Ayer, bajo el título "Un acto de soberbia a ser superado" discurrí sobre la impotancia fundamental, central, del perdón.
En el caso concreto al que me refería, aún no tengo novedades, pero todavía confío en que la persona involucrada reflexione adecuadamente, y que entre quienes han tenido el enojo, entredicho, confusión o lo que sea, se restablezca su relación adecuada.
Entre tanto, ya hubo alguien que tuvo la amabilidad de allegarme un comentario a través de mi correo enigma0458@gmail.com
Esta persona que me escribió, dice lo siguiente:
"Nadie debería actuar en la vida de tal manera que se tenga que pedir perdón, pero las disculpas deben afrontarse y deben ofrecerse en todo momento que se consideren necesarias, porque ayudan a reconstruir una relación, y a continuar. Porque no somos perfectos, y cuando se dice "discúlpame" de corazón, se establece la esperanza de volver a comenzar. ¿No crees?"
Por supuesto que sí lo creo, y tanto que justamente a eso me referi en mi escrito de ayer.
La función de pedir perdón por un lado, y de ser perdonado por el otro, tiene como resultado "reconstruir una relación". Obviamente que esa relación ha sido afectada por algo. Pero el pedido de perdón, por un lado, y el conceder el perdón por el otro, lleva a la reconciliación.
Reconciliación, significa literalmente, volverse a poner de acuerdo, a conciliar.
Por supuesto que mucho depende del grado de relación que ha habido entre dos o más personas, o grupos de personas. Pero si la ha habido, y ha sido rica, honesta, sincera, profunda, entonces cabe que se dé la reconciliación.
Se entiende que siempre hay involucradas dos partes esenciales. Una puede decir "discúlpame" de corazón, pero necesita que la otra parte le disculpe, también de corazón.
En el fondo, se trata de restablecer un vínculo humano --humano en el más amplio sentido de la palabra-- que por alguna causa se ha roto.
Y eso es todo. En realidad es simple. Pero cuesta, y lo que cuesta es superar las circunstancias de la discordia original, y por sobre todo, superar el ego, el "yo no doy el brazo a torcer", el "no aflojo". Porque no se trata de eso. Perdonar es matar el pasado, y restablecer un presente con perspectivas de futuro.
Es poner un punto final al problema surgido, para que éste no nos domine, nos atrape, nos esclavice, nos torture, y abrir un portal por donde entre el sol, y se vea el horizonte.
Es, en cierta medida, como pasar de la muerte a la vida. Esa es la "magia" del perdón.
Es volver a empezar.
Sigo pensando que siempre, vale la pena intentarlo.
enigma
No comments:
Post a Comment