotros los atributos del Ser en Sí.
Y a propósito de esto que llamo A-K-P, escribió Tillich en su libro “The New Being” (El Nuevo Ser):
“La Verdad así como la vida, une el Si y el No, y sólo el coraje que acepta la infinita tensión entre el Sí y el No puede tener vida abundante y la verdad última.”
El camino A-K-P nos lleva a ver toda la vida y cuanto acontece desde una perspectiva diferente. Nos conduce a vivir con coraje.
Es un camino que nos lleva a asumir las contradicciones humanas, en nosotros mismos y en nuestros semejantes, e incluso las cosas que no podemos entender y que clasificamos superficialmente como “positivas” o “negativas”.
Es un camino que nos hace entender que vida y muerte, luz y sombra, la existencia toda en permanente transformación, responde a la esencia del Ser en Sí, y a sus múltiples manifestaciones. En lo aparentemente contradictorio, hay una unidad, un sentido.
Es un camino liberado del cinismo y la hipocresía.
Es un camino de corazón íntegro, de entereza anímica, de honestidad intelectual, de un amor que abarca, que comprende, y sobre todo, que perdona, reconcilia y por tanto redime.
No es un camino dificil. Es un camino hermoso, disponible para todos quienes quieran transitarlo.
¿Quieres tú participar de este camino? Quiero saberlo. Respóndeme.
Desde aquí, yo te digo: ven, vayamos juntos.
enigma
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